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lundi 3 novembre 2025

La CIA organizó el primer golpe de Estado en Siria en 1949

 


La CIA organizó su primer golpe de Estado en Siria el 29 de marzo de 1949 para derrocar a un presidente elegido democráticamente, Shukri Al-Quwatli e instalar un dictador militar Husni Al-Zaim que aceptara la construcción del Tapline (Oleoducto Transarábigo) que comenzó en 1947 y fue gestionada principalmente por la compañía estadounidense Bechtel.

Inicialmente planeado para terminar en Haifa, la ruta fue modificada a través de los Altos del Golán y Líbano para terminar en Sidón tras el establecimiento de la entidad siosnissta. El oleoducto se completó y el transporte de petróleo comenzó en 1950.

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mardi 28 octobre 2025

¿Jaruzelski vendió a Polonia? Datos impactantes de 1985

 

 

El 25 de septiembre de 1985, tuvo lugar en Nueva York una reunión que la mayoría de los polacos desconocían. El general Wojciech Jaruzelski se reunió con David Rockefeller, uno de los hombres más ricos del mundo. ¿Jaruzelski vendió a Polonia durante esa conversación secreta? ¿Qué acuerdos se cerraron a puerta cerrada en el Rockefeller Center? Hechos impactantes de 1985 arrojaron nueva luz sobre la transformación política que tuvo lugar cuatro años después. ¿Por qué no hubo acuerdo? ¿Por qué se desarrolló la privatización como lo hizo? ¿Quién decidió realmente el futuro de Polonia? En este documento presentamos: ✓ Desconocido detrás de escena de la reunión ✓ Diversas versiones de los hechos, desde las oficiales hasta las conspirativas. ✓ Opiniones de historiadores e investigaciones archivísticas ✓ Consecuencias que aún sentimos hoy ¿Sabremos algún día toda la verdad? 

dimanche 26 octobre 2025

Las históricas conexiones entre las élites europeas y el nazismo

 FUENTE : https://observatoriocrisis.com/2025/05/07/las-historicas-conexiones-entre-las-elites-europeas-y-el-nazismo/

El abuelo del nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, formó parte de la  Schutzabteilung, la fuerza paramilitar nazi de las camisas pardas

REVISTA MISIÓN VERDAD

El rastro del Tercer Reich continúa pulcro en Europa. La sangre, el dinero, sus ideas aun palpitan y circulan en el continente que sirvió de cuna al fascismo, cuyo legado recorrió el resto del siglo XX tras la Segunda Guerra Mundial y sigue latente entre las élites gobernantes actuales del bloque europeo. En el marco del 80 aniversario del Día de la Victoria, que conmemora la derrota del nazismo y el fascismo europeo a manos de la Unión Soviética, esta tendencia se torna más que evidente.

Pero se trata de una certeza oculta, adrede, por parte de las mismas élites europeas que la repiten incansablemente como ciclo político, económico y cultural.

Cuando la Segunda Guerra Mundial llegó a su fin en 1945 se inició un proceso simbólico de «desnazificación» en Alemania y otros países que estuvieron bajo el control nazi. Sin embargo, lo que no se menciona tan frecuentemente es que muchas figuras claves del Tercer Reich lograron evitar el castigo por sus crímenes, y que incluso fueron absorbidas por las nuevas estructuras políticas, militares y económicas surgidas en Europa occidental durante la posguerra.

Hoy, 80 años después, existen indicios preocupantes de cómo ciertos elementos ideológicos, redes personales y dinámicas de poder asociadas con el nazismo continúan influyendo en los círculos de poder europeos.

DE BERLÍN A BRUSELAS: RATLINES Y LA INTEGRACIÓN DE CRIMINALES NAZIS

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial miles de criminales de guerra nazis escaparon de la justicia gracias a las llamadas Ratlines («rutas de rata»), vías secretas organizadas principalmente por sectores del Vaticano, servicios de inteligencia occidentales —incluidos los estadounidenses— y redes de la ultraderecha europea.

Las Ratlines permitieron que altos funcionarios nazis, entre ellos miembros de las SS y gestores de los campos de concentración, huyeran hacia las Américas y otros continentes.

Pero no todos escaparon. Muchos permanecieron en Europa y, lejos de ser perseguidos, fueron reclutados por las potencias occidentales para colaborar en la Guerra Fría contra la Unión Soviética.

La OTAN, fundada en 1949, incorporó a antiguos oficiales de alto rango del ejército alemán (Wehrmacht) e, incluso, a miembros de las SS como Reinhard Gehlen, quien dirigió una red de espionaje alemán contra la Unión Soviética, posteriormente absorbida por Estados Unidos.

Un estudio titulado Nazism, NATO and West-European Integration – Correlation revela cómo exoficiales alemanes fueron reinsertados en puestos neurálgicos dentro de la estructura atlantista. Asimismo, historiadores han documentado casos como el del general Hans Speidel, jefe del Comando Supremo Aliado en Europa (Saceur), quien combatió junto a Erwin Rommel en África y fue rehabilitado por las potencias occidentales.

Esta integración operativa y simbólica marcó el comienzo de una normalización tácita del pasado nazi dentro de las instituciones europeas, con el principal respaldo de Estados Unidos, autodeclarado victorioso de la Segunda Guerra Mundial.

EL CAPITAL DE AYER Y HOY FINANCIÓ AL FÜHRER

Una de las páginas menos conocidas de la historia del nazismo es su estrecha relación con la élite empresarial alemana. Durante los años 1930 grandes conglomerados industriales como Krupp, Thyssen, IG Farben y Siemens no solo financiaron la llegada de Hitler al poder sino que también se beneficiaron enormemente del régimen nazi explotando mano de obra esclava en campos de concentración y lucrándose con la producción del complejo industrial-militar.

Como señala el artículo de Jacobin titulado «Nazi Billionaires: Capitalism Under Hitler«, estas empresas no solo sobrevivieron a la derrota del Reich sino que se convirtieron en pilares del «milagro económico» alemán de la posguerra.

Más aun: esta continuidad económica y política ayudó a moldear el desarrollo del capitalismo europeo contemporáneo estableciendo un modelo profundamente entrelazado con intereses corporativos que ya habían colaborado con el nazismo.

La élite económica alemana actual es directa heredera de los capitalistas colaboradores de los nazis, y algunos de ellos fueron parte de la nomenclatura gubernamental del Tercer Reich.

URSULA VON DER LEYEN, FRIEDRICH MERZ Y LOS FANTASMAS DEL PASADO

Un caso emblemático que ilustra esta persistencia del legado nazi en el establishment actual es el de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea al día de hoy.

Su padre, Ernst Albrecht, estuvo íntimamente vinculado con la administración nazi trabajando en la ocupación de Holanda —actualmente Países Bajos—. A pesar de este oscuro pasado, él no solo logró reinventarse políticamente sino que llegó a ser presidente regional del estado federado de Baja Sajonia, funcionario de la Unión Europea y mentor de Angela Merkel.

Según investigaciones periodísticas, Albrecht no solo evitó cargos por crímenes de guerra sino que recibió el perdón oficial por parte de las autoridades británicas debido a sus supuestas «contribuciones a la reconstrucción europea».

Este ejemplo muestra cómo individuos vinculados con el nazismo pudieron reintegrarse al sistema liberal europeo sin rendir cuentas públicas por su pasado, y contribuyeron a la formación de generaciones posteriores de líderes europeos.

Además, varios documentos históricos indican que el susodicho fue directa e indirectamente responsable de la masacre contra civiles holandeses y participó en decisiones que condujeron a ejecuciones sumarias.

El escritor y editor alemán Peter Kuras, en una nota publicada en 2021en Foreign Policy, escribió tajantemente:

«El árbol genealógico de von der Leyen traza un legado de poder y brutalidad que incorpora no solo a algunos de los nazis más importantes de Alemania sino también a algunos de los mayores traficantes de esclavos de Gran Bretaña y, a través del matrimonio, a algunos de los mayores propietarios de esclavos de Estados Unidos.

Von der Leyen desciende directamente de James Madison, quien poseía más de 200 esclavos cuando estalló la Guerra Civil.

Podría parecer mezquino condenar a alguien por su ascendencia: los pecados del padre, después de todo, no recaerán sobre el hijo o, en este caso, sobre la hija. Pero la propia von der Leyen ha invocado a estos antepasados sin pedir disculpas, sin pensarlo dos veces».

Pero hay más: el nuevo canciller alemán, Friedrich Merz, cuenta con un antepasado directo que formaba parte del Partido Nazi: su abuelo, Josef Paul Sauvigny, se unió a la Schutzabteilung, la fuerza paramilitar nazi de camisas pardas, en julio de 1933, apenas seis meses después de que Hitler se convirtiera en canciller. También fue alcalde de Brilon durante el Tercer Reich, cuando mandó a rebautizar una arteria central de la ciudad con el nombre de Adolf-Hitler-Strasse.

¿Qué implicaciones tiene esto sobre la legitimidad moral de las instituciones actuales? Al parecer ninguna, con la conciencia europea tranquila, incluso apoyando a regímenes con una abierta filiación al nazismo y/o sus ideas prácticas.

EL NUEVO ORDEN DE HITLER Y EL PROYECTO DE LA UNIÓN EUROPEA

El denominado Nuevo Orden Europeo (Neuordnung) concebido por Hitler y sus asesores pretendía reestructurar el continente bajo principios de jerarquía racial, dominación económica y centralización política. Aunque grotescamente distorsionado por el racismo y el militarismo, este proyecto compartía rasgos estructurales con el actual diseño de la Unión Europea (UE).

En palabras del eurodiputado británico Gerard Batten, citado por The Independent, el plan original de la UE habría sido inspirado en parte por ideas desarrolladas por burócratas nazis durante la Segunda Guerra Mundial.

Si bien esta afirmación puede parecer exagerada, hay evidencia histórica de que ciertas estructuras burocráticas y modelos de integración económica fueron adoptados —y adaptados— por los arquitectos del proyecto europeo tras la guerra.

El Neuordnung buscaba crear un espacio económico común, dominado por Alemania, con instituciones centrales que impondrían normas uniformes a los países conquistados. Hoy la UE también opera con instituciones supranacionales —como la Comisión Europea o el Banco Central Europeo— que toman decisiones que afectan toda la comunidad, muchas veces sin consulta directa con los ciudadanos.

Además, el país bávaro ha sido durante años el principal líder económico de Europa y ombligo de la toma de decisiones del capitalismo europeo.

En este sentido, aunque los valores y objetivos sean diametralmente opuestos, las formas de organización resultan inquietantemente similares.

Especialmente desde la crisis financiera de 2008, la UE ha adoptado un enfoque burocrático y autoritario que recuerda —aunque en formas distintas— el centralismo germánico del siglo XX.

No se trata de equiparar literalmente ambas realidades sino de interrogarnos sobre qué modelos de poder y jerarquía se repiten históricamente en Europa. Y la tendencia parece clara, como lo escribió el poeta y político anticolonial Aimé Césaire en 1950:

«Quiérase o no, al final del callejón sin salida de Europa, quiero decir de la Europa de Adenauer, de Schuman, de Bidault y de algunos otros, está Hitler. Al final del capitalismo, deseoso de perpetuarse, está Hitler. Al final del humanismo formal y de la renuncia filosófica, está Hitler».

UCRANIA, GEOPOLÍTICA Y EL RETORNO DE LO PROHIBIDO

En el contexto de la guerra en Ucrania y el Dombás, otro aspecto crítico es el apoyo incondicional de las élites europeas a Kiev, que ignoran sistemáticamente la presencia de grupos neonazis y partidarios de la ideología banderista dentro del establishment ucraniano.

Organizaciones como el Batallón Azov, inicialmente paramilitar y con fuerte identidad nazi, han sido integradas oficialmente al ejército ucraniano, mientras que símbolos y discursos provenientes del nacionalismo extremista son celebrados por dirigentes europeos.

Existe una tendencia alarmante en los países bálticos y en Finlandia hacia movimientos ultraconservadores, revisionistas y abiertamente fascistas.

Además, parlamentarios europeos han financiado proyectos educativos y culturales en Ucrania que promueven la ideología de Stepan Bandera, colaborador ucraniano del hitlerismo durante la Operación Barbarroja, y figura venerada por muchos neonazis ucranianos.

Esta contradicción plantea preguntas incómodas para los mismos europeos: ¿Por qué se tolera el uso de símbolos fascistas cuando favorecen los intereses geopolíticos europeos, mientras se condena cualquier manifestación similar en territorio ruso o de otros adversarios?

¿No estamos asistiendo a una doble moral que legitima selectivamente ciertos fascismos en función de su utilidad estratégica?

EUROPA COMO REPETICIÓN ENCUBIERTA

La historia europea del siglo XX nos enseña que los regímenes fascistas no surgen de la nada; están arraigados en estructuras sociales, culturales y económicas que sobreviven a sus líderes. Las élites europeas actuales, tanto políticas como económicas, no pueden lavar su pasado sin enfrentar honestamente las raíces oscuras que aun laten en el corazón del proyecto europeo.

Desde la integración de antiguos nazis en la OTAN hasta las conexiones familiares de figuras claves como Ursula von der Leyen, pasando por las estructuras institucionales que recuerdan al Neuordnung hitleriano, queda claro que el legado del nazismo está muy presente en la Europa contemporánea.

Hoy más que nunca, en un momento de auge fascista en Occidente, y a conveniencia con todo lo que significa el Día de la Victoria, a 80 años de la caída del Tercer Reich, se hace necesario revisar estos legados y romper con aquellas lógicas de poder, exclusión y violencia sistémica que, bajo nuevas formas, siguen determinando el rumbo de Europa. Así lo escribía Césaire, como si estuviera hablando de las élites europeas del siglo XXI, para concluir:

«Sí, valdría la pena estudiar, clínicamente, con detalle, las formas de actuar de Hitler y del hitlerismo, y revelarle al muy distinguido, muy humanista, muy cristiano burgués del siglo XX que lleva consigo un Hitler y que lo ignora, que Hitler lo habita, que Hitler es su demonio, que, si lo vitupera, es por falta de lógica, y que en el fondo lo que no le perdona a Hitler no es el crimen en sí, el crimen contra el hombre, no es la humillación del hombre en sí sino el crimen contra el hombre blanco, es la humillación del hombre blanco, y haber aplicado en Europa procedimientos colonialistas que hasta ahora solo concernían a los árabes de Argelia, a los coolies de la India y a los negros de África».

mercredi 24 septembre 2025

Une théologie palestinienne de la libération (recension)

 SOURCE: https://collectif-anastasis.org/2024/08/28/une-theologie-palestinienne-de-la-liberation/

Une théologie palestinienne de la libération. Bible et justice dans le conflit israélo-palestinien (publication du livre en 2017, traduction française en 2019) est un ouvrage du prêtre anglican NAïM ATEEK. 

Né en 1937, prêtre émérite du Diocèse épiscopalien de Jérusalem et du Moyen-Orient, il a été expulsé avec sa famille lors de la création de l’État israélien. Il participe, dans les années 1990, à la fondation du Centre œcuménique SABEEL (« chemin », « source d’eau vive » en arabe). Ce mouvement de théologie de la libération travaille à la base avec les chrétiens palestiniens et tente, à partir d’une pensée sur la vie de Jésus, de promouvoir la justice et la paix. LES AMIS DE SABEEL – FRANCE, structure avec laquelle notre collectif est en lien, fait vivre son message dans notre pays, notamment en traduisant des publications de SABEEL et en diffusant une prière tous les jeudis. 

Cette recension est subjective et nécessairement incomplète. Elle tente de saisir ce qui est apparu au lecteur comme les points centraux de la pensée de l’auteur et de les restituer de la façon la plus accessible possible.

Bien que cet ouvrage soit antérieur à la guerre en cours, il apporte des éclairages nécessaires à une juste compréhension de la situation.

Recension réalisée par Foucauld Giuliani

Introduction

L’auteur part de sa situation vécue : « J’ai passé la plus grande partie de ma vie sous l’injustice et la discrimination du gouvernement israélien et sous l’oppression qu’il inflige à notre peuple palestinien. En 1948, j’étais un enfant à Beisan, une ville palestinienne de 6000 habitants située près du Jourdain. Beisan était une ville à population mixte, musulmane et chrétienne, avec une communauté chrétienne dynamique répartie entre trois Eglises : orthodoxe grecque, catholique romaine et anglicane. (…) Mon père avait une bonne affaire comme orfèvre travaillant l’or et l’argent. (…) Notre vie a été bouleversée quand, en mai 1948, les milices sionistes sont entrées à Beisan pour nous occuper. Beaucoup de gens ont pris peur et se sont enfuis tandis que d’autres restaient chez eux. Mon père ne voulait pas partir, il a supplié le commandant militaire de nous permettre de rester mais les consignes militaires étaient claires : tout le monde devait partir. C’était un nettoyage ethnique. Nous avons été chassés de nos maisons manu militari et on nous a donné l’ordre de nous regrouper au centre de la ville. Les soldats nous ont divisés en deux groupes : musulman et chrétien. Le premier a été envoyé en Jordanie. (…) Le deuxième a été mis dans un bus et conduit aux abords de Nazareth où on les débarqua en dehors des limites de la ville, avec interdiction de revenir chez eux. (…) À la fin de la guerre de 1948, le nombre de Palestiniens dépossédés s’élevait à plus de 750.000. En Occident, la plupart des gens ignoraient cet aspect de la tragédie. Les Arabes palestiniens étaient en grande partie invisibles aux yeux des Occidentaux. Ils disparaissaient derrière les victimes de l’Holocauste dont le sort touchait bien davantage. (…) En fait, beaucoup de chrétiens occidentaux se sont réjouis de l’établissement de l’État d’Israël. Ils louaient Dieu pour le retour des Juifs en Palestine. Pour eux, le retour des Juifs était la preuve de l’accomplissement des prophéties de l’Ancien Testament et un signe que la fin du monde était proche, et la seconde venue du Christ imminente. (…) Au lieu de s’indigner devant l’injustice, les chrétiens se turent et se soumirent. Il ne s’éleva pas de clameur prophétique, mais ce fut une résignation douloureuse. Les gens attendaient des chrétiens occidentaux qu’ils défendent leur juste cause et mettent Israël sous pression pour qu’il respecte le droit international et permette le retour des réfugiés. Ils n’ont reçu que la charité, pas la justice. Cela a pris beaucoup d’années avant que la communauté chrétienne palestinienne soit en mesure de formuler une nouvelle théologie de la libération. (…) Nous devons œuvrer à la libération des oppresseurs tout autant qu’à celle des opprimés. »

Le lien est fait entre la situation de souffrance des Palestiniens et la vie de Jésus : Jésus a été harcelé, de sa naissance (massacre des Innocents) à sa mort (la crucifixion) par les puissants. Sa parole est une parole tournée vers tous les exclus de son temps. La plénitude du Royaume annoncé par le Christ est pour dès à présent et cela implique de lutter contre ce qui opprime. Il y a une manière chrétienne de lutter contre l’injustice et l’esclavage, contre les structures profondes qui produisent ces maux. C’est cela, le travail intellectuel et pratique de la théologie de la libération. 

Chapitre I : La théologie de la libération à l’échelle mondiale

L’auteur s’inscrit dans la tradition de la théologie de la libération initiée par le théologien péruvien Gustavo Gutierrez et son ouvrage fondateur (Théologie de la libération, 1971). Cette théologie vise à mettre en perspective la souffrance et l’injustice subies par les plus pauvres avec la parole et la vie du Christ, à opérer une critique des structures de pouvoir oppressives et à accompagner des mobilisations pour plus de justice. 

La théologie de la libération se décline de façon particulière, en fonction du contexte et des enjeux prioritaires vécus. Ainsi existe-t-il une théologie de la libération afro-américaine (James Cone, Alice Walker…), une théologie de la libération noire sud-africaine (Desmond Tutu, Simone Maimela…), une théologie de la libération féministe (Marianne Katoppo, Mary Daly…). La théologie de la libération palestinienne décline la théologie de la libération dans le contexte d’une conquête et d’une occupation coloniales. Cette théologie ne vise pas seulement à réaliser, de façon pratique, la libération du peuple palestinien ; elle vise aussi à « libérer les Écritures » d’une lecture sioniste qui l’emprisonne et la fausse. 

La théologie de la libération reconfigure les quatre champs de la théologie classique : biblique, systématique, pratique et historique. Ces différents champs prennent un tour nouveau lorsqu’on part de la conviction que le Christ se confond d’abord avec les plus pauvres et qu’il offre des ressources pour les aider à comprendre et à améliorer leur condition. 

II : Qui sont les chrétiens palestiniens ?

La théologie de la libération ne prétend pas remplacer les sciences sociales (histoire, sociologie…). Ainsi est-il central de comprendre les causes objectives de toute situation collective d’injustice en parallèle de la pratique d’une approche plus théologique. 

Ce chapitre rappelle donc un ensemble de faits historiques : la grande variété culturelle et religieuse des habitants de Palestine depuis des milliers d’années ; l’ancestrale présence chrétienne (majoritaire dès le IVe siècle) ; les controverses théologiques et les schismes successifs ayant divisé les Églises chrétiennes ; l’irruption de l’Islam qui eut des effets ambivalents : tolérance relative, abolition de l’Empire Byzantin qui était un régime mal accepté mais également phénomène d’apostasie permettant de mieux s’intégrer dans le régime musulman ; l’impact des Croisades qui ne considérèrent pas les chrétiens d’Orient comme des alliés et installèrent à Jérusalem un Patriarche catholique romain ;les missions protestantes du XIXe siècle qui accompagnèrent la colonisation ottomane puis européenne ; le projet sioniste qui considérait l’ensemble des Palestiniens comme des Arables à remplacer (dès 1895, Herzl parle de « processus d’expropriation ») et qui bénéficia du soutien occidental pour s’implanter.

La naissance d’Israël imposée par les puissances victorieuses de la 2e Guerre Mondiale eu pour effet de chasser 750.000 Palestiniens de leurs terres et de diviser par deux le nombre de chrétiens Palestiniens vivant en Palestine. 

Dans ce contexte, la mission de la théologie de la libération palestinienne est plurielle : 

– travailler à la réconciliation entre communautés chrétiennes ;

– travailler au dialogue avec les Palestiniens musulmans ;

– militer pour la justice et la paix entre Israéliens et Palestiniens ;

– faciliter une prise de conscience internationale des enjeux du conflit.

III : La triple Nakba

La Nakba (« catastrophe » en arabe) désigne l’implantation de l’État israélien et son appropriation par la force des terres palestiniennes. Il y a une triple dimension de cette épreuve : humaine (millions de réfugiés, déstructuration de la société, traumatismes…) ; identitaire (déracinement, effacement de la culture…) ; religieuse (désespoir, perte de confiance en Dieu, doute sur le sens de la foi chrétienne : « Comment l’Ancien Testament peut-il être parole de Dieu au regard de l’expérience que font les chrétiens de Palestine en faveur du sionisme ? »)

IV : Autres raisons de l’émergence d’une théologie palestinienne

La Shoah. Elle a poussé les Occidentaux à offrir aux Juifs une solution, après les horreurs subies. « La Palestine et son peuple ont été sacrifiés sur l’autel de la culpabilité occidentale. » La naissance d’Israël a été vue, par des millions de Juifs traumatisés, comme le début de la rédemption et, par des millions de sionistes chrétiens, comme une étape clé et nécessaire de l’histoire du salut. Les identités juive et israélienne ont peu à peu fusionné, à tel point qu’il est presque impossible de faire valoir la différence entre critique religieuse, haine des Juifs (antisémitisme) et critique de l’État israélien. 

La montée d’un sionisme religieux qui instrumentalise la Bible à son profit. Celui-ci n’est pas le propre des Juifs, il est aussi diffusé par des franges du christianisme qui voient le triomphe d’Israël contre les populations musulmanes arabes comme une étape eschatologique nécessaire. Imprégné d’antisémitisme (puisque dans ce logiciel au triomphe d’Israël succède la disparition de la majorité des Juifs), ce récit joue néanmoins en faveur de l’État israélien et en défaveur des populations locales arabes. 

L’Intifada de 1987. Elle marque un soulèvement du peuple palestinien et a déclenché les débuts de la théologie de la libération. Témoignage : « Chaque dimanche, à la cathédrale Saint George de Jérusalem, siègeait de la communauté anglicane épiscopalienne palestinienne, la prédication portait sur l’Évangile du jour et traitait de la situation sur le terrain. Après le culte, la communauté se réunissait autour d’un café pour réfléchir, à la lumière de l’Évangile, à leur vie sous l’occupation israélienne illégale. Les gens partageaient leurs histoires et leurs expériences. Ils se demandaient quel était le sens de leur foi sous le joug de l’occupation. » Ces temps conjuguaient la foi dans le Christ libérateur et la quête intérieure et extérieure de la non-violence ; ils mettaient en valeur l’intelligence théologique du peuple chrétien, ils étaient des temps collectifs où chacun pouvait s’exprimer ; ils apportaient réconfort spirituel, psychologique et lucidité politique ; ils étaient des moments de soutien mutuel et de fraternité ; ils favorisaient l’identification avec le Christ, victime lui aussi d’injustice et venu en un temps d’occupation impériale et coloniale, victime de la collusion de chefs religieux et politiques. 

V : Redonner sa place à l’humanité de Jésus

Une telle théologie entrelace trois niveaux : la foi et la méditation des textes bibliques, le contexte, la réponse pratique à apporter. 

Cette théologie est tendue vers cette question : qu’est-ce que Dieu attend de nous dans cette situation éprouvante ? Une question souvent partagée provient du livre biblique de Michée (6, 8) : « Qu’est-ce que le Seigneur réclame de toi ? »

La divinité du Christ ne sépare pas le Christ des hommes, au contraire ; elle transfigure de l’intérieur l’humanité du Christ qui vit, souffre et pleure parmi nous. La religion chrétienne cesse alors d’être une fuite métaphysique pour devenir un lieu d’incarnation collective véritable. 

La théologie de la libération palestinienne est christocentrique. Elle prend le Christ comme clé herméneutique de nos propres vies. La Bible se lit à partir du critère de la vie et de la parole du Christ et non l’inverse. Cette herméneutique qui part de la personne du Christ est complétée par une herméneutique de l’amour qui perçoit dans l’amour un outil de connaissance, un mode de perception particulier auquel notre cœur et notre intelligence doivent se convertir. 

Certains passages de l’Évangile portent en profondeur la pratique de cette théologie. Ainsi de Luc 4, 18-19 qui relaie Isaïe 61 (« L’Esprit du Seigneur est sur moi (…) Il m’a envoyé proclamer aux captifs la libération (…) ») Ce passage est d’autant plus important qu’en plus d’appeler à la justice, il résonne comme une dénonciation de l’exclusion et de la fermeture du cœur, qui rejoint les Palestiniens dans leur souffrance : « Ce texte est une critique de toute politique ethnocentrique. Les Palestiniens de la Palestine occupée, tout comme ceux qui sont citoyens d’Israël, souffrent de discrimination et de racisme. »

VI : Le développement de la pensée religieuse dans l’Ancien Testament

La théologie de la libération palestienne assume une démarche de sélection des textes bibliques de l’Ancien Testament : « Nous considérons les textes qui ne passent pas la clé herméneutique qu’est le Christ ou l’amour comme moralement et théologiquement choquants pour nous. Ils n’ont aucune autorité pour nous. »

Ce constat renvoie à ce qu’on appelle couramment « Textes de terreur ». « Ils sont le reflet d’une conception de Dieu tribale et d’exclusion. » Aux yeux de Ateek, il est vain d’allégoriser, de spiritualiser, de rationaliser ou de chercher un sens caché à ces textes. On est proche de la conception que Simone Weil avait de l’Ancien Testament. 

Le Christ « a été très sélectif dans son usage des Écritures ». Nulle mention des Nombres ou encore de Josué et des Juges « qui exaltent le nettoyage ethnique »

Ateek relève dans ce chapitre de nombreux thèmes (nettoyage ethnique, anéantissement ethnique, justification de la guerre…) et textes (Nombres, 33, 50-53…) qui traversent l’Ancien Testament et qui sont utilisés par des sionistes extrémistes et les colons dans une perspective ethno-nationaliste. Il y transparaît que Yahvé prend le visage d’un Dieu de la guerre, vengeur et jaloux. À ces morceaux bibliques, il convient d’y opposer d’autres (tel que le livre d’Osée qui déplace le cœur de la foi du sacrifice et de l’obéissance aveugle à l’amour (6, 6)). Deux traditions théologiques et éthiques se confrontent tout au long de la Bible.

Une double opération de sacralisation de la terre et de réécriture de l’histoire (de manière à laisser entendre que le peuple juif est le seul vrai peuple originaire de cette terre de Palestine) appuie le sionisme colonisateur dans son entreprise. À cette aune, les Palestiniens sont mis dans la position de l’étranger et du colonisateur inversé. 

VII : Christ est la clé

Si au temps de Jésus, la question de l’unicité de Dieu est déjà tranchée, celle de la nature de Dieu reste en suspens : Jésus tranche de manière définitive pour un Dieu de miséricorde, d’universalité et d’amour. Face aux scribes (Marc, 12, 28-31), Jésus ne se contente pas d’avancer la fidélité à Dieu comme plus grand commandement, il y inclut l’amour du prochain, perçu de valeur équivalente à soi et dont le périmètre va jusqu’à englober l’étranger et même l’ennemi. Jésus acte donc la révolution qui était latente chez les prophètes tels que Amos mais qui n’avait jamais été à ce point explicitée. L’amour du prochain devient, avec Jésus, le lieu où s’éprouve et se révèle l’amour que nous portons vraiment à Dieu.  

Ateek répertorie et analyse un certain nombre d’exemples tirés des Évangiles de Luc, Matthieu et Marc dans lesquels s’ébauche un cadre de relation avec ses compatriotes juifs et avec les non-juifs. Le refus de l’exclusion et du sectarisme est patent (3 exemples orignaux et moins courants : Mathieu 2, 1 : des mages étrangers sont les premiers à offrir des cadeaux à Jésus ; Marc 14, 15 : la prédication du Royaume remplace celle de la Terre promise au sens territorial, le Royaume est à la fois déjà là en partie et pour tous sans exception ; Luc 9, 51 : Jésus réprimande ses disciples qui voulaient appeler le feu du ciel pour consumer les Samaritains qui refusaient d’accueillir Jésus dans leur village).

Ateek démontre comment Paul prolonge le message du Christ en l’interprétant. Notamment sur ces points centraux : exigence d’universalité, lien étroit foi/charité, déterritorialisation de la promesse qui porte sur le Royaume et non sur une terre, élargissement du périmètre de l’élection, subordination du rite à la morale évangélique. 

Il importe de s’arrêter plus en détails sur la question du rapport à la terre, cruciale dans la période actuelle de la guerre à Gaza : dans Jean, le vecteur par lequel Dieu montre sa fidélité aux hommes n’est plus la terre mais le Christ (Jean, 1, 51). En s’appuyant sur les textes, Ateek opère une transformation du concept de terre : Dieu est le seul créateur et nous sommes tous des pèlerins, des émigrés, des hôtes sur la terre ; la doctrine de l’incarnation met l’accent sur l’esprit comme lieu de sanctification plus que sur la terre ; la terre est à cultiver et à aimer, ce qui implique aussi de prendre soin de ceux qui y vivent ; le nationalisme qui sacralise un peuple et sa terre est sans fondement évangélique, l’horizon spirituel et politique légitime est l’internationalisme ; l’amour de ses racines et de sa culture ne doit pas se confondre avec le pouvoir jaloux et exclusif sur sa terre ; les différences culturelles sont légitimes mais pas les traitements inégaux par les pouvoirs politiques. Pour finir sur ce point, Ateek cite un texte de l’Église d’Écosse datée de 2013 : « La “terre promise” de la Bible n’est pas un espace mais une métaphore de la manière dont les choses peuvent se passer dans le peuple de Dieu. Cette “terre promise” peut se trouver et s’édifier partout. »

VIII : La justice : un élément central

Ateek ne croit ni éthiquement ni pragmatiquement au recours à la violence. En plus d’être en contradiction avec l’Évangile, ce dernier enferme en effet les Palestiniens dans la figure du « terroriste » et sert le plaidoyer israélien. Mais que faire face un État, Israël, qui a plus les allures d’une ethnocratie de plus en plus radicale qu’une démocratie ? 

L’État israélien nie toute forme de colonisation et renverse les choses en accusant les Palestiniens de le menacer, ce qui lui permet en retour de justifier ses crimes. On a là des récits mensongers faits par l’oppresseur pour couvrir ses crimes. 

Ateek fait un rappel détaillé des différentes options politiques classiques et de l’historique des revendications et exigences des différents acteurs.

Il fait finalement un plaidoyer pour une stratégie de la non-violence. « Au rayon de la force, nous ne faisons pas le poids. Là où nous sommes de taille à affronter Israël, c’est dans l’action non-violente. »Ateek plaide pour une formation massive à la non-violence et une action collective massive. 

IX : L’émergence de Sabeel et des Amis de Sabeel

Ce chapitre retrace l’histoire et le plaidoyer de Sabeel en faveur de la paix et de la justice. Un paragraphe traite de Sabeel en France : l’association est née en France en 2010 sous la direction du pasteur Gilbert Charbonnier. 

X : Le cœur de la foi et de l’action au XXIe siècle

Ce chapitre conclusif affirme que le conflit israélo-palestinien ne peut se résoudre que dans un ordre précis : justice, paix, réconciliation. Placer la paix avant la justice, donc avant la fin de l’oppression coloniale, est une manière de mentir et de défigurer la paix.

Le livre s’achève en citant un passage d’une prière de Taizé : « Viens, Seigneur, et ouvre en nous les portes de ton Royaume. »

 ***

Deux agents anti-théologie de la libération à Santiago du Chili en 1987, ils ont déjà bien bossé alors. En 1983, dans sa visite au Nicaragua, Jean-Paul II embrassera le commanditaire de l'assassinat de monseigneur Romero. 
La Théologie de la libération est une Révolution culturelle.
Le plus grand bouleversement de l'Eglise depuis le schisme protestant.
Cela ne semble pas intéresser la gauche radicale qui préfère les anabaptistes de Munster, etc., et tout le millénarisme facile sur lequel se projeter sans risquer de réponse. 
 
 r/HistoryPorn - Le pape Jean-Paul II avec Augusto Pinochet ; Santiago du Chili, 1987. [389x470]

dimanche 29 juin 2025

Les effets destructeurs de l’agent orange frappent encore les Vietnamiens et Washington ignore toujours sa responsabilité

 

Source : Jacobin, Susan Schnall, Azadeh Shahshahani
Traduit par les lecteurs du site Les-Crises

Une femme est assise seule dans un foyer pour les vétérans et les victimes de l’agent orange au Vietnam. (Christophe Calais / Corbis via Getty Images)

Cette semaine marque le cinquantième anniversaire de la fin de la guerre américaine au Vietnam, et le gouvernement des États-Unis continue encore aujourd’hui à devoir réparer pour les ravages de la guerre infligés au peuple vietnamien.

Le mercredi 30 avril, jour exact de l’anniversaire, des célébrations de grande ampleur ont eu lieu au Vietnam – et des commémorations discrètes aux États-Unis.

Bien que les bombes aient cessé de tomber il y a des décennies, les États-Unis ont laissé leurs poisons dans la terre et le peuple vietnamiens : l’agent orange/dioxine et les munitions non explosées. Des générations entières en seront affectées.

 ARTICLE EN INTÉGRALITÉ 

dimanche 1 juin 2025

Radiaciones. El arte europeo y sus debates durante la Guerra Fría, 1944-1955 (Museo Reina Sofía, 2015)

Contribución, dentro del marco oficialista-institucional, para desenmascarar la cultura pro-Otan

 

La palabra “radiaciones” anuncia, en tono cómplice, el interesante pero también en cierto modo peligroso tema que presenta este seminario: la reverberación de los discursos artísticos en toda Europa durante el período de división que fue la Guerra Fría. Después de una omisión prolongada en el tiempo, hoy finalmente, impulsado por el reciente interés por lo global, es posible volver a plantear la importancia del arte producido fuera de los principales núcleos de poder en esta época, por lo general ignorados por las instituciones más poderosas. Ahora podemos, y este es el objetivo de este programa, proponer una relectura (sin canonizar a los artistas olvidados) de un momento de la historia reciente que se ha estudiado con demasiada frecuencia desde un enfoque plano en blanco y negro, de algún modo siguiendo la estela de la división en dos bloques que rigió la Guerra Fría. Esta fractura, subyacente a la amenaza real de una aniquilación nuclear, motivó que los discursos culturales se convirtiesen en una de las formas privilegiadas de hacer la guerra: una guerra de imágenes y palabras. 

A seguir, artículo completo. Seminarios, conferencias y audios relacionados: https://www.museoreinasofia.es/actividades/radiaciones-idea-arte-europeo-guerra-fria-1944-1955

 

(No creo que ninguna obra de J. Renau estuviese en la expo, habría que verificar) 


 

vendredi 7 mars 2025

L' Afghanistan islamiste: une des touches du grand Wurlitzer CIA

 


Aujourd'hui, on sait que les Américains ont eux-mêmes fabriqué les moudjahidin (combattants pour la foi, opposés aux forces gouvernementales afghanes) et qu'ils ont cyniquement décidé de les utiliser pour affaiblir l'Union soviétique et "infliger aux Soviets leur propre Vietnam"

🔸Le président américain Carter a signé dès juillet 1979 une directive sur l'aide aux ennemis du régime soviétique, manœuvre qui visait à piéger l'URSS en Afghanistan. Officiellement, l'aide de la CIA aux moudjahidin a commencé en 1980.

🔸Le gouvernement soviétique répugnait à envoyer l'armée en Afghanistan, mais en 1979, il n'a pas eu le choix - suite aux supplications du gouvernement afghan lui-même. Un djihad – guerre sainte – a été décrété par les moudjahidin contre l'Union soviétique avec l'argent de l'Occident. Leur but était simple : repousser "l’ennemi-occupant" (comme ils le prétendaient).

🔸En réalité, l'Union soviétique a été froidement instrumentalisée : le gouvernement afghan réglait ses problèmes sur le dos de l'URSS. Après le retrait des troupes soviétiques d'Afghanistan, l'opposition téléguidée par l'Occident s'est désintégrée en une myriade de groupes terroristes, qui sont devenus les infâmes Talibans, Al-Qaïda et Daech.

jeudi 31 octobre 2024

Comment « l’AFL-CIO », avec l’aide de la CIA, a sapé le mouvement syndical à l’étranger

 SOURCE: LES CRISES

Pendant une grande partie de son histoire, l’AFL-CIO [centrale syndicale nationale qui est la plus grande fédération de syndicats aux États-Unis. Elle est composée de 60 syndicats nationaux et internationaux, représentant ensemble plus de 12,5 millions de travailleurs actifs et retraités, NdT] a soutenu avec enthousiasme la politique étrangère des États-Unis. Pendant la Guerre froide, elle a notamment participé activement aux efforts visant à supprimer les mouvements syndicaux de gauche à l’étranger.

Traduit par les lecteurs du site Les-Crises
 
Le président Richard Nixon fait un geste en direction du dirigeant syndical George Meany lors d’un discours prononcé à la convention de l’AFL-CIO en 1971. (Wally McNamee / Corbis via Getty Images)

En février, l’American Federation of Labor-Congress of Industrial Organizations (AFL-CIO) a appelé à un cessez-le-feu négocié pour mettre fin au génocide en cours à Gaza. Bien que cette déclaration n’ait pas exigé un cessez-le-feu immédiat, comme l’ont fait d’autres organisations ouvrières et syndicats, cela représente une rupture avec bon nombre des principes de l’AFL-CIO en matière de politique étrangère.

Pendant la majeure partie de ses soixante-huit années d’existence, l’AFL-CIO – la plus grande fédération de syndicats des États-Unis, représentant 12,5 millions de travailleurs – s’est alignée sur la politique étrangère des États-Unis. Elle a même, dans de nombreux cas au cours du siècle dernier, participé activement à des interventions américaines anti-gauche à l’étranger.

Dans son livre à paraître, Blue-Collar Empire : The Untold Story of US Labor’s Global Anticommunist Crusade (L’empire des cols bleus : l’histoire inédite de la croisade anticommuniste mondiale des travailleurs américains), l’historien Jeff Schuhrke retrace les rapports entre l’AFL-CIO et la politique étrangère des États-Unis depuis les débuts de la Guerre froide jusqu’aux années 1990. Il révèle comment, en partenariat avec la CIA et d’autres organes du gouvernement américain, l’AFL-CIO a étouffé les mouvements syndicaux de gauche en Europe, en Amérique latine et en Asie. Sara Van Horn et Cal Turner se sont entretenus avec lui pour Jacobin et ils ont abordé la question des dégâts causés par les interventions de l’AFL-CIO dans des pays comme le Guyana, le Chili et le Brésil, la façon dont la répression de l’organisation des travailleurs à l’étranger a nui aux travailleurs américains et les leçons que le mouvement syndical peut tirer de son histoire compliquée.

Cal Turner : Dans quelle mesure l’AFL-CIO a-t-elle été associée à l’interventionnisme américain au cours du vingtième siècle ?

Jeff Schuhrke : L’American Federation of Labor (AFL) a commencé à mener la Guerre froide avant même que la Guerre froide ne commence, alors que le gouvernement américain considérait encore l’Union soviétique comme un allié du temps de la Seconde Guerre mondiale. C’est en 1944 qu’elle a créé le Free Trade Union Committee (FTUC), qui a tenté de créer des divisions entre les non-communistes et les communistes au sein des mouvements syndicaux d’Europe occidentale.

Lorsque la Guerre froide est passée au premier plan et que la CIA a été créée, certains responsables, au sein du gouvernement, ont pris conscience du travail que l’AFL avait déjà accompli en Europe. Ils ont compris que si la CIA voulait influencer les mouvements syndicaux étrangers, il lui serait difficile de le faire par elle-même. Mais si elle pouvait passer par l’AFL – si des dirigeants syndicaux américains participaient aux interventions – le succès serait au rendez-vous, dans la mesure où les travailleurs d’autres pays seraient plus enclins à faire confiance à leurs collègues syndiqués.

À compter de 1949, la CIA et le Free Trade Union Committee avaient formé un partenariat secret : la CIA finançait le FTUC pour qu’il mène des interventions destinées à diviser les mouvements syndicaux et à les scinder en camps rivaux selon les axes stratégiques de la Guerre froide. Le Free Trade Union Committee devait également tenir la CIA et le département d’État informés de la composition des différents syndicats et de l’identité de leurs dirigeants dans les pays étrangers : à savoir, lesquels étaient susceptibles d’être plus fiables en tant qu’alliés pro-américains et pro-capitalistes, et lesquels étaient plus à gauche ou pro-soviétiques. Grâce au financement de la CIA, cette organisation a pu s’étendre de l’Europe à l’Asie.

Dans le même temps, il existait déjà avant la Guerre froide, un historique d’interventions de l’AFL auprès des mouvements syndicaux d’Amérique latine, en particulier pendant la révolution mexicaine. Cette évolution s’est poursuivie également lors des débuts de la Guerre froide, sur un mode différent de ce que le Free Trade Union Committee pratiquait en Europe et en Asie, mais avec la même idée de départ : diviser la Confédération des travailleurs d’Amérique latine, organisation syndicale de gauche couvrant l’ensemble de cette région.

Le Free Trade Union Committee a cessé ses activités en 1958 après la fusion entre l’AFL et le CIO. Au cours des années 1960 et 1970, les États-Unis ont fait du développement du tiers-monde l’un des principaux axes de leur politique étrangère. L’AFL-CIO s’est adaptée et s’est associée à l’USAID (l’Agence américaine pour le développement international), acceptant l’idée d’utiliser les syndicats pour « moderniser » les pays d’Amérique latine, d’Afrique et d’Asie. Ils ont mis en place des programmes de formation destinés à faire en sorte que les dirigeants syndicaux des pays étrangers passent du statut de fauteurs de troubles grévistes à celui de bureaucrates capables de tempérer les revendications des classes laborieuses de leur pays, afin que les gouvernements de ces pays puissent développer leur économie sans céder aux exigences des travailleurs.

On était alors à l’époque du solide mouvement tiers-mondiste des années 1960 et début des années 1970, alors que de nombreux dirigeants politiques anticoloniaux et anti-impérialistes du Sud mondial tentaient de faire valoir leur indépendance économique et politique. C’est au cours de cette période que l’AFL-CIO a régulièrement tenté de saper les mouvements politiques de gauche en Amérique latine.

Si la CIA voulait influencer les mouvements syndicaux étrangers, il lui serait difficile de le faire par elle-même. Mais si elle pouvait passer par l’AFL, le succès serait au rendez-vous.

Au sortir de la guerre du Vietnam, le caractère interventionniste de la Guerre froide s’est quelque peu atténué. Mais dans les années 1980 et au début des années 1990, vers la fin de la Guerre froide, une nouvelle génération de responsables anticommunistes enragés a pris la tête de l’AFL-CIO.

À l’heure où l’économie politique mondiale commence à changer, et alors qu’on assiste à une restructuration économique et à des délocalisations, le nombre de syndiqués américains est en baisse. Pourtant, le président de l’AFL-CIO, Lane Kirkland, et d’autres responsables ont voulu raviver la Guerre froide. Ironie du sort, alors même qu’ils combattaient l’administration de Ronald Reagan sur les questions intérieures, ils se sont associés à cette dernière pour mener des guerres contre-insurrectionnelles musclées en Amérique centrale au nom de l’anticommunisme.

Ils ont coopéré avec l’administration Reagan et des politiciens de droite pour créer la National Endowment for Democracy (NED), qui a renoué avec ce que la CIA avait fait avant la guerre du Viêtnam, à savoir financer de nombreux syndicats et autres organisations de la société civile à l’étranger. Mais au lieu de le faire secrètement, la NED l’a fait ouvertement, en disant : « C’est au nom de la promotion de la démocratie et de la liberté. » L’AFL-CIO a joué un rôle important dans la création de la NED et a été l’un des principaux bénéficiaires des fonds alloués par le Congrès à ces programmes. Elle a été très active en Pologne avec Solidarność, le syndicat anticommuniste qui a fini par être à l’origine, à bien des égards, de la fin du régime communiste en Europe de l’Est.

Sara Van Horn : Vous écrivez que les syndicats américains, en particulier l’AFL-CIO, ont activement encouragé la Guerre froide. Pourquoi les dirigeants syndicaux étaient-ils prêts à collaborer si étroitement avec le gouvernement ?

Jeff Schuhrke : Cela remonte aux Première et Seconde guerres mondiales et au New Deal. Pendant les deux guerres mondiales, les dirigeants de l’AFL ont conclu un accord avec le gouvernement américain, garantissant que la production industrielle ne serait pas perturbée par des grèves pendant la guerre. En échange, l’AFL a acquis une certaine légitimité aux yeux du gouvernement et a obtenu des avantages réels, tels que des journées de travail moins longues, une meilleure couverture sociale et une hausse du nombre de syndiqués. Les responsables syndicaux de l’AFL ont été très fortement marqués par cette évolution. Ils ont compris qu’en s’alignant sur la politique étrangère du gouvernement américain, ils pouvaient gagner en avantages, en légitimité et en protection.

Par ailleurs, l’AFL était traditionnellement une fédération syndicale plus conservatrice, opposée à toute radicalité et aux militants de gauche. Lorsque la Guerre froide a commencé, de nombreux dirigeants de l’AFL avaient déjà une longue expérience de la lutte contre les communistes dans les rangs de leur propre syndicat et du maintien à l’écart des postes de direction de ceux-ci. Ils en étaient venus à se considérer comme les vrais spécialistes de la lutte contre les communistes, bien davantage encore que nombre de responsables de l’appareil de politique étrangère des États-Unis.

Le CIO a également largement bénéficié de son partenariat avec le gouvernement pendant le New Deal et la Seconde Guerre mondiale. Les dirigeants du CIO, comme Walter Reuther, rêvaient de devenir des partenaires à part entière de la planification économique dans un État corporatiste. À l’instar de l’AFL, ils considéraient qu’en prouvant leur patriotisme et leur loyauté envers le gouvernement, ils obtiendraient un siège à la table des négociations. À la fin des années 1940, dans le contexte du maccarthysme et des mutations politiques du début de la Guerre froide, le CIO est également devenu anticommuniste.

C’est l’AFL qui a initialement encouragé la Guerre froide, parce qu’elle n’a jamais toléré les communistes ou voulu former de coalition avec des syndicalistes de gauche, contrairement au CIO qui, pendant de nombreuses années, a accueilli – ou du moins toléré – des communistes dans ses propres rangs. Le CIO était prêt à rejoindre la Fédération syndicale mondiale aux côtés des syndicats soviétiques. C’est une chose que l’AFL n’a jamais acceptée. Ses dirigeants, tel George Meany, se sont toujours montrés prompts à promouvoir une confrontation avec les Soviétiques, en raison de leur propre passé idéologique anti-communiste et de la lutte menée contre les communistes dans les rangs de leurs propres syndicats.

Cal Turner : Vous écrivez que la Guerre froide a directement contribué au déclin des syndicats américains, dont le taux d’adhésion a chuté de 35 % en 1947 à 11 % en 1991. Comment les activités internationales de l’AFL-CIO ont-elles affecté le mouvement syndical ?

Jeff Schuhrke : Un premier facteur a été la part d’attention, de ressources et d’énergie que l’AFL-CIO a consacrée à cette croisade anticommuniste dans le monde, plutôt que d’organiser les travailleurs non syndiqués aux États-Unis ou de réclamer davantage de politiques de protection sociale, moins de dépenses militaires et plus d’investissements dans l’éducation, les soins de santé et les infrastructures, c’est-à-dire le genre de choses qui créent des emplois. En 1966, plus d’un cinquième du budget de l’AFL-CIO était consacré à ces programmes à l’étranger. Sans même compter les millions de dollars que l’AFL-CIO recevait du gouvernement américain.

À partir des années 1970, l’économie politique mondiale était en pleine transformation : l’industrie manufacturière s’est d’abord déplacée vers des régions des États-Unis ne comptant pas de syndicats, le Sud et le Sud-Ouest, puis vers l’Amérique latine et les Caraïbes, et finalement vers l’Asie. L’AFL-CIO ne faisait pas grand-chose pour y remédier, si ce n’est promouvoir les campagnes de marketing « Achetez américain » ou « Vérifiez le logo syndical ». Au contraire, elle se focalisait sur la manière de combattre les communistes et de saper les mouvements de gauche en Amérique latine, en Afrique, en Asie et en Europe de l’Est. L’anticommunisme ici ne se limite pas à une opposition aux véritables communistes ou aux véritables partis communistes : il s’agit d’une opposition à tout mouvement de gauche, ou de classe, visant à l’indépendance économique des pays du Sud global.

Cette croisade anticommuniste mondiale a affaibli et divisé un grand nombre de mouvements syndicaux du Sud, plus combatifs et plus engagés dans les luttes de classe, alors même que ceux-ci auraient pu s’opposer au pouvoir du capital international. Des syndicats dissidents plus conservateurs et plus favorables au capitalisme se sont créés et ont bénéficié d’un financement important de la part du gouvernement américain, par l’intermédiaire de l’AFL-CIO.

Même si tout cela était censé se faire au nom de la libre syndicalisation, un grand nombre de syndicats et de fédérations syndicales soutenus par l’AFL-CIO dans le monde entier faisaient souvent l’objet d’un étroit contrôle de la part des gouvernements de ces pays, en particulier dans le cas de gouvernements anticommunistes et autoritaires. Les seuls syndicats que ces gouvernements toléraient étaient ceux soutenus par l’AFL-CIO.

Alors que la libéralisation du commerce et la délocalisation des emplois manufacturiers américains allaient bon train, les mouvements syndicaux de ces pays auraient pu être des alliés de choix pour le mouvement syndical américain dans sa lutte contre le nivellement par le bas et la promotion de normes plus exigeantes partout afin que le capital n’ait nulle part où aller. Ce n’est pas ce qu’il s’est passé, dans la mesure où ces mouvements syndicaux déjà affaiblis étaient désormais étroitement contrôlés par leurs propres gouvernements, conséquence des agissements de l’AFL-CIO. En ce sens, les dirigeants de l’AFL-CIO se sont tirés une balle dans le pied.

Tout cela s’est fait en partenariat avec le gouvernement américain. Or, celui-ci, surtout à la fin de la Guerre froide, dans les années 1980 et 1990, a favorisé toutes ces délocalisations et la libéralisation du commerce, en adoptant l’ALENA – des mesures qui ont entraîné la désindustrialisation et fait perdre aux syndicats américains un grand nombre de leurs membres. La même entité avec laquelle l’AFL-CIO s’est associée pendant toutes ces décennies et qui a contribué à la victoire de la Guerre froide a, dans le même temps, bousillé les travailleurs américains. Non seulement elle nuisait aux travailleurs du monde entier, mais au final elle nuisait également aux travailleurs des États-Unis.

Sara Van Horn : Avez-vous des exemples précis qui vous paraissent flagrants et montrent que les syndicats américains ont réprimé l’action politique ou l’organisation de la gauche dans les pays du Sud ?

Jeff Schuhrke : Au début des années 1960, la Guyane est dirigée par Cheddi Jagan, un socialiste qui souhaite nationaliser l’industrie sucrière et, via une transition structurée, mener le pays vers une pleine indépendance vis-à-vis de la Grande-Bretagne. Certains syndicats étaient de son côté, d’autres de celui de ses rivaux politiques. Avec l’aide de la CIA, l’AFL-CIO a contribué à financer les syndicats de l’opposition et à mener une longue grève générale qui a duré environ deux mois, affaiblissant le gouvernement Jagan et finalement poussant ce dernier à quitter le pouvoir avant le début de toute transition vers l’indépendance.

Le fait que Jargan était marxiste n’était pas du goût du gouvernement américain – il pensait que ce serait un autre Fidel Castro, et souhaitait l’arrêter à n’importe quel prix. Habituellement, les membres du mouvement ouvrier de gauche considèrent que les grèves générales sont quelque chose de positif, mais dans ce cas précis, cette grève générale secrètement financée par la CIA, et dont les fonds étaient versés par les syndicats américains, a ébranlé un gouvernement de gauche.

Dans la même veine, au début des années 70, Salvador Allende était au pouvoir au Chili. Il était marxiste, avait été élu démocratiquement et était persuadé que la démocratie permettrait d’instaurer le socialisme. Les anticommunistes des États-Unis et d’Amérique latine le considéraient donc comme particulièrement dangereux, dans la mesure où ils s’appuyaient sur le mythe selon lequel tous les communistes étaient des dictateurs totalitaires. L’administration [Richard] Nixon entendait créer le chaos économique au Chili, et y est parvenue en partie grâce à une série de grandes grèves dans des secteurs tels que l’extraction du cuivre et le transport routier. Ces grèves ont également reçu un accompagnement, un financement et tout un entraînement de la part de l’AFL-CIO, une grande partie des ressources venant de la CIA. Elles ont servi de prétexte aux militaires chiliens d’Augusto Pinochet pour organiser un coup d’État en 1973 et renverser Allende.

L’American Institute for Free Labor Development (AIFLD), principal instrument de l’AFL-CIO en Amérique latine des années 1960 aux années 1990, a organisé de nombreuses formations qui, à première vue, pouvaient sembler très inoffensives, mais dont le but était souvent de lutter contre l’influence exercée par la gauche au sein des syndicats. L’AIFLD a ainsi assuré la formation de plus de trente syndicats brésiliens au cours de l’année qui a précédé le coup d’État militaire de 1964 dans ce pays. Lorsque ce dernier a eu lieu, certains des Brésiliens lauréats du programme de formation de l’AIFLD ont été chargés par la dictature en place de purger les syndicats brésiliens de leurs gauchistes.

Autre exemple : non seulement l’AFL-CIO a soutenu la guerre du Vietnam de manière rhétorique, mais elle était également active sur le terrain, fournissant des fonds et des ressources à la Confédération vietnamienne du travail anticommuniste au Vietnam du Sud, alors que celle-ci cherchait à réduire l’influence du Front national de libération qui était communiste.

Cal Turner : Comment les adhérents de base de l’AFL-CIO ont-ils réagi lorsqu’ils ont appris que la direction de leur syndicat menait des actions anticommunistes ?

Jeff Schuhrke : Avant la guerre du Vietnam, les adhérents de base ignoraient beaucoup de choses. On ne les consultait pas. Aucune de ces politiques internationales n’était démocratique, elles étaient décidées à huis clos, souvent par des responsables ou des collaborateurs non élus.

Ce n’est qu’à la fin des années 60 que les dirigeants syndicaux locaux et les cadres moyens ont commencé à s’exprimer, dans le cadre du mouvement anti-guerre. Des réunions publiques et des distributions de lettres et de journaux émanant de syndicalistes de base ont commencé à être organisées. Ceux-ci s’élevaient contre la guerre du Vietnam et sont entrés en conflit direct avec George Meany, le président de l’AFL-CIO, qui était totalement acquis à la cause de la guerre.

À la fin des années 60, une série d’articles de presse a également révélé certains des liens qui, depuis les années 1940 existaient entre la CIA et les syndicats américains. Ces informations ayant été révélées au grand jour, le nombre de protestations de la base contre les agissements des dirigeants syndicaux a commencé à se faire plus important. Après le coup d’État au Chili, Fred Hirsch, un plombier californien, syndicaliste de base, a rédigé une brochure exposant les liens entre l’AFL-CIO et la CIA dans le cadre du soutien au coup d’État chilien, celle-ci a été distribuée à des milliers de membres du syndicat.

Dans les années 80, il y a eu un mouvement sans précédent de syndicalistes de base et même de présidents de syndicats au sein de l’AFL-CIO, ils essayaient de venir en aide aux syndicats et mouvements de travailleurs les plus à gauche et les plus militants d’Amérique centrale. Le National Labor Committee a également été fondé dans les années 1980 par un groupe de présidents de syndicats qui s’opposaient à cette intervention en Amérique centrale. Ce groupe est à l’origine des premiers débats ouverts consacrés à la politique étrangère dans le cadre de la convention de l’AFL-CIO, ce qui montre à quel point ces décisions politiques avaient été antidémocratiques.

Sara Van Horn : Quelles leçons le mouvement ouvrier d’aujourd’hui doit-il tirer de cette longue histoire ?

Jeff Schuhrke : En quelques mots : ne soutenez pas systématiquement tout ce que fait Washington en matière de politique étrangère. Et pourtant, c’est encore aujourd’hui la position de la direction de l’AFL-CIO.

Au cours des derniers mois, de nombreux syndicats se sont prononcés en faveur d’un cessez-le-feu à Gaza, ce qui est particulièrement important dans la mesure où cela va à l’encontre de la politique de l’administration Biden. Qui plus est, sept syndicats majeurs ont récemment demandé à Joe Biden de cesser d’envoyer de l’aide militaire à Israël afin de contraindre à un cessez-le-feu. Le fait que les syndicats fassent toutes ces déclarations est une évolution qui va dans le bon sens, mais les actions concrètes se font encore rares au niveau national.

S’il est essentiel d’organiser et de renforcer le taux de syndicalisation, nous devons également nous interroger sur le type de mouvement syndical que nous souhaitons, et ne pas nous contenter d’un mouvement de grande ampleur.

Aujourd’hui, la gauche syndicale doit porter un regard international sur les luttes que nous menons sur nos lieux de travail aux États-Unis. Le message de Donald Trump consiste souvent à dire que les travailleurs étrangers sont nos ennemis. Mais l’histoire de la Guerre froide nous a déjà montré que le nationalisme économique n’est en fin de compte d’aucune utilité pour les travailleurs américains. Il est indispensable de se montrer beaucoup plus critique à l’égard de la politique étrangère des États-Unis.

Cal Turner : Quel impact souhaitez-vous avoir avec ce livre ?
Jeff Schuhrke : Aux États-Unis, depuis quelques années, les gens sont de plus en plus actifs dans le mouvement ouvrier, mais ce domaine de l’histoire du travail a souvent été ignoré, parce qu’une grande partie du mouvement ne se sentait pas à l’aise lorsqu’il s’agissait d’en parler. Dans l’idée, ce livre devait être une introduction et rassembler un grand nombre d’études déjà publiées sur le sujet. J’espère qu’il aidera les personnes qui ne connaissent pas encore le mouvement syndical à comprendre que s’il est essentiel de s’organiser et de développer la syndicalisation, nous devons également nous interroger sur le type de mouvement syndical que nous souhaitons – et ne pas nous contenter d’un mouvement de grande ampleur.

Quels sont les principes de notre mouvement ? Que défend-il ? Quel type de politique a-t-il en matière de politique étrangère ? Nous espérons que comprendre ce passé permettra aux gens de réaliser pourquoi il est important d’avoir une perspective internationaliste et anti-impérialiste lorsqu’il s’agit de reconstruire le mouvement ouvrier.

*

Jeff Schuhrke est historien du travail et professeur adjoint à la Harry Van Arsdale Jr School of Labor Studies, SUNY Empire State University. Il est l’auteur de Blue-Collar Empire : The Untold Story of US Labor’s Global Anticommunist Crusade.

Sara Van Horn est écrivaine et vit à Serra Grande, au Brésil.

Cal Turner est écrivain et vit à Philadelphie.

Traduit par les lecteurs du site Les-Crises
 
 
COMMENTAIRES RELEVÉS:
  • ForceOuvrièreAméricaine // 26.09.2024 à 09h20

    Plus intéressant serait de rappeler les opérations « d’influence » des services américains en France pour contrer le syndicalisme des marxistes , de la CGT qui risquait d’entraver le plan Marshall. La création de Force Ouvrière par exemple par le célèbre trotskiste Kristol (un des inspirateurs du neo conservatisme/libéralisme) d’abord opposé au communisme quoi qu’il en coûte ( Militant trotskiste aux usa il convertit son action en Europe au service des libéraux us) L’ « écueil » ( comme Brezinski nommait la France ) serait peuplé de « gallo communistes » s’inquiètent les américains (et Cohn Bendit ) dont des syndicalistes. L’histoire française de cette ingérence par les services us mériterait un billet svp


  • Leon // 26.09.2024 à 17h31

    Mme Annie Lacroix-Riz
    https://www.wikiwand.com/fr/articles/Annie_Lacroix-Riz ,
    a abondament ecrit sur le sujet et bien plus…
    Bonne lecture.


  • Lt Briggs // 26.09.2024 à 19h02

    « Alors que la libéralisation du commerce et la délocalisation des emplois manufacturiers américains allaient bon train, les mouvements syndicaux de ces pays auraient pu être des alliés de choix pour le mouvement syndical américain dans sa lutte contre le nivellement par le bas et la promotion de normes plus exigeantes partout afin que le capital n’ait nulle part où aller. Ce n’est pas ce qu’il s’est passé »

    C’est un point essentiel. Le démantèlement des droits des travailleurs à l’étranger, appuyé par l’AFL et le CIO, a eu un effet boomerang pour les travailleurs américains lors de l’avènement de la mondialisation. Les grandes entreprises ont ensuite eu beau jeu de traiter les travailleurs américains de nantis assis sur des privilèges, soudain devenus trop chers par rapport aux chinois, indiens ou vietnamiens. Un syndicat ne peut pas être à la fois socialiste et impérialiste. Sur le long terme, c’est impossible. L’AFL-CIO a contribué à affaiblir les syndicats étrangers trop à gauche ou favorables à l’autonomisation de leurs pays, au grand bonheur de la CIA, mais le prix à payer a été une détérioration des conditions de travail des salariés américains. Dire que les femmes là-bas n’ont même pas droit à un congé maternité, sauf quelques « privilégiées » qui travaillent pour des entreprises de plus de 50 salariés, qui elles peuvent prendre jusqu’à 12 semaines… non indemnisées. La baisse du taux de syndicalisation des salariés aux Etats-Unis est tout sauf une surprise.

 

lundi 14 octobre 2024

La editorial Ruedo Ibérico en la guerra fría cultural

 FUENTE: https://conversacionsobrehistoria.info/2024/09/30/la-editorial-ruedo-iberico-en-la-guerra-fria-cultural/?utm_source=mailpoet&utm_medium=email&utm_source_platform=mailpoet#_ftnref26

Margarita Ibáñez Tarín
doctora en Historia Contemporánea

 

No se puede negar que el proyecto editorial de Ruedo Ibérico tuvo una importancia crucial en el apoyo y desarrollo del antifranquismo en los últimos lustros de la dictadura. Desde su fundación en 1961 en Paris, José Martínez Guerricabeitia y los otros socios fundadores: Elena Romo, Nicolás Sánchez Albornoz, Ramón Viladás y Vicente Girbau crearon un magnífico dispositivo de lucha contra el franquismo. Sus libros prohibidos por la censura y su revista Cuadernos de Ruedo Ibérico alimentaron la resistencia en el interior y las esperanzas del exilio en México, si bien con muchas interferencias y dificultades. Sin embargo, sobre ese ambicioso proyecto se ciernen en la actualidad algunas sombras. Ruedo Ibérico, como muchas otras editoriales y revistas que funcionaban en los años sesenta, no fue ajena a la acción del Congreso para la Libertad de la Cultura, el principal organismo pantalla a través del que la CIA creó una red de influencia cultural en Europa y en la mayor parte del mundo en esos años de la Guerra Fría.

José Martínez Guerricabeitia (1921-1986)

Los actores, Pepe Martínez y Julián Gorkin

La correspondencia entre José Martínez Guerricabeitia, director de Ruedo Ibérico, y Julián Gorkin, que se conserva en el Instituto Social de Amsterdam, pone en evidencia la existencia de una corriente activa de simpatía e influencia mutua a lo largo de más de una década, entre 1964 y 1977. Los dos compartían afinidades ideológicas de origen que los unían en el anticomunismo que siempre cultivaron. Pepe Martínez había sido anarquista, aguilucho de la FAI, en su juventud en Valencia durante la guerra civil y ese pedigrí siempre le acompañó. Sus recuerdos de la contienda eran metafóricamente triunfales, según su biógrafo Albert Forment. En los años sesenta le confesaba a una amiga italiana, Magali Sarfati: Tener quince años y estar en Valencia con granadas en el cinto y saber que uno es el dueño de la ciudad son cosas de las que uno no se cura.[1] Con el tiempo se convirtió en “un personaje molesto, histórica y personalmente hablando” —en palabras de su amigo Gérard Imbert Martí— “la mala conciencia encarnada, la mala leche personificada y, al mismo tiempo, una persona intelectualmente fascinante; muy ecléctica, en el mejor sentido de la palabra, por vocación, curiosidad, siempre atento a lo último aquí, ahí y de donde viniera, curioso como el buen humanista que era en el fondo, enciclopédico en su saber”.[2] Él y Julián Gorkin eran refugiados políticos de procedencia valenciana que vivían en París desde 1948. El segundo había sido dirigente del POUM durante la guerra y había estado antes exiliado en México. Mientras que Pepe Martínez, que era muy joven en 1939, no fue encarcelado al terminar la contienda —al contrario que su hermano y su padre, también anarquistas— pero sí estuvo interno en un centro reformatorio en Burjassot (Valencia) por sus antecedentes políticos.[3]

En realidad, Julián Gorkin era un pseudónimo de Julián Gómez García, un español que estaba al frente desde 1960 del Centro de Documentación y de Estudios en París, un organismo controlado por la CIA y dirigido por este histórico dirigente del POUM y del PCE, que había pasado ocho años exiliado en México. Gorkin era un activo antifranquista y al mismo tiempo un furibundo anticomunista a las órdenes de Washington, si bien nunca fue un agente en nómina de la CIA, en opinión de Andrés Ortí Buig, autor de una interesante tesis doctoral sobre el personaje. El anticomunismo de Gorkín primaba por encima de su antifranquismo y el propio régimen supo aprovecharse de ello.[4]

Durante su estancia en México, Gorkin estableció contacto con el Consulado de EEUU en fechas muy tempranas y desde 1940 hasta su salida del país azteca en 1948 estuvo colaborando en la denuncia de comunistas españoles (algunos de ellos, como el escritor Max Aub, no lo eran, pero fueron objeto de sus acusaciones; otros sí que lo eran, como Joan Comorera, del PSUC). A cambio, reiteradamente, solicitó un visado para viajar a EEUU que le fue denegado por sus antecedentes comunistas. En cualquier caso, no fue el único que colaboró con la Inteligencia americana en busca de un pasaje. Fueron muchos y entre ellos el pintor Diego Rivera, militante del PCM, que sí consiguió su objetivo de viajar a EEUU.[5] Gorkin no lo logró, pero se ganó la fama de trabajar para los intereses del imperialismo estadounidense y de ser trotskista.[6] En París, algunos años después, se convirtió en el organizador de la obra propagandística de la CIA para el mundo hispánico a través de la revista Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura», según Paul Preston.[7] Gorkin también era en ese momento un referente entre los exiliados españoles que vivían en París. Una especie de “conseguidor”, conocido por sus medios y contactos, al que recurrían muchos para pedirle trabajo y favores.[8]

Entre Julián Gorkin y José Martínez Guerricabeitia había una sinergia de intereses. Ambos valoraban el hecho de que la editorial Ruedo Ibérico pudiera funcionar como un buen ariete en la lucha antifranquista. Pepe Martínez aspiraba a controlar un mercado potencial de libros en España, al que tenía que acceder sorteando las trabas impuestas por la censura. Buscaba un perfil de lector crítico, ávido de conocimiento y sensible a la evolución política del país. Ese público lector se complementaba con el nicho de mercado que representaba el lector francés interesado por temáticas relacionadas con España.[9] Se lo explicaba muy claro a su amigo Francisco Carrasquer en una carta: el objetivo es publicar para el público hispánico libros españoles o extranjeros que nuestros editores no publican, y para el público extranjero, libros sobre España que sus editores no publican.[10] También a su amigo Gorkin le informaba en los mismos términos: la finalidad perseguida por  nuestra empresa es publicar en lengua española libros que la censura franquista prohíbe en España y hacerlos llegar a nuestros compatriotas.[11] Gorkin veía en Ruedo Ibérico la oportunidad de publicar determinados libros y de difundir a través de ellos su mensaje anticomunista y filoestadounidense entre la resistencia antifranquista del interior de España y sobre todo entre la juventud universitaria, que empezaba a protagonizar sonoras protestas.

Julián Gorkin (1901-1987). (Foto: Fundación Andreu Nin)

Las redes del Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC) alcanzan a Ruedo Ibérico

Al igual que Max Aub, que no puede ser considerado sospechoso de simpatías anticomunistas, muchos intelectuales pensaron que los libros y la revista Cuadernos de Ruedo Ibérico cumplían una función de lucha activa contra el régimen de Franco y, ciertamente así era, pero cuando se analiza con detalle la correspondencia de José Martínez Guerricabeitia con Julian Gorkin en esos años, se aprecia que no existía una línea cien por cien independiente en la editorial y el historiador Manuel Tuñón de Lara no iba tan desencaminado cuando aconsejaba a su amigo Max Aub que no escribiera en los Cuadernos:

[…] Comprendo que estás en relaciones de autor-editor con [José] Martínez, pero si quieres un consejo de amigo que te quiere, es que evites publicar en esos «Cuadernos», por lo menos por ahora. Tú no tienes necesidad de ello y ellos la tienen de ti.[12]

Las redes de la actividad del Congreso por la Libertad de la Cultura (CLC), organismo pantalla de la CIA, tenemos indicios de que alcanzaban de forma subrepticia a la editorial Ruedo Ibérico, al igual que a otros cientos de revistas culturales y políticas en todo el mundo. Esa tela de araña se extendía desde Washington y configuraba un gigantesco mapa en la guerra fría cultural.[13] En los años sesenta el apoyo económico proveniente del CLC —que se nutría de fondos de los sindicatos y fundaciones privadas de EEUU— oxigenó muchas actividades del antifranquismo: congresos (incluido el Contubernio de Múnich de 1962), publicaciones y todo tipo de actos. El investigador que más ha profundizado en la conexión entre Gorkin, el CLC y el Congreso de Múnich es Jordi Amat en su tesis doctoral que después plasmó en su libro La primavera de Múnich. [14]

Se ha conocido, asimismo, que después de que el equipo de la editorial Ruedo Ibérico se decantara por los expulsados del PCE, Fernando Claudín y Jorge Semprún, el CLC le ayudó a asegurar una mayor difusión de sus libros a través del Comité d’Écriteurs et Écrivains.[15] Las guerras intestinas dentro del PCE a principios de los sesenta tuvieron un eco muy importante en las batallas internas que libraron los socios de Ruedo Ibérico, especialmente en los enfrentamientos entre Vicente Girbau y Pepe Martínez, y condujeron finalmente al segundo a la gerencia de Ruedo Ibérico. Algunos de los colaboradores más importantes de la editorial, como Ignacio Fernández de Castro y Francisco Farreras trabajaban para la oficina del Congreso para la Libertad y la Cultura, que dirigía el antiguo miembro del POUM Gorkin, y, al igual que uno de los fundadores de Ruedo Ibérico, el abogado Ramón Viladás, percibieron fondos del CLC para su mantenimiento en París en esos años. En una carta que envía Victoria Kent a Gorkin en 1958 le anunciaba que había podido enviar a Viladàs y Farreras la cantidad de 12.600 francos a través de la Spanish Refugee Aid de McDonald, una institución fundada por Nancy McDonald en 1953, que desde entonces fue la entidad que posibilitó el envío de los fondos que Gorkín solicitó para ayudar a los nuevos exiliados.[16] Muchos de ellos eran miembros de la Asociación Socialista Universitaria (ASU) y del Frente de Liberación Popular (FLP) y huían de la represión de las revueltas universitarias en España. La pluralidad ideológica de la que hacía gala la revista Cuadernos de Ruedo Ibérico se nutría especialmente de ex miembros del PCE, militantes del FLP, trotskistas y libertarios, pero no incluía a comunistas.[17]

Ejemplares de la revista Cuadernos de Ruedo Ibérico en la exposición ‘Ruedo ibérico. 
Un exilio intelectual en tiempos del franquismo’, en la Sala Alfons Roig del MuVIM.

En una carta de 8 de enero de 1966, Julián Gorkin le escribió a José Martínez Guerricabeitia para decirle que había leído con mucho interés los tres primeros números de Cuadernos de Ruedo Ibérico y, aunque no estaba de acuerdo con todos los textos publicados, creía que Cuadernos de Ruedo Ibérico y Mañana,[18] la revista mensual editada en español por el Centro de Documentación y de Estudios de París, impulsada y financiada por el CLC, podían ser dos tribunas complementarias con la misma finalidad de oposición antifranquista.[19] José Martínez le contestó dando muestras de manifiesta identificación con el ideario del CLC:

Querido amigo: he leído con evidente satisfacción tu carta del 8 de enero. El programa que expones al final de la misma es el nuestro y en el campo que nos asignas tú con tu buen sentido. No sé si seremos capaces de desarrollarlo, pero personalmente me esfuerzo y me esforzaré en que así sea. Nos hacen falta nuevas informaciones, nuevas ideas, pero también nuevos hábitos. Y esto último no es lo de menor importancia. En este contexto créeme que tu carta me sirve de aliento.[20]

Las relaciones entre Julian Gorkin y José Martínez Guerricabeitia están plasmadas en la correspondencia que se conserva en el archivo del editor en el Instituto Social de Amsterdam, como ya hemos dicho, pero también en el interesante libro de Gloria Glondys sobre la guerra fría cultural se da cuenta de la actividad de Ruedo Ibérico en ese contexto. En una carta de Julián Gorkin a Joaquín Maurín, datada el 6 de julio de 1965, Gorkin afirmaba:

Te diré que después de haberme mantenido alejado de Ruedo Ibérico, porque lo mediatizaban comunistas y comunizantes, al entrar en crisis sería el PCE y decantarse los que rodean a Ruedo Ibérico por los escisionistas, entablé relación con ellos e incluso les presté el ejemplar español de tu libro […].[21]

Las afinidades anarquistas y del POUM que unían a José Martínez y Julián Gorkin afloran con frecuencia en las cartas. Hablaban de la publicación de determinados libros, como Revolución y Contrarrevolución en España (1966) de Joaquín Maurín o Los problemas de la revolución española de Andrés Nin (1971) y Gorkin le insistía sobre la traducción y publicación de otros, como Spanien de Hans Joaquim Sell, un antiguo soldado de la Wehrmacht alemana, que entre 1960 a 1968 fue corresponsal extranjero en España hasta que el gobierno de Franco le revocó el permiso de trabajo y que en 1965 era miembro del PEN Club Internacional que dirigía Julián Gorkin.  La mano del excomunista también podría estar detrás de la edición de los libros del miembro del Opus Dei Rafael Calvo Serer en Ruedo Ibérico por las múltiples alusiones que encontramos.[22]

Catálogo de la colección España Contemporánea 
e índice del número 1 de Cuadernos de Ruedo Ibérico

En el caso de las editoriales ese era el mecanismo que utilizaba el CLC para influir en la línea editorial. Primero recomendaba los libros que podían ser publicados y a continuación compraba centenares de copias y apoyaba sus lanzamientos en periódicos y revistas, mediante escritores y periodistas que colaboraban con el CLC.[23] Según se dice en la correspondencia, el Centro de Documentación y de Estudio de París había comprado 60 ejemplares del libro de Herbert R. Southworth, El mito de la cruzada de Franco.[24] Un libro muy alabado por Tuñón de Lara y cuyo autor norteamericano curiosamente nada tenía que ver con el CLC. Para Paul Preston “la importancia de Southworth radica en que fue un luchador cultural que se esforzó por combatir no sólo las políticas culturales represivas del régimen franquista, sino también las actividades, a menudo paralelas, del CLC”.[25] No utiliza Preston términos tan elogiosos cuando se refiere al escritor Burnett Bolloten, íntimo amigo de Julián Gorkin y muy influido por él. Dice de él que —al igual que Georges Orwell— adoptó en sus obras una línea de guerra fría, es decir, que presentaba como cuestión central de la guerra española el papel de los comunistas españoles y de sus patrocinadores rusos en la represión de los anarquistas y del POUM, semitrotskista. Solo Southworth combatió activamente esa idea.[26] Esa era la línea de pensamiento que apoyaba el CLC y que Gorkin defendía. En la correspondencia, José Martínez le comentaba al respecto del libro La Révolution espagnole de Burnett Bolloten, publicado por Ruedo Ibérico en 1977, que le había dado mucho trabajo, pero era un buen libro:

Le puedes decir a Bolloten que mande lo que quiera introducir en su libro, tras la lectura del tuyo [El proceso de Moscú en Barcelona]. El libro de Bolloten está ya compuesto. Ya él ha corregido las primeras pruebas. Me ha dado mucha guerra el tal libro. La traducción y su corrección por el autor ha llevado más de dos años. En realidad, hubo que traducirlo dos veces. Con otro autor así, cerramos la tienda. Claro, el libro es bueno. Pero no me ha cedido, por motivos que no comparto, la edición española, la única rentable.[27]

José Martínez, acuciado por las deudas, se mostraba siempre muy dado a quejarse de sus problemas económicos y a solicitar ayudas. En una carta del 5 de mayo de 1964 le pedía a Gorkin que le facilitara la difusión de las obras publicadas por Ruedo Ibérico —que muchas veces tenían que lidiar con la censura franquista, el veto en Francia y la falta de resonancia en determinados foros antifranquistas— y un fichero con direcciones de personas y centros susceptibles de interesarse por nuestros libros.[28] Gorkin le facilitó las direcciones de algunos de los colaboradores del CLC, como Victoria Kent, Eugenio F. Granell y Joaquín Maurín. Los tres vivían en Nueva York y tenían medios para hacer publicidad de Ruedo Ibérico y de sus premios. Victoria Kent a través de su revista Ibérica, Granell en España Libre y Maurín era el que mejor podía hacer difusión porque tenía una agencia de prensa con 32 periódicos de lengua española en los EE.UU. y en Latinoamérica.[29]

Julián Gorkin era en ese momento, como ya hemos dicho, una especie de “conseguidor” al que recurrían muchos españoles refugiados para pedirle trabajo y favores.[30] A José Martínez le prestaba una ayuda interesada y estaba muy al tanto de las batallas que se libraban en el seno de la editorial.  En una carta dirigida a Maurín le decía «Parece que han salido de los líos que tenían, que disponen ya de medios […]». [31] Buena parte de las crisis periódicas por las que atravesaba Ruedo Ibérico estaban causadas por la propia ambigüedad ideológica del proyecto. En opinión de la historiadora Aranzazu Sarriá Buil: Era difícil diferenciar si se trataba de un grupo político constituido bajo forma de empresa comercial o era una empresa comercial que asumía las tareas de un grupo político”.[32]

A mediados de los años sesenta los rumores sobre la financiación del CLC por el Gobierno norteamericano que circulaban en los ambientes intelectuales y políticos de Europa y América eran un clamor. Desde 1955 Indalecio Prieto venía denunciando las conexiones entre la revista Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura y la CIA y manteniendo agrias polémicas con Julian Gorkin sobre el tema.[33] En 1966 aparecieron cinco artículos en el New York Times que denunciaban la vinculación entre el CLC y la CIA y estalló el escándalo de la financiación, que no dejó indemne a Gorkin. Significó el final de su etapa más gloriosa. Sin los fondos y el respaldo de la CIA el viejo excomunista tuvo que reinventarse para ganarse la vida. Y no tardó en hacerlo. En 1969 fue nombrado presidente del Pen Club Internacional de escritores. Era el último favor que le hicieron sus amigos estadounidenses. Una forma de pagar su lealtad al CLC y agradecerle los servicios prestados.[34] El PEN Club Internacional, como constató Stonor Saunders en su libro La CIA y la guerra fría cultural, fue otra de las instituciones intervenidas por la Inteligencia estadounidense.

Viñeta del cómic ‘La saga del Príncipe Bormanus y de la princesa creuteuboba 
o el carismático Francoráculo’, de GES, publicado por Cuadernos de Ruedo Ibérico en 1972.

Coda final

Los avatares en la vida de Gorkin no interrumpieron la relación de amistad y colaboración profesional, que continuó siendo buena hasta el final entre los dos. En la última carta de marzo de 1977, Pepe Martínez le escribe a Gorkin diciéndole que ya ha pedido el pasaporte y piensa volver a España para abrir Ruedo Ibérico en Barcelona, aunque, a decir verdad, según le cuenta: no tengo ningún deseo de ir a nuestra tierra, ni la grande, ni la pequeña, pero sí la voluntad de hacerlo en cuanto tenga el pasaporte”.[35] En palabras de su amigo Luciano Rincón: En realidad, nunca volvió del exilio, aunque viviera en Madrid. Cuando murió [accidental y prematuramente por una explosión de gas en su domicilio] algunos quizá respiraron aliviados: era un testigo incómodo. A otros, su muerte nos hizo daño”.[36] Durante su estancia en España se mostró exageradamente crítico con la forma en que se llevó a cabo la Transición democrática, que para él estuvo amañada. “No es cierto que encajara mal su inserción en esta democracia. Lo que encajaba mal era su construcción sietemesina, los desgarros y desesperanzas que padecía la sociedad civil estupefacta por el espectáculo de avidez, cinismo y depredación de su clase política”, según Alberto Hernando.[37]

Julián Gorkin, por su parte, en la última etapa de su vida continuó con su evolución ideológica y se afilió al PSOE. Además, según el historiador Andrés Ortí Buig, explotó a fondo su pasado y ofreció su testimonio sobre algunos de los pasajes más importantes de su vida. Participó en documentales, programas de televisión y actos de homenaje en memoria de sus antiguos compañeros del POUM. Fantaseó e inventó a conveniencia para reforzar su papel en la historia en lo que quedó como una prueba más de la vanidad que le acompañó hasta su fallecimiento a los 86 años en París”.[38]

Analizar el pasado desde el presente nunca es fácil. “El pasado es un país extranjero y juzgar el pasado con los criterios del presente es un anacronismo y es el triunfo del provincianismo”, nos dice Carlo Ginzburg.[39] En este artículo no hemos pretendido restar importancia histórica a la empresa de José Martínez Guerricabeitia, solo hemos querido situarla en el contexto de guerra fría cultural en el que nació y tuvo su desarrollo. Ruedo Ibérico fue una más de la pléyade de editoriales y revistas que en los años sesenta cayeron en las redes del Congreso para la Libertad de la Cultura, el principal organismo pantalla creado por la Inteligencia norteamericana para extender su influencia cultural en Europa y en la mayor parte del mundo en esos años de la Guerra Fría, pero eso no quita para que cumpliera un papel determinante en apoyo del antifranquismo.

Stand de la editorial Ruedo Ibérico en la feria de Frankfurt del año 1973 
(foto: Blogs Canal Sur)

Notas

[1] FORMENT, Albert, José Martínez: la epopeya de Ruedo Ibérico, Barcelona, Anagrama, 2000, p. 74.

[2] IMBERT MARTÍ, Gérard, “José Martínez. El deber de la memoria”, en HERNANDO, Alberto, Ruedo Ibérico y José Martínez: la imposibilidad feroz de lo posible, Logroño, Editorial Pepitas de Calabaza, 2017, pp. 15-16.

[3] FORMENT, Albert, José Martínez: la epopeya de Ruedo Ibérico, Barcelona, Anagrama, 2.000, p. 86.

[4] ORTÍ BUIG, Andrés, Julián Gorkin (1901-1987). Un viaje a lo opuesto, Tesis doctoral, Universidad Rey D. ORTÍ Jaime (UJI), Castellón de la Plana, 2020, p. 305 y 314.

[5] ORTÍ BUIG, Andrés, Julián Gorkin (1901-1987). Un viaje a lo opuesto…, pp. 151-157.

[6] Ibid., p. 162.

[7] PRESTON, Paul, “Guerra Fría e historiadores anglosajones”, Revista de Estudios Globales. Análisis Histórico y Cambio Social, 2/2023, N.º 4, p. 199.

[8] BUIG, Andrés, Julián Gorkin (1901-1987). Un viaje a lo opuesto…, p. 320.

[9] SARRÍA BUIL, Aránzazu, “Oponerse al franquismo editando en París: Ruedo Ibérico y les Éditions Maspero”, Laberintos. Revista de estudios sobre los exilios españoles, València, 2020, p. 318.

[10] IIHS, Amsterdam, Carta de José Martínez a Francisco Carrasquer, París, 15 de enero de 1961, en SARRÍA BUIL, Aránzazu, “Oponerse al franquismo editando en París: Ruedo Ibérico y les Éditions Maspero”, Laberintos. Revista de estudios sobre los exilios españoles, València, 2020, p. 318.

[11] IISH Amsterdam, José Martínez Guerricabeitia Papers – ARCH00859, Correspondencia Julián Gorkin-José Martínez, 5 de mayo de 1964.

[12] Archivo Max Aub (en adelante AMA), Correspondencia Max Aub y Manuel Tuñón de Lara, caja 14, N.º 47, carta de 10 de agosto de 1965.

[13] JANNELLO, Karina, “La guerra fría cultural en sus revistas. Programa para una cartografía”, Universum, vol. 36, n.º 1, 2021, pp. 131-151.

[14] AMAT, Jordi, La primavera de Múnich, Tusquets, Barcelona, 2016. Véase también AMAT, Jordi, “Europeísmo, Congreso por la Libertad de la Cultura y Oposición antifranquista (1953-1966), Historia y Política, n.º 21, Madrid, 2009, pp. 55-72.

[15] GLONDYS, Olga, La guerra fría cultural y el exilio republicano español: Cuadernos del congreso por la libertad de la cultura (1953-1965), Madrid, Editorial CSIC Consejo Superior de Investigaciones Científicas, 2012, p. 299.

[16] ORTÍ BUIG, Andrés, Julián Gorkin (1901-1987). Un viaje a lo opuesto…, p. 280.

[17] HERNANDO, Alberto, Ruedo Ibérico y José Martínez: La imposibilidad de lo imposible, Logroño, Editorial Pepitas de calabaza, 2017, p. 33.

[18] La revista Mañana, dirigida por Dionisio Ridruejo desde España, pero publicada en París, tuvo una vida efímera de enero de 1965 hasta octubre de 1966. Desapareció de manera abrupta con el escándalo internacional que probó que el CLC estaba financiado por la CIA. ORTÍ BUIG, Andrés, Julián Gorkin (1901-1987). Un viaje a lo opuesto…, pp. 314-315.

[19] IISH Amsterdam, José Martínez Guerricabeitia Papers – ARCH00859, Carta de Julián Gorkin a José Martínez, 8 de enero de 1966.

[20] IISH Amsterdam, José Martínez Guerricabeitia Papers – ARCH00859, Correspondencia Julián Gorkin-José Martínez, 18 de enero de 1966.

Atentado a la librería en octubre de 1975 
Foto: A. FORMENT, José Martínez: la epopeya de Ruedo ibérico.)

[21] GLONDYS, Olga, La guerra fría cultural y el exilio republicano español…, p. 299.

[22] IISH Amsterdam, José Martínez Guerricabeitia Papers – ARCH00859, Correspondencia Julián Gorkin-José Martínez, 5 de abril y 28 de abril de 1972.

[23] GLONDYS, Olga, La guerra fría cultural y el exilio republicano español…, p. 299.

[24] IISH Amsterdam, José Martínez Guerricabeitia Papers – ARCH00859, Correspondencia Julián Gorkin-José Martínez,

[25] PRESTON, Paul, “Guerra Fría e historiadores anglosajones”, Revista de Estudios Globales. Análisis Histórico y Cambio Social, 2/2023, N.º 4, p. 199.

[26] Ibid., p. 207.

[27] IISH Amsterdam, José Martínez Guerricabeitia Papers – ARCH00859, Correspondencia Julián Gorkin-José Martínez, 2 de marzo de 1977. El subrayado está en la carta original.

[28] IISH Amsterdam, José Martínez Guerricabeitia Papers – ARCH00859, Correspondencia Julián Gorkin-José Martínez, 5 de mayo de 1964.

[29] IISH Amsterdam, José Martínez Guerricabeitia Papers – ARCH00859, Correspondencia Julián Gorkin-José Martínez, 8 de mayo 1973.

[30] ORTÍ BUIG, Andrés, Julián Gorkin (1901-1987). Un viaje a lo opuesto, Tesis doctoral, Universidad Rey D. ORTÍ Jaime (UJI), Castellón de la Plana, 2020, p. 320.

[31] GLONDYS, Gloria, La Guerra Fría cultural y el exilio republicano español...p. 299.

[32] HERNANDO, Alberto, Ruedo Ibérico y José Martínez…, p. 33.

[33] GLONDYS, Gloria, La Guerra Fría cultural y el exilio republicano español...pp. 281-282.

[34] BUIG, Andrés, Julián Gorkin (1901-1987). Un viaje a lo opuesto…, p. 322.

[35] IISH Amsterdam, José Martínez Guerricabeitia Papers – ARCH00859, Correspondencia Julián Gorkin-José Martínez, 2 de marzo de 1977.

[36] RINCÓN, Luciano, “Ruedo Ibérico”, El País, 11 de marzo de 1989.

[37] HERNANDO, Alberto, Ruedo Ibérico y José Martínez…, p. 123.

[38] ORTÍ BUIG, Andrés, Julián Gorkin (1901-1987). Un viaje a lo opuesto…, p. 347.

[39] TAPIA, Francisco, Entrevista a Carlo Ginzburg, “Juzgar el pasado con los criterios del presente es el triunfo del provincianismo”, Revista Santiago. Ideas, Crítica y Debate, 24 de septiembre de 2021.

Fuente: Conversación sobre la historia

Portada: Ilustración de Antonio Saura para la cubierta de España hoy (presentación y montaje de I. Fernández de Castro y J. Martínez), París: Ruedo Ibérico, 1963. Fondos del Centro de Documentación del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía