FUENTE: https://elsudamericano.wordpress.com/2025/07/21/el-pentagono-y-la-escuela-de-asesinos-por-darrin-wood/
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Escuela de Asesinos 1946-1960
La
Escuela de las Américas del Ejército de Estados Unidos fue creada en
1946, como el “US Army Latin American Training Center” (Centro de
Adiestramiento Latino Americano del Ejercito de EE.UU.) en Fort Amador,
en territorio panameño. Poco después cambio su nombre por el de “Latin
American Ground Forces School” (Escuela de Fuerzas de Tierra de América Latina).
En 1949 se mudó a las instalaciones de un hospital construido para
atender los heridos de una hipotética y nunca materializada invasión
japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, en Fort Gulick, también en
Panamá, con el nuevo nombre de “Escuela del Caribe del Ejercito de
EE.UU.” En el año 1956, los cursos en ingles fueron eliminados y “Uno para todos, todos para uno”
empezó a ser el lema oficial de la Escuela. Durante su primera época,
las enseñanzas en la Escuela se dividían en tres departamentos: Comunicaciones, Armas y Tácticas e Ingenieros.
No había cursos relacionados a la Contrainsurgencia porque esta
doctrina todavía no existía en los manuales de guerra de Estados Unidos.
La Guerra Fría acababa de empezar y los militares solo pensaban en
Europa; entonces, se aprendía de las batallas de la Segunda Guerra
Mundial: los movimientos de tanques y grandes ejércitos para defender o
invadir a otros países.
En
los años cincuenta, los encargados de la muerte y la destrucción en
América Latina eran “los chicos” de la Agencia Central de Inteligencia
(CIA). Un importante documento de la CIA de aquella época es el llamado
“Estudio del Asesinato”, el cual fue desclasificado recientemente en las
investigaciones alrededor del golpe de Estado contra el gobierno de
Jacobo Árbenz, ocurrido en Guatemala en 1954. Según la revista de investigación estadounidense “Covert Action Quarterly”:
“El
manual es un catálogo útil de consejos y herramientas. Las sugerencias
incluyen instrumentos contundentes, instrumentos filosos, caídas de 75
pies a una superficie firme, envenenamiento, accidentes de coche
planificados, rifles, subametralladoras, pistolas, incendios provocados y
explosivos”. El manual sugiere el estudio de intentos de asesinato
exitosos y fracasados como los de Lincoln, del Archiduque Ferdinand,
Marat, Trotsky y Hitler. Termina con un diagrama, “La Técnica del Aula
de Reunión”, no acerca de cómo conducir una reunión sino como “entrar en
un aula de reunión y matar a todo el mundo que se encuentra en ella,
dejando atrás propaganda para implicar a tus opositores”.
Algunos consejos curiosos, incluidos en el manual ligado a la defensa estadounidense de la “Democracia”, en aquella época, son:
a.–
“Puede ser necesario asesinar a un líder político cuya carrera empieza a
florecer y el cual representa un peligro claro y presente a la causa de
la libertad. Sin embargo, raramente se puede emplear el asesinato con
una conciencia clara. No deben intentarlo las personas que son
moralmente delicadas”.
b.–
“El accidente más eficiente en un asesinato simple es una caída a una
superficie solida desde 75 pies o más. Sirven ascensores, escaleras,
ventanas sin red metálica y puentes. Caídas al agua desde puentes no son
fiables”.
c.–
“Figuras públicas u oficiales con guardaespaldas pueden ser asesinados
con seguridad y gran fiabilidad si puede establecerse un punto de fuego
antes de un evento oficial. El valor propagandístico de este sistema
puede ser muy alto”.
d.–
“La subametralladora es especialmente adecuada para trabajos
interiores, cuando más de una persona debe ser asesinada. Se ha creado
una técnica efectiva para ser aplicada por un par de pistoleros con
subametralladoras; en esta técnica, una habitación con una docena de
sujetos puede ser “purificada” en alrededor de 20 segundos, con poco o
ningún riesgo para los pistoleros”. […]
La
victoria de la Revolución Cubana en 1959 causó muchos cambios en la
Escuela. Los miles de oficiales cubanos que recibieron adiestramiento en
Fort Gulick acerca de las grandes batallas en Europa y el Pacifico
durante la Segunda Guerra Mundial, no pudieron con la guerrilla de Fidel
y el Che. Los maestros del Pentágono descubrieron que se podía
encontrar el enemigo dentro y no fuera del país.
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1961-1980: La doctrina de “Seguridad Interna”
Una
de las primeras preguntas que hizo el nuevo presidente de Estados
Unidos, John F. Kennedy, cuando tomó posesión de su cargo en 1961 fue
“¿Qué estamos haciendo en relación con la guerra de guerrillas?”. “Casi
nada”, fue la respuesta. De inmediato, Kennedy y el Pentágono empezaron a
crear programas para cubrir este vacío. Por ejemplo, la fundación de
los “Boinas Verdes” y la Escuela de Guerra Especial y Operaciones
Psicológicas en Fort Bragg, Carolina del Norte.
Según
un estudio de Steven Metz, catedrático de Asuntos de Seguridad
Nacional, en el Colegio de Guerra del Ejército estadounidense:
“Inspirado por el discurso de Krushchev
de enero de 1961 endosando “guerras de liberación nacional”, la mermada
situación de seguridad en Laos y Vietnam del Sur, la consolidación del
régimen de Fidel Castro en Cuba, la derrota francesa en Argelia y el
estallido de insurgencias comunistas en Colombia y Venezuela, Kennedy
estaba convencido que la agresión indirecta a través de insurgencias
guerrilleras había llegado a ser una amenaza primordial. Entonces, el
razonamiento por el compromiso estadounidense en la contrainsurgencia
surgió de ideas como la “teoría del domino” y la noción de la “muerte por mil cortes” avanzadas por los teóricos franceses de la guerre revolutionnaire.
Este grupo creía que la Guerra Revolucionaria era la forma dominante de
conflicto a finales del siglo XX. Una derrota de las fuerzas pro-
occidentales, incluso en lugares que parecen estratégicamente
insignificantes, empezaban a ser importantes cuando fueron vistos como
una pequeña contribución más a la victoria global [del Bloque] Soviético”.
El programa de cursos en la Escuela de las Américas (SOA),
que oficialmente tomo este nombre durante la Administración de Kennedy
en 1963 se vio afectado también por las nuevas preocupaciones militares.
Empezando en 1961, se reorganizo los departamentos de la SOA; desde
entonces existían Tácticas, Logística y, la nueva, Seguridad Interna.
“Seguridad Interna” [Internal Defense] era la respuesta a la pregunta de Kennedy: “¿Que estamos haciendo?”,
sobre la guerra de guerrillas. Dentro de los nuevos cursos de Seguridad
Interna, se encontraba “Contrainsurgencia”, “Contrainteligencia”,
“Inteligencia Militar”, “Guerra Irregular” y “Operaciones de Selva”,
entre otros.
La década de los sesenta también vio la publicación por parte de la CIA del manual “KUBARK Counterintelligence Interrogation-1963”,
para ser usado en el adiestramiento de agentes de inteligencia de otros
países. Este manual sirvió de base para otros manuales en uso en la SOA
hasta entrada la década de los noventa. KUBARK es también la base para
el manual “Human Resource Exploitation Training Manual–1983”
que fue utilizado por la CIA hasta 1994-1995. Los manuales KUBARK y
HRET-83 salieron a la luz pública gracias a las investigaciones
alrededor del Escuadrón de la Muerte, formado por el Ejército de
Honduras en los años ochenta, el tristemente famoso Batallón 3-16.
Cuatro de los cinco militares hondureños citados como responsables del
Batallón 3-16 son graduados de la Escuela de las Américas.
Dada
la importancia de dichos manuales en relación con la práctica de
Tortura, tanto en México como en otros países de América Latina,
queremos ofrecer a continuación algunos extractos:
a.–
Acerca de la tortura física o “técnicas de coacción”: “Aunque no
queremos enfatizar sobre el uso de técnicas de coacción, si queremos
darlas a conocer y explicar las maneras propias de usarlas”.
b.
– Las “técnicas de coacción” incluyen: “amenazas, miedo y dolor”; sin
embargo, “es necesario tener el permiso del cuartel general si en los
interrogatorios se van a usar métodos o materiales médicos, químicos o
eléctricos”. La CIA ha confirmado que “los métodos o materiales
eléctricos” significan la aplicación de descargas eléctricas a los
torturados.
c.–
“Siempre es más útil usar técnicas psicológicas”, porque “la amenaza de
infligir dolor puede causar efectos más dañinos que la sensación
inmediata del dolor. De hecho, la mayoría de las personas subestima su
capacidad de aguantar dolor”.
d.–
Ejemplos de técnicas de “autotortura” son: “forzar al detenido a
mantener una posición rígida, como estar firme de pie o sentarse en un
taburete durante largos periodos de tiempo”. Este método es efectivo
porque “el dolor que está siendo infligido desde fuera puede
intensificar la determinación del sujeto a resistir”, mientras que “el
dolor que uno siente que está siendo infligido por uno mismo, tiene más
probabilidades de debilitar su resistencia”.
e.– Se pueden usar torturas más intensas, si el detenido ha sido entrenado para resistir interrogatorios.
f.–
Suero de la Verdad: es mejor usar un placebo, dado que puede hacer que
el detenido sienta que “ha sido drogado” y que “ya nadie podría culparle
por contar todo lo que sabe”.
g.–
Detenciones: es un “modo eficiente de empezar el desequilibrio de los
detenidos”. “Las detenciones siempre deben incluir el elemento de
sorpresa para poder causar el máximo malestar”. “La hora ideal para
hacer una detención es a las primeras horas de la mañana. Al ser
detenidos en ese momento del día, la mayoría de los sujetos sufren
sensaciones intensas de conmoción, inseguridad y estrés psicológico”.
Los detenidos deben ser llevados a celdas aisladas con puertas de acero
para “prevenir que el sujeto se pueda relajar”.
Pero
los alumnos no solo hicieron lecturas de tortura en la Escuela de las
Américas. Un militar hondureño graduado de la SOA afirmo en el
documental de Robert Richter “Dentro de la Escuela de Asesinos”, que:
“La
Escuela siempre fue un frente para otras operaciones especiales,
operaciones clandestinas. Ellos, [los norteamericanos], traían gente de
la calle (gente pobre, sin hogar) a la base y los expertos nos
entrenaban en cómo obtener información usando tortura. Fuimos entrenados
para torturar a seres humanos. Ellos tenían un médico, un médico de
EE.UU., a quien recuerdo muy bien, quien adiestraba a los estudiantes
sobre la parte del cuerpo en el que torturar a fin de conseguir
declaraciones sin llegar a causar la muerte del detenido. Él les decía
cuanto puede tolerar el corazón, cuanto aguanta”.
Otra
historia negra de los sesenta tiene que ver con el Programa de Ayuda de
Inteligencia Extranjera del Ejército estadounidense (US Army Foreign Intelligence Assistance Program), que se llevó a cabo durante los años 1965 y 1966, bajo el nombre del “Project X” (Proyecto X). El ultrasecreto Proyecto X
sirvió para preparar material de adiestramiento para ejércitos
extranjeros en sus tareas de inteligencia militar. Mas de 1.000
documentos del proyecto fueron distribuidos en países amigos de EE.UU.,
incluyendo México, y también sirvieron como base para cursos de
inteligencia en la SOA hasta el año 1992. Durante una
“autoinvestigación” de la SOA en 1992, el Pentágono descubrió que
todavía se guardaban documentos y manuales del Proyecto X en la base de la 470a
Brigada de Inteligencia Militar, en Fort Huachuca, Arizona. Es probable
que nunca sabremos más detalles sobre este programa infernal. El
Pentágono dio órdenes para la destrucción de toda la documentación
relacionada con el Proyecto X en el año 92. “No vimos ninguna
necesidad de tener estas cosas circulando”, afirmó el portavoz del
Pentágono, el teniente coronel Arne Owens.
Otro
punto importante de la historia de la SOA en los años setenta tiene que
ver con el periodo de la presidencia de Jimmy Carter en Estados Unidos.
Carter intento dar más énfasis en el tema de los derechos humanos en el
continente. Una de sus iniciativas fue cortar el suministro de recursos
financieros destinados a la SOA y el número de estudiantes que
participaban allí. Carter también pensó que una parte de las violaciones
de los derechos humanos estaban siendo cometidos por graduados de los
cursos de Inteligencia Militar de la SOA. De esta forma, se fueron
eliminado algunos de estos cursos, mientras Carter fue presidente. Con
la firma del Tratado Torrijos-Carter sobre el Canal de Panamá, una de
las condiciones del Tratado especifico que la SOA tendría que salir de
territorio panameño.
Sin
embargo, Carter perdió las elecciones presidenciales en el año 1980.
Antes, los sandinistas tuvieron éxito al derrocar la dictadura de Somoza
en Nicaragua y parecía que en El Salvador y Guatemala podrían estar
próximos a caer. Pero en ese momento, un vaquero de California llego “justo a tiempo para salvar al ‘Mundo Libre’” y, con ello, claro, la Escuela de Asesinos.
.
1981-1990: ¡Bienvenido Mr. Reagan!
En 1981 llego el nuevo “sheriff”, Ronald Reagan. La idea central entonces era “¡Basta de ideas subversivas como ‘derechos humanos’, ¡hay que ganar la Guerra Fría como sea!”.
Así se duplico el número de estudiantes en la Escuela. Se creo una
nueva industria en Washington alrededor de la Guerra de Baja Intensidad
(GBI). Se volvió a enseñar “Inteligencia Militar”, echando mano a los
archivos del oscuro “Proyecto X”, de los años sesenta.
Cumpliendo
con los Tratados Torrijos-Carter, la Escuela se mudó a territorio
estadounidense en 1984, a Fort Benning, Georgia, el hogar de los
“Rangers”. Al cerrar la SOA, en Fort Gulick, el periódico panameño La Prensa
le dio el nombre de “Escuela de Asesinos”. El entonces presidente Jorge
Illueca se refirió a la SOA como “la base más grande de
desestabilización en América Latina”.
No
es que el tema de los derechos humanos fuera olvidado por completo,
pero había que entender que “el tema de derechos humanos, aunque se
considere como concepto abstracto, puede ser difícil para muchos
oficiales latinoamericanos, pues muchos consideran que tal termino se ha
empleado en forma propagandística y perjudicial para algunos esfuerzos
militares legítimos”.
Y, por supuesto, nadie quiere que se den cursos “difíciles” en la SOA.
Además, a veces la propia naturaleza de la GBI requiere otra manera de
juzgar los derechos humanos, porque, según el teórico del tema Sam C.
Sarkesian:
“Si
la participación estadounidense es necesaria y justificada, el pueblo y
los dirigentes de nuestro país deben comprender que la guerra de baja
intensidad no se ajusta a la noción democrática de táctica y estrategia.
La revolución y la contrarrevolución desarrollan su propia concepción
ética y moral, las cuales justifican el uso de cualquier medio para
acceder a la victoria. La supervivencia se convierte en el criterio
definitivo de moralidad”.
Otro
teórico de la GBI, Neil Livingston, afirmo que “las pequeñas guerras
sucias de nuestro tiempo no son hermosas, pero, si no utilizamos medidas
severas y brutales, anulamos nuestras probabilidades de lograr el éxito
en la GBI”.
Durante
el régimen de Reagan los países más importantes para la Guerra de Baja
Intensidad en el continente eran El Salvador, Honduras, Guatemala y
Nicaragua. De ellos, el más importante era El Salvador. En su estudio
sobre la Contrainsurgencia, Metz cita un informe hecho por cuatro
tenientes coroneles del Ejercito de los EE.UU., en el cual se afirma
que:
“para
Estados Unidos, El Salvador representa un experimento, un intento de
revocar el historial de fracasos estadounidenses en la conducta de
guerras pequeñas, un esfuerzo para derrotar una insurgencia a través de
la suministración de adiestramiento y apoyos materiales sin el envió de
tropas estadounidenses al combate”.
Para el ex jefe de los asesores estadounidenses en El Salvador, el
coronel John Waghelstein, “lo que suceda en el laboratorio salvadoreño
será una experiencia muy útil para la próxima generación de asesores por
desplegar en el Tercer Mundo”.
El
gobierno estadounidense llevo a cabo este experimento de adiestramiento
en El Salvador, con el uso de la Escuela de las Américas y los “Boinas
Verdes” del Séptimo Grupo de Fuerzas Especiales de Fort Bragg, Carolina
del Norte. […]
El
teniente coronel Frank Pedrozo, asesor militar estadounidense durante
la guerra en El Salvador, del Séptimo Grupo de Fuerzas Especiales,
señaló en una entrevista acerca de sus actividades en aquel país
centroamericano que:
“Creo
que la calidad de adiestramiento era una de las contribuciones más
importantes que hicimos. Hemos tomado una fuerza policial de unos 12.000
tipos y en un periodo de 12 años los hemos transformado en un ejército
de 60.000 hombres con un límite de 55 asesores. Si lo piensas, esto es
una autentica hazaña, y es algo de lo cual yo creo que las Fuerzas
Especiales pueden estar realmente orgullosas”.
Los
cursos relacionados con el adiestramiento siguen el concepto de
“entrenar al entrenador”. así, estos graduados pueden volver a México
para adiestrar aún a más gente. Los beneficios pueden multiplicarse.
Eran programas similares en El Salvador, junto con asesores y otros
cursos directos, los que llevaron al coronel estadounidense Aron Royer a
declarar que “de una u otra forma, hemos entrenado a cada soldado del
ejército salvadoreño y adiestrado a todos los batallones de infantería.
Entrenamos a cada piloto de helicóptero de la fuerza aérea de ese país”.
[…]
Los
años noventa han sido la primera vez que la SOA ha estado bajo el
escrutinio público. Horrorizados por la investigación hecha por la
Comisión de la Verdad de Naciones Unidas sobre violaciones de los
derechos humanos durante la guerra en El Salvador, investigación que
demostró que de los 69 oficiales del Ejército salvadoreño señalados como
responsables de asesinatos, violaciones, torturas, etcétera, 47 de
ellos eran graduados de la Escuela, miles de mujeres y hombres en todo
el mundo se han estado organizado en los últimos años para cerrar la
SOA. En noviembre del año pasado, en el aniversario del asesinato de los
jesuitas españoles por parte de graduados de la Escuela, más de 600
personas fueron detenidas en una manifestación delante de Fort Benning.
Mas de 20 de ellos están ahora mismo cumpliendo condenas de cárcel por
su participación en la protesta. Paradójicamente, estos pacifistas han
sido condenados por el mismo juez que revocó la condena del único
militar estadounidense condenado por la masacre de cientos de mujeres y
niños en My Lai durante la guerra de Vietnam.
La
creciente campana para cerrar la Escuela ha llevado el teniente coronel
Demarest a afirmar en su artículo (citado con anterioridad) que “La
Escuela de las Américas no es una escuela para dictadores, pero si es
vulnerable a tal critica porque han desaparecido los principios básicos
de Guerra Fría a partir de los cuales fue fundada”. Es decir: sin los
rusos jugando a la Guerra Fría con sus compinches gringos, se está
haciendo cada vez más difícil defender las masacres de campesinos en el
Tercer Mundo.
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De la doctrina paramilitar
“Las
fuerzas paramilitares están organizadas para proporcionar autodefensa
popular. Operan en sus lugares de origen. Pueden ser de tiempo completo o
de tiempo parcial, dependiendo de la situación. Combinan capacidades de
infantería básica con técnicas policiales. Ayudan a las fuerzas del
orden, incluyendo la búsqueda de la infraestructura de los insurgentes.
También proporcionan defensa local contra las fuerzas de combate de los
insurgentes. Junto con la policía, separan a los insurgentes del pueblo,
evitando que aquellos puedan movilizar fuerzas y recursos. Las fuerzas
armadas regulares son el escudo detrás de lo cual discurre el desarrollo
político, social y económico. Su misión primaria es proteger a las
fuerzas gubernamentales, policíacas y paramilitares ante las fuerzas de
combate de los insurgentes”.
El
Quinto Grupo de Fuerzas Especiales del ejército de Estados Unidos, fue
creado en septiembre de 1961 por el presidente Kennedy, en Fort Bragg,
Carolina del Norte. Hasta ese momento, el gobierno de Vietnam del Sur y
la embajada estadounidense habían puesto énfasis en desarrollar fuerzas
militares regulares, excluyendo a las minorías étnicas y religiosas. Sin
embargo, a finales de ese año, fueron iniciados varios programas con la
intención de ampliar los esfuerzos contrainsurgentes, desarrollando el
potencial paramilitar de ciertos grupos de minorías. Destacamentos de
Fuerzas Especiales fueron asignados a la embajada estadounidense
en Saigón para dar adiestramiento y asesoría en estos programas, los
cuales eran conocidos genéricamente como Grupo Irregular de Defensa
Civil. El desarrollo de fuerzas paramilitares entre los grupos de
minorías sería la misión primordial de las Fuerzas Especiales en Vietnam.
Según
el estudio de las Fuerzas Especiales estadounidenses en Vietnam, la
idea de formar paramilitares era limpiar un territorio del “terror e
influencia” de los revolucionarios vietnamitas, conseguir apoyo para el
gobierno de Vietnam del Sur y formar un programa de autodefensa. Después
de cumplir todos estos puntos, lanzarse a la ofensiva atacando
posiciones del FLN de Vietnam.
Nada
ha cambiado desde Vietnam en el uso de grupos paramilitares en labores
de contrainsurgencia. En el “Manual de Campo 100-20”, encontramos en el
anexo titulado “Implementando la Estrategia IDAD (Defensa Interna y
Desarrollo)”:
“Las
fuerzas paramilitares, sobre todo las reclutadas para servicios
locales, están limitadas a una defensa estática en la vecindad de sus
propias casas. En comparación con el Ejército, son poco entrenadas y
carecen de buenas armas. Reciben bajos salarios, pero substituyen de
manera económica a las tropas del Ejército en áreas relativamente
seguras. En cambio, tienen capacidad para dar la alarma ante un ataque
de los insurgentes y pueden defender sus comunidades hasta la llegada de
refuerzos de combate más capacitados. Después de una campaña de
consolidación de un territorio bajo el control del gobierno, las fuerzas
paramilitares locales pueden asumir la seguridad y evitar el regreso de
los insurgentes. Empero, los comandantes militares y sus asesores jamás
deben olvidar las limitadas capacidades de combate de estas fuerzas. No
pueden sobrevivir si las fuerzas regulares de combate no están
disponibles para reforzarlas a tiempo en caso de un ataque masivo.
Además, existe un aspecto político y psicológico muy importante en la
movilización de fuerzas paramilitares. La militancia da al pueblo un
interés en el éxito del gobierno. Los paramilitares desarrollan un
compromiso psicológico que tiende a vacunarlos contra la propaganda de
los insurgentes (…) y sus trabajos contribuyen al desarrollo económico
del país”.
Pero
dentro del programa de adiestramiento hay muy poco que no se puede usar
en la lucha contrainsurgente. Un informe de Amnistía Internacional
sobre el uso de armas destinadas al ejército de Colombia para la lucha
antidroga, cita una carta escrita a McCaffrey por el coronel Warren D. Hall III, un experto en leyes que afirma:
“las
habilidades de infantería básica que las fuerzas estadounidenses de
operaciones especiales enseñan en sus despliegues antidrogas pueden ser
utilizadas también por las fuerzas armadas de Colombia en su esfuerzo
contrainsurgente”.
Hay
más razones para preocuparnos. El pasado 26 de junio, H. Allen Holmes
–vicesecretario de Defensa para Operaciones Especiales y Conflictos de
Baja Intensidad de Estados Unidos– señaló en una conferencia sobre
Inteligencia Militar:
“Las
Fuerzas de Operaciones Especiales han sido fundamentales en nuestro
trabajo con los militares mexicanos. Con el 70% de la cocaína que entra
en Estados Unidos por la frontera con México, hemos conseguido un
progreso significativo desarrollando programas de cooperación en materia
antidroga con los militares mexicanos. Hace año y medio, no teníamos
casi ningún contacto con los militares mexicanos. Hoy, estamos ayudando
al Ejército Mexicano a crear un gran número de grupos de reacción rápida
con capacidad aeromóvil para la lucha antidrogas. La fuerza principal
de este programa ha sido el adiestramiento dirigido por el Séptimo Grupo
de Fuerzas Especiales que adiestrará a casi 200 miembros de los grupos
de reacción rápida sólo en este año fiscal.”
El
Séptimo Grupo de Fuerzas Especiales ha participado en acciones desde la
guerra de Vietnam, asesorando el ejército de Vietnam del Sur, hasta la
invasión de Panamá en diciembre de 1989. Hoy en día es el grupo de
fuerzas especiales encargado del trabajo en América Latina.
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Epílogo
“El estratega exitoso de IDAD [Defensa Interna y Desarrollo, otro aspecto de la contrainsurgencia] debe entender que la verdadera naturaleza de la amenaza al gobierno se encuentra en la fuerza política
–no militar– del enemigo. Cualquier estrategia que no preste atención
seria y continua a los reclamos políticos y demandas de la oposición,
saldrá severamente perjudicada. Los programas militares y paramilitares
son necesarios para el éxito, pero no son suficientes en sí mismos.”
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Notas:
. “Campus México” de la escuela de asesinos. Publicado en La Jornada, 29 y 30 de marzo, “Bajo la doctrina de Fort Bragg”, Nuevo Amanecer Press-Europa, Especial para Masiosare. 11 de enero 1998.