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vendredi 24 octobre 2025
Indonesia, 1965 : la "revolución de colores" más sangrienta del siglo XX.
mercredi 15 octobre 2025
Yonquis, quinquis e hijos del caballo: las mejores películas y series sobre las víctimas de la droga
Romería, dirigida por Carla Simón, devuelve a la actualidad los destrozos de la heroína y el sida.

Hubo un tiempo cinematográfico en el que la frontera entre la realidad y la ficción era difusa, con actores no profesionales que parecían no distinguir entre ambas. José Antonio Valdelomar, protagonista de Deprisa, deprisa, se inyectaba heroína durante el rodaje para que resultase verosímil. Tras alzarse en 1981 con el Oso de Oro en el Festival de Berlín, mientras su director, Carlos Saura, celebraba el premio, él atracaba un banco.
Romería ha devuelto a la actualidad a los hijos del caballo, quienes galoparon los ochenta hasta que los frenó la cárcel, el sida, la rehabilitación o la muerte. El destino de los padres de Marina, interpretada por Llúcia Garcia, también fue trágico. Víctimas de una lacra que arrasó Galicia a finales del siglo pasado, los perdió cuando era pequeña, por lo que desanda sus pasos hasta Vigo para indagar en su historia a través de sus familiares.
ARTICULO COMPLETO : https://www.publico.es/culturas/cine-tv/yonquis-quinquis-e-hijos-caballo-mejores-peliculas-series-sobre-victimas-droga.html?
EL ANTICOMUNISMO RECOMIENDA ESTUDIAR A LENIN
under the banner of the Communist International
overthrow the mperialism"
Roque Dalton: Un Libro Rojo para Lenin, 1973
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«…La defensa de la democracia, de la libertad, de la propiedad privada y la familia, implica una guerra permanente total. Esto es bien sabido, por sobre todos los eufemismos de la política concreta. Las formas de esa guerra cambian de acuerdo a cada etapa e incluso a cada momento de una etapa, y de acuerdo a cada zona del mundo. Al énfasis en lo militar sucede el énfasis en lo político o lo propagandístico para luego volver al énfasis en o militar-definitorio. Lo importante es comprender que esta guerra continuará hasta la destrucción total del adversario como tal (lo cual no necesariamente es sinónimo de destrucción física), puesto que se trata de la guerra de la verdad. La verdad no puede coexistir con el error, tiene que destruirlo, ya que su propia existencia como tal verdad significa la negación rotunda del error. En la larga vida del occidente negación rotunda del error. En la larga vida del occidente cristiano hemos llegado a una etapa en que democracia y libertad se funden en un modo de vida a defender e imponer. Su expresión más perfecta, aún en desarrollo, es el modo de vida norteamericano. La consolidación del comunismo como potencia mundial en Rusia, China y otros países no cambia ese propósito, pero sí, y muy profundamente, el ritmo de la guerra total y sus énfasis sucesivos. Y, asimismo, su duración en el tiempo. En el fondo es el precio a pagar por los arraigados sentimientos humanistas de nuestra sociedad, que impidieron usar el arma atómica contra el mundo comunista en la oportunidad en que éramos los únicos en el planeta que la teníamos.
Mientras quede en actividad un elemento insurgente comunista es imposible aceptar que hemos culminado con éxito la campaña contrainsurgente. Los objetivos de ésta son totales.
La ceguera de los civiles en lo que concierne al fenómeno militar moderno, incluidas sus múltiples ramificaciones que lo hacen integral, es también un elemento favorable para el desarrollo y la amplificación de las políticas de pacificación. Son aspectos de la sociedad moderna o en trance de modernización que sorprenderían a investigadores y teóricos tan taxativos como el propio Lenin.
Después de la guerra de Vietnam debemos enfrentarnos a una realidad innegable. Debemos aprender a avaluar la guerra local desde el punto de vista de su función como elemento global pedagógico-revolucionario. El impacto psico-ideológico que implica la participación real y prolongada de sectores decisivos del pueblo en las operaciones militares de guerra, modifica su calidad de receptor ideológico, su calidad de objetivo o blanco de la guerra psicológica.
Hay una teoría de la lucha, un arte operativo, una mística y una tradición que hacen que detrás de cada guerrillero vietnamita o guatemalteco, que detrás de cada estudiante combatiente uruguayo o brasileño, que detrás de cada insurgente angolano, estén presentes, en una u otra medida, Lenin, Mao Tse-tung, el Che Guevara, en tanto pensadores, en tanto creadores de métodos racionales para actuar en la lucha de clases. Los niveles de cultura política, de madurez en la concepción con cada uno de esos elementos acuden a contactar el pensamiento revolucionario, no deben crear falsas esperanzas. Una constante revisión de las fuentes clásicas es obligatoria para determinar, en cada coyuntura, los grados de avance o retroceso enemigos.»
Materiales textuales de la prensa militar norteamericana, 1973.
