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lundi 9 décembre 2024

¿SIRIA AL FILO DEL TRUEQUE?: LAS CLAVES DE UN POSIBLE INTERCAMBIO GEOPOLÍTICO ENTRE ESTADOS UNIDOS Y RUSIA

 FUENTE: https://canarias-semanal.org/art/34761/siria-al-filo-del-trueque-las-claves-posibles-de-un-intercambio-geopolitico-entre-estados-unidos-y-rusia

"El país árabe queda en una situación crítica y podría acabar convertido en un Estado fallido como Libia"

La repentina y sorprendente caída del gobierno de Bashar al-Assad en Siria ha dejado a analistas, observadores y medios alternativos intentando descifrar un posible reajuste en el tablero geopolítico. Mientras la nueva administración de Estados Unidos, liderada por Donald Trump, se apresta para asumir el mando, surgen indicios de que el destino sirio podría estar siendo utilizado como una pieza de negociación con la Federación Rusa. ¿Se trata de un “toma y daca” en el que Washington cedería en Ucrania a cambio de una retirada táctica rusa en Oriente Medio?

Por CRISTÓBAL GARCÍA VERA PARA CANARIAS SEMANAL.ORG.-

       La situación en Siria, con la repentina caída del Gobierno de Bashar al-Assad, ha provocado un escenario de incertidumbres, con movimientos y respuestas desconcertantes y difíciles de interpretar.

      Mientras la información oficial brilla por su ausencia, el terreno se encuentra plagado de conjeturas y especulaciones. Estos indicios sugieren una posible reconfiguración de las esferas de influencia en Oriente Medio, potencialmente ligada al relevo presidencial en Estados Unidos y a las posiciones estratégicas que mantiene la Federación Rusa en otros escenarios, particularmente en Ucrania.

      Una hipótesis que gana terreno y que, no obstante, debe manejarse con absoluta prudencia, apunta a un posibleintercambio” entre  estas  dos grandes  potencias capitalistas. Bajo esta lógica, Washington podría estar dispuesto a tolerar algunas de las realidades impuestas por Moscú en el conflicto ucraniano, a cambio de que Rusia modere su proyección militar o retroceda parcialmente en Siria. Esto implicaría una suerte de trueque geopolítico, en el que Oriente Medio y Europa del Este se convertirían en tableros conectados, intercambiando concesiones tácticas y reconocimiento mutuo de esferas de influencia.

     Es importante subrayar que hasta el momento no existen pruebas concluyentes ni declaraciones oficiales que puedan respaldar esta hipótesis. La situación exige cautela y una lectura crítica, ya que el hermetismo informativo obliga a trabajar con conjeturas no confirmadas. Sin embargo, la sola posibilidad de que la situación siria esté siendo utilizada como moneda de cambio en negociaciones más amplias refuerza la necesidad de entender el papel de las potencias capitalistas y sus maniobras estratégicas en el actual orden mundial.

 

    "La historia nos enseña que una vez que un Estado se rige por las reglas del capital, la expansión, la búsqueda de áreas de influencia y la defensa de intereses empresariales internos se convierten en la norma"

 

 LA HIPÓTESIS DEL "INTERCAMBIO GEOPOLÍTICO"
 

    A pesar de que las fuentes primarias permanecen difusas, algunas páginas especializadas en análisis político internacional, - por ejemplo, los digitales alternativos de noticias y blogs de seguimiento diario a la situación siria y ucraniana, así como foros de discusión entre analistas independientes-, han comenzado a sugerir la existencia de un posible “intercambio” entre las potencias implicadas.

   Según comentan, y siempre con la debida prudencia, se baraja la posibilidad de que Washington esté dispuesto a “cerrar los ojos” ante determinadas realidades territoriales impuestas por Moscú en Ucrania, aceptando o al menos normalizando de facto la situación resultante tras la intervención rusa, a cambio de que Rusia ceda parte de sus intereses o al menos su proyección militar más visible en Siria.

   Estas afirmaciones, que no dejan de ser especulativas, encuentran eco en fuentes diversas. Por ejemplo, en algunos hilos de discusión del portal Moon of Alabama, crítico de la narrativa del establishment occidental,  se ha debatido —con posiciones dispares— la posibilidad de que ante la incertidumbre del relevo presidencial en Estados Unidos, Rusia también pueda mover sus piezas de un modo calculado.

   Asimismo, analistas que se expresan en medios como The Saker o SouthFront, conocidos también por brindar cobertura a conflictos bélicos desde una perspectiva no alineada con el discurso occidental mayoritario, han considerado el escenario de un toma y daca: dejar cierto margen a las aspiraciones de Trump de reacomodar la política exterior estadounidense y, a cambio, consolidar determinadas ventajas logradas en Europa del Este.

  Cuentas de Twitter (X) como ECSSaharaui parecían apuntar en la misma dirección, con comentarios como: "Tras 13 años de resistencia al imperialismo, Siria ha sido traicionada y vendida al enemigo sionista, ha caído en manos del yihadismo financiado por EE.UU., Reino Unido, Europa, Turquía, "Israel", Qatar y Arabia Saudí, entre otros”.

  En ColonelCassad, un blog ruso de análisis militar, se han mostrado recientemente mapas y comentarios que, sin afirmar nada de manera directa, insinúan también un reordenamiento táctico en el terreno sirio. Aunque no constituyan pruebas definitivas, estos indicios y testimonios contribuyen a dar cierta plausibilidad a las hipótesis planteadas.

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 Fotografía difundida como, supuestamente, la primera instantánea de al-Assad y su esposa tras su llegada a Moscú, donde se le ha concedido asilo a él y a su familia. Fuente: colonelcassad.livejournal.com

  La rendición sin apenas resistencia del Ejército sirio y el Gobierno de al-Assad (*), así como las declaraciones conformistas de la cancillería rusa, instando "a todas las partes  a pactar", justo después de la toma de poder por parte de los grupos yihadistas, parecen apuntar, igualmente, a un posible acuerdo, del que podría formar parte el propio exilio de al-Ásad y su familia en Moscú, mientras el país árabe queda en una situación crítica que podría desembocar en un Estado fallido como Libia.  

 "Sería una imperdonable imprudencia olvidar que Vladimir Putin,  formó parte del engranaje que presenció y facilitó el tránsito del socialismo hacia  el actual capitalismo oligárquico"

 

 EL FACTOR TEMPORAL Y EL NUEVO GOBIERNO EN WASHINGTON


     En este escenario, se debe prestar especial atención al factor temporal: la asunción de una nueva administración en Washington puede servir de catalizador para replantear alianzas, presiones y repartos informales de “zonas de interés”. Dentro de las hipótesis en circulación, la idea del “trueque” geopolítico colocaría a Siria como una suerte de moneda de cambio en una transacción de gran calado.

     Según esta versión, una vez que Trump se haga con las riendas del poder podría  conceder algo en el tablero ucraniano —acaso una aceptación tácita del nuevo status quo— a cambio de reducir la participación rusa en Oriente Medio, en particular en Siria, donde Moscú mantiene una presencia militar significativa.

   Esta situación, de consolidarse, permitiría a la nueva administración norteamericana canalizar su agenda externa hacia otros objetivos, tal vez más vinculados a las disputas comerciales con China o a las tensiones con Irán. Por su parte, el Kremlin podría salir “ganando” en el frente ucraniano —un escenario estratégico fundamental para sus intereses inmediatos— sacrificando posiciones más lejanas o costosas en términos logísticos y políticos. 

 LECTURAS POSIBLES DE LA MANIOBRA


    Una maniobra de este tipo podría tener varias lecturas: una, que podríamos denominar diplomática, buscaría aliviar la presión sobre el Gobierno ruso en relación con su apoyo al Gobierno sirio, reduciendo la necesidad de  Rusia de mantener una presencia activa y costosa en esta zona para centrarse en la consolidación de sus logros en Ucrania.

  Otra, más cruda, pondría de manifiesto cómo las grandes potencias hacen y deshacen alianzas olvidando las retóricas humanitarias cuando resulta más conveniente y colocando a poblaciones enteras en la posición de simples fichas intercambiables. En este escenario, las aspiraciones democráticas o las luchas internas por la soberanía en Siria quedarían subordinadas a un acuerdo entre fuerzas foráneas cuyo objetivo crucial es el de salvaguardar zonas de influencia e intereses corporativos.

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Abu Mohamed al Jolani, líder yihadista y ex militante de la organización terrorista Al Qaeda que se perfila como el nuevo “hombre fuerte” en Siria y que Occidente ya ha blanqueado, presentándolo como “pragmático” y “moderado”

 

 RUSIA: DE LA URSS A LA OLIGARQUÍA CAPITALISTA


   El decisivo papel desestabilizador de los Estados Unidos, Israel y sus aliados regionales y europeos en esta confrontación es de sobras conocido. Menos claridad suele existir, sin embargo, a la hora de categorizar el rol que desempeña la Federación Rusa. Aunque una parte significativa de la opinión pública internacional le atribuye un papel de contrapeso frente al poder estadounidense, y la propia hostilidad de Washington ha empujado a Moscú a este enfrentamiento, es necesario recordar que estamos ante una potencia que —desde el fin de la Unión Soviética— opera abiertamente bajo lógicas capitalistas.

    Lejos del modelo social y económico que proclamaba la propiedad común de los medios de producción, la Rusia actual es gobernada por una élite oligárquica que se enriqueció tras el derrumbe de la URSS. Esta élite se consolidó al apropiarse de la propiedad colectiva que correspondía al pueblo soviético, mediante procesos de privatización brutales, desiguales y amañados.

   Sería una imperdonable imprudencia olvidar que Vladimir Putin, el actual presidente ruso, antes de convertirse en figura central en la proyección internacional de su país, formó parte del engranaje que presenció y facilitó el desmantelamiento de la URSS y el tránsito hacia  el actual capitalismo oligárquico y que posteriormente llegó a expresar al presidente Bill Clinton su deseo de que Rusia se incorporase a la OTAN justo después de que la coalición bélica occidental hubiera perpetrado la destrucción de Yugoslavia.

    Esta breve mención resulta fundamental a la hora de enmarcar las verdaderas motivaciones de estos actores políticos. Tal y como reconoció abiertamente el ideólogo del imperialismo estadounidense Zbigniew Brzezinski, en su obra El gran tablero mundial, el control de un país como Siria, situado en un punto geopolítico de conexión entre Asia, Europa y África, tenía como uno de sus objetivos estratégicos debilitar a Rusia e Irán, razón por la cual el país árabe pudo beneficiarse de una ayuda de Moscú que años antes nadie prestó a Libia para evitar que fuera destruida por la OTAN, y sus aliados yihadistas, y conducida a su dramática situación actual. Esta es, obviamente, una realidad geoestratégica que cualquier país o gobierno amenazado debe tratar de capitalizar en su favor.  Sin embargo,  es absurdo esperar de una potencia como Rusia, cuyo gobierno representa los intereses de la nueva burguesía rusa,  un rol “liberador” en el sentido transformador que muchos, desde posiciones ideológicas supuestamente radicales, desean ver en la actuación de Moscú. No es lógico esperar de Moscu el mismo  tipo de solidaridad internacionalista, sin contrapartidas, que en su día pudo ofrecer un país como Cuba a los pueblos de Asia, África y América Latina que luchaban contra la opresión y la explotación colonial.

  EL GRAVE ERROR DE IDEALIZAR A RUSIA


     A este respecto, conviene señalar que algunas corrientes políticas que se autodefinen de izquierdas, antiimperialistas e incluso "revolucionarias",  han depositado una confianza excesiva en la capacidad de Rusia para actuar como baluarte frente a la hegemonía occidental.

    Aunque esta visión se puede llegar  a comprender por  la necesidad de buscar un contrapeso geopolítico a las potencias imperialistas tradicionales, idealizar el papel de la Federación Rusa constituye un grave error de análisis. Como los hechos se han encargado de demostrar históricamente, no existe una potencia capitalista que no atienda, ante todo, a sus propios intereses materiales.

    La posibilidad de que Moscú ceda posiciones en Siria a cambio de consolidar sus adquisiciones en Ucrania, entregando al pueblo sirio a un gobierno de integristas islámicos, debería servir como seria llamada de atención: toda confianza excesiva en una oligarquía capitalista que antaño se benefició del desmantelamiento de un sistema igualitario constituye, en el mejor de los casos, una ingenuidad que más tarde o más temprano se acaba pagando.

 REACCIONES DESDE POSTURAS ANTICAPITALISTAS
 

    No es extraño, pues, que algunos comentarios en la red, provenientes de foros de discusión con simpatizantes del anticapitalismo, muestren desconcierto ante lo que está ocurriendo.

     Algunos participantes en espacios virtuales de debate (por ejemplo, en ciertos canales de Telegram especializados en análisis internacional desde posturas autodenominadas “progresistas” o en páginas de Facebook cuyos editores se definen como herederos de tradiciones combativas) han expresado perplejidad y preocupación.

    Estos comentaristas manifiestan que, de confirmarse la hipótesis del intercambio geoestratégico, quedarían en entredicho las ilusiones depositadas en el papel que supuestamente Rusia podría haber jugado a favor de proyectos soberanos en el Medio Oriente.

   Estos testimonios, aunque dispersos y no centralizados, muestran un sentir creciente: el de quienes se ven obligados a reconsiderar un análisis demasiado simplista de las dinámicas internacionales, recordando que el capitalismo, en cualquiera de sus variantes nacionales, no actúa por razones altruistas ni defiende intereses populares a no ser que ello coincida con su conveniencia.

 EL VALOR DE UN ANÁLISIS DESMITIFICADOR


       En este sentido, el caso sirio recuerda el valor de analizar las dinámicas globales sin caer en visiones románticas de la política internacional. La implicación rusa en Siria respondió en gran medida a la búsqueda de asegurar su presencia en el Mediterráneo Oriental, a través de instalaciones militares estratégicas, así como a la necesidad de proyectar su poder más allá de sus fronteras inmediatas y de evitar la toma de posiciones en la región de un nuevo régimen que respondiera a los interes de Estados Unidos e Israel.

    Asimismo, su presencia apuntaló al Gobierno sirio, enemistado con las fuerzas opositoras respaldadas por otros actores internacionales, incluidos aquellos apoyados, directa o indirectamente, por potencias occidentales o regionales.

  Sin embargo, si las circunstancias exigen un replanteo y es posible obtener un “premio mayor” en otro tablero —como el ucraniano—, no debería sorprender que Rusia opte por recalibrar sus prioridades, aun a costa de dejar atrás su retórica previa, pretendidamente "antiimperialista".

 UN “TIRÓN DE OREJAS” A QUIENES CONFÍAN INGENUAMENTE


     En este punto es donde cobra relevancia un necesario “tirón de orejas” a quienes, considerándose herederos de corrientes emancipatorias radicales, han visto en esta potencia una esperanza liberadora, sucumbiendo a la tentación de sustituir el clásico -pero plenamente vigente- análisis marxista de clase por las consideraciones meramente geopolíticas actualmente en boga. 

   La historia nos enseña que una vez que un Estado se rige por las reglas del capital, la expansión, la búsqueda de áreas de influencia y la defensa de intereses empresariales internos se convierten en la norma. Pretender que un régimen así actúe en función de los intereses populares de otro país sin una ganancia tangible es una ilusión peligrosíma.

     Esto no significa, ni por asomo, alinearse con las interesadas tesis occidentales que retratan a Rusia como el origen de todos los males, sino comprender que su política exterior - como la de las propias potencias occidentales con EE.UU. a la cabeza - responde también a la lógica del beneficio, la acumulación y el control geopolítico, y no a la búsqueda de la liberación de ningún pueblo ajeno.

 UNA LECCIÓN PARA QUIENES BUSCAN LA EMANCIPACIÓN DE LOS PUEBLOS


     Aunque resulte incómodo es necesario destacar este punto ante quienes se reclaman defensores de proyectos emancipadores. La historia no se escribe con sueños ni con consignas, sino con relaciones materiales y correlaciones de fuerza. Un Estado capitalista, por muy adverso que resulte al poder hegemónico occidental, no deja de moverse por esta lógica del beneficio y la consolidación de su élite interna.

     Esa pulsión no depende de la maldad o la bondad  de los personajes que rigen los destinos de un país, sino que la genera la propia dinámica del sistema económico que lo rige. Las poblaciones que han padecido las consecuencias de las intervenciones militares, en Siria, en Ucrania o en tantos otros rincones del mundo, requieren análisis serios y no idealizaciones infundadas.

    De momento, solo queda reiterar la cautela: nos encontramos en este momento concreto ante hipótesis y conjeturas. No hay certezas absolutas, pero sí indicios, testimonios y análisis que apuntan hacia la posibilidad de un acuerdo tácito entre las nuevas autoridades norteamericanas y el Kremlin.   

    Es hora ya, en cualquier caso, de abandonar las ingenuidades y de comprender que mientras no existan  fuerzas políticas realmente comprometidas con la emancipación de los pueblos éstos seguirán siendo meros peones, siempre sacrificables, en el juego del ajedrez geopolítico de las potencias capitalistas,

Nota:

(*) Obviamente, la propia rendición de Al-Assad y su ejército sin presentar ningún tipo de batalla ante este último ataque de las fuerzas yihadistas, tras más de una década de guerra, también deben ser objeto de un análisis global que tenga en cuenta, en su interrelación, tanto los factores internos como los relacionados con los actores externos involucrados en  el conflicto.

mercredi 11 septembre 2024

Divertissement militarisé : quand les blockbusters hollywoodiens se laissent séduire par le Pentagone

 

Des experts expliquent comment 2 500 films et émissions ont été instrumentalisés pour promouvoir la guerre.

Source : Responsible Statecraft, Hekmat Aboukhater
Traduit par les lecteurs du site Les-Crises

« Le moyen le plus facile d’instiller de la propagande dans l’esprit de la plupart des gens est de la faire passer par le biais d’un film de divertissement, parce qu’alors ils ne se rendent pas compte qu’ils sont soumis à de la propagande », expliquait Elmer Davis, un célèbre animateur de la chaîne CBS, qui venait d’être nommé directeur de l’Office of War Information (OWI), un programme du Pentagone créé le 13 juin 1942, six mois après Pearl Harbor [Le Bureau d’information de guerre (OWI) des États-Unis est un service fédéral des États-Unis créé peu après l’entrée du pays dans la Seconde Guerre mondiale et dissous peu après. Il est chargé de la propagande américaine sur trois fronts : intérieur, extérieur, militaire, NdT].

Plus tard, en 1953, alors que la Guerre froide battait son plein, le président Dwight D. Eisenhower a commenté le partenariat naissant entre Hollywood et le Pentagone en déclarant : « La main du gouvernement doit être habilement dissimulée et […] entièrement éliminée », ajoutant que ce partenariat devait « se faire par le biais d’accords avec une multitude d’entreprises privées du domaine du divertissement, de la dramaturgie, de la musique et autres. »

Ainsi, le président qui a inventé l’expression « complexe militaro-industriel » a été en fait l’un des premiers grands promoteurs de ce que l’on appellera plus tard le complexe militaro-divertissant ou l’industrie du militainment [spectacle de loisir militaire, NdT].

Aujourd’hui, cette industrie de la militarisation à grand spectacle est florissante. De Top Gun à la franchise Marvel, en passant par des émissions comme Extreme Makeover, le Pentagone a réussi à influencer les récits de plus de 2 500 films et émissions de télévision. Personne ne le sait mieux que Roger Stahl, directeur du département d’études en communication de l’université de Géorgie et auteur de Militainment Inc. Avec Matthew Alford, conférencier à l’université de Bath et candidat du Parti des travailleurs, Tom Secker, journaliste d’investigation, et d’autres, Stahl a réalisé « Theaters of War », un documentaire concis de 87 minutes dans lequel il dissèque méthodiquement notre industrie moderne du militainment, montrant le mastodonte qu’elle est devenue.

Responsible Statecraft s’est entretenu avec Stahl, Alford et Secker sur la façon dont nos écrans de télévision sont militarisés grâce à la supervision et au contrôle des scénarios, des accords de production hollywoodiens par le secteur du complexe militaro-divertissement [C’est la coopération entre les militaires et les industries du divertissement dans leur intérêt mutuel, en particulier dans des domaines tels que le cinéma, le multimédia, la réalité virtuelle et la réalité augmentée multisensorielle, NdT].

Ventes à la casse : Journées privilèges sur petit écran

« Des images et des histoires diffusées devant les Américains vont remplacer tout autre calcul concernant les dépenses des contribuables », a déclaré Stahl lorsqu’on lui a demandé quelle était pour le contribuable américain moyen la charge occasionnée par le prêt d’un système d’armement à un studio. Il a ajouté que « la question du coût est noyée sous […] la dimension émotionnelle. Et l’industrie du divertissement est là pour entretenir cet aspect émotionnel. »

Dans son documentaire, Stahl explique que par le biais de l’OWI auquel a succédé l’Entertainment Liaison Office, le ministère de la Défense conditionne le prêt de systèmes de défense au fait d’avoir un accès complet au scénario lors d’un nouveau film. Une fois le script vérifié et renvoyé annoté, avec des modifications de scénario voire même de l’intrigue, le studio peut soit accepter les modifications dans leur intégralité, soit perdre son accès aux jouets de l’armée. Cette relation biaisée est susceptible de déboucher sur une propagande éhontée.

À la moitié de « Theaters of War », les spectateurs voient apparaître ce qui semble être un spot publicitaire incrusté dans le film. Dans « The Fate of the Furious », le huitième volet de la franchise Fast & Furious, le rappeur et acteur Ludacris lit à haute voix un semblant de publicité de 30 mots vantant les mérites du char télécommandé Ripsaw de Textron Systems. Il s’avère que le texte de Ludacris n’a pas été écrit par un scénariste, mais par l’Entertainment Liaison Office. La scène s’est transformée en une publicité impossible à zapper, fournie au spectateur par l’armée américaine.

On retrouve des images de marketing dissimulé de ce type dans des centaines de superproductions, qu’il s’agisse de la franchise Transformers – l’un des personnages, Starscream, est un avion de chasse F-22 – ou des films Marvel, qui suscitent tant d’enthousiasme. Alors même que le public est soumis à d’évidentes publicités de vente, on constate que,dans certains cas, le Pentagone fait également la promotion de produits défectueux et inutiles.

L’avion de combat F-35 de Lockheed Martin a été qualifié de « champion poids lourd des armes futuristes mal conçues », coûtant aux contribuables américains plus de 2 000 milliards de dollars. Et pourtant, le documentaire « Secret access : Superpower 2011 » de History Channel brosse un tableau bien différent. Cette mini série présente le F-35 comme la seule voie possible pour maintenir la domination américaine sur le plan militaire, et dans « Man of Steel », Superman lui-même vole aux côtés d’une flottille de F-35 lors de sa bataille contre les impitoyables Kryptoniens. Selon Stahl, tout cela a été rendu possible grâce au Bureau de liaison pour le divertissement.

Tom Secker, journaliste d’investigation qualifié de « revendicateur vétilleux » par le Pentagone en raison de son barrage incessant en matière de FOIA [Freedom Of Information Act, loi d’accès à l’information, NdT], a fait part du contrat jusque-là inédit de l’accord de coopération pour la production de « Mission Impossible 7 : Dead Reckoning. »

En plus de permettre à l’équipe de Mission Impossible de tourner sur les bases militaires américaines des Émirats arabes unis, le contrat prévoit que le ministère de la Défense prête à l’équipe de production un V-22 Osprey fabriqué par Boeing, afin qu’il soit utilisé dans au moins deux scènes au cours desquelles l’avion sera filmé tant à l’intérieur qu’à l’extérieur.

L’Osprey, surnommé le « faiseur de veuves », est un désastre qui a un coût de 120 milliards de dollars dont le déclassement est imminent, dans la mesure où il a déjà causé la mort de 62 membres des forces armées.

Selon Stahl, ces scènes sont intentionnellement conçues pour « forger un lien émotionnel entre le spectateur et les différents systèmes d’armes ». Un lien qui pourrait atténuer les effets d’un éventuel scénario au cours duquel le spectateur se rendrait compte de l’inutilité et du coût du F-35, de l’Osprey et d’autres systèmes tels que le programme LCS. [Littoral Combat Ships, programme de frégates, NdT]. Cela permet de « banaliser ces dépenses colossales », a-t-il ajouté.

En créant de telles scènes, dit Alford, « ils [le Pentagone] sont en mesure de montrer à quel point leurs nouveaux produits sont sexy, merveilleux, efficaces et pertinents ». Le public, quant à lui, sera moins enclin à voir le côté « brouillon, déplaisant et cruel » de ce secteur.

Promouvoir, blanchir et justifier les accords

Alors que le Pentagone expliquait autrefois les objectifs déclarés de son implication dans l’industrie du divertissement par la volonté de promouvoir « l’authenticité de la restitution des opérations militaires » et maintenir un « niveau de dignité acceptable » en ce qui concerne la présentation de l’armée, cette volonté s’est modifiée en 1988. En vertu des nouveaux objectifs, le partenariat vise à promouvoir « la perception par le public des forces armées américaines et du ministère de la défense », à améliorer « les programmes de recrutement et de soutien aux forces armées », ainsi qu’à respecter et à promouvoir « la politique du gouvernement américain ».

L’une des scènes les plus troublantes de « Theaters of War » est tirée du film de 2017 « The Long Road Home ». Dans une des scènes, un colonel affirme que l’opération de Sadr City menée en 2004 pendant la guerre d’Irak, qui a entraîné la mort de 22 militaires et de 940 Irakiens, était indispensable pour délivrer deux millions d’Irakiens de l’oppression d’un dictateur et pour leur offrir un « avenir meilleur. »

Cette affirmation ne tient pas compte d’une série de mensonges – comme l’existence d’armes de destruction massive ou les liens supposés de l’Irak avec Al-Qaida – qui ont conduit les États-Unis à fouler le sol irakien, pas plus qu’elle ne se demande si les États-Unis étaient dans l’obligation de protéger les populations contre les dictateurs du monde entier.

Cette scène et d’autres du même genre ont, selon Alford, un objectif implicite : « convaincre davantage les gens que les engagements militaires sont formidables » et qu’ils fonctionnent. Qu’il s’agisse du film Argo de Ben Afleck, qui banalise le rôle de la CIA dans l’éviction du Premier ministre iranien démocratiquement élu, Mohammad Mossadegh, en 1953, de Black Hawk Down, qui jette un voile de courage sur la débâcle désastreuse en Somalie, ou de Top Gun, qui, en 1986, redore l’image de l’armée après deux décennies d’une campagne calamiteuse au Viêtnam, toutes ces campagnes discrètes de militainment ont largement porté leurs fruits.

Plus récemment, dans la deuxième saison de Jack Ryan, l’adorable Jim de The Office fait appel à la CIA pour renverser un dictateur vénézuélien disposant de l’arme nucléaire, et ce, en espérant installer un populiste libéral magnanime. La saison a été diffusée à peu près au moment où Washington paradait avec Juan Guaido, le nouveau dirigeant du Venezuela.

Combien coûte l’industrie du militainment

En posant un diagnostic global du problème, Stahl a indiqué que le problème réside dans la « perception des intérêts du peuple américain », ajoutant qu’alors qu’ils se concentrent sur les subventions publiques et les programmes sociaux, ils sont « aveugles aux coûts de notre engagement militariste dans le monde » – un coût qui a été brièvement résumé à la fin du documentaire et qui atteint 8 000 milliards de dollars rien que pour la période post 11 septembre 2001.

Avec un sixième audit raté, un budget militaire qui frôle les 1 000 milliards de dollars et un nouveau système de missiles balistiques intercontinentaux, l’influence de l’industrie militaire est indéniablement inquiétante et plus présente que jamais.

Néanmoins, Theaters of War offre une lueur d’espoir : la transparence. Stahl, Alford, Secker et d’autres intervenants dans le film préconisent que chaque film ou spectacle avec lequel le Pentagone travaille soit accompagné d’un avertissement bien visible dès le début, et non enfoui dans le générique, précisant que le ministère de la Défense, la CIA ou toute autre agence gouvernementale a été impliquée dans la production. Les spectateurs sauront alors que ce qu’ils s’apprêtent à regarder est, au moins en partie, « un concept de propagande », comme le dit Elmer Davis.

Hekmat Aboukhater est collaborateur au programme « Démocratiser la politique étrangère » au Quincy Institute. Précédemment, Hekmat a travaillé au Département de la consolidation de la paix et des affaires politiques des Nations unies.

Source : Responsible Statecraft, Hekmat Aboukhater, 04-07-2024