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mardi 11 mars 2025

Ciencia ficción capitalista, más de lo mismo

 SIN novedad: nadie escapa del espectáculo.

Los valores individualistas del humano antoconstruido -del emprededor de sí mismo cuya versión cool se desgrana en biografías de artista, de rockero, etc- apuntan siempre al mismo modelo anarcocapitalista de Ayn Rand que el pobre Gary Cooper, sin entender muy bien su papel, interpretaba en The Foutain/El Manantial: un arquitecto al que nadie doblegará su voluntad y que, contra todos si hace falta, construirá su sueño, en este caso arquitectónico. Los arquitectos son la encarnación heroíca del emprededor, la mejor figura, la del demiurgo de carne capaz de darle al capitalismo una figura civilizacional o por lo menos con algo de trascendencia. El libro de Aynd Rand, una anticomunista feroz salida de la Rusia blanca, es la biblia capitalista del país del destino manifiesto al que dios ha agraciado para arrasar hasta la última frontera, hasta Marte empuja Musk. Esta temporada, El Brutalista, biopic de un arquitecto judío europeo salido de un campo de concentración, va del mismo rollo de redención, redención, los yankees no saben contar otra historia.  

1943


Por lo visto Ciencia ficción capitalista de Michel Nieva crítica la ciencia ficción capitalista al descubrir que efectivamente es una vertiente de lo que me gusta llamar, con Mark Fisher, realismo capitalista con Mark Fisher, o espectáculo con Guy Debord. Parece ser que la crítica del librito pierde fuelle rapidamente y el de la reseña de abajo quería más. Pero merece la pena ir más lejos? Musk con sus fantasias marcianas suena a rancio, a occidente terminal, da para unas risas como en este video. 


 



FUENTE: https://www.ccyberdark.net/10228/ciencia-ficcion-capitalista-como-los-multimillonarios-nos-salvaran-del-fin-del-mundo-de-michel-nieva/

Ciencia ficción capitalista. Cómo los multimillonarios nos salvarán del fin del mundo, de Michel Nieva

Ciencia ficción capitalista 

La única vez que he hablado en mi vida con el por lo demás admirable Jorge Herralde, tras cumplir con el motivo que nos había reunido con Luis Goytisolo, saqué el tema de la literatura de ciencia ficción y él lo rechazó con elegante firmeza. Después su editorial, Anagrama (supongo que ya no bajo su guía directa por pura lógica de edad), ha sido ejemplo de esa travesía a la que hemos asistido en los últimos años: esconder el término «ciencia ficción» en cualquiera de sus publicaciones, luego mencionarlo para negarlo («no se trata de ciencia ficción, sino…»), más tarde utilizar el incluso más abominable «una obra que trasciende la ciencia ficción», después admitir su existencia como algo de interés folklórico (véase la publicación de biografías de autores a los que a su vez no se publica) y finalmente aceptarlo al punto de dar a luz, como en el caso que nos ocupa, un ensayo sobre el género que incluye la etiqueta en su propio título. En el fondo para decir que es caca, pero de una valiosa forma más sofisticada.

Michel Nieva es un interesante autor argentino al que tenía pendiente leer. Aquí, en las primeras sesenta páginas de este breve volumen, pura y simplemente da en el clavo. Me parece muy difícil que cualquier análisis del impacto y la relevancia de la cf en los próximos años en términos más allá de lo literario no pasen por el concepto de «ciencia ficción capitalista» que Nieva desarrolla de forma impecable. Porque esa es una de las cuestiones clave para entender la ciencia ficción: es literatura, sí, y como tal hay que juzgarla, pero también es algo más, sí, y en esos términos tiene un potencial mayor que el del 95% de lo que se publica como literatura.

En resumen, Nieva lanza la idea de que el capitalismo tecnológico (lo que genéricamente solemos denominar como Silicon Valley) se ha apropiado del lenguaje de la ciencia ficción, y además utiliza buena parte de sus especulaciones como justificación para sus actos. ¿Que viene el cambio climático? Bien, la ciencia siempre podrá inventarse algo. ¿Que nos cargamos el planeta? Bueno, llevamos siglos soñando con llevarnos el tinglado a otra parte. Con dinero y talento emprendedor, amigos, todo puede solucionarse.

«Mientras el capital condena a los trabajadores del mundo a un presente perpetuo de inestabilidad, incertidumbre y endeudamiento, son los multimillonarios los únicos capaces de avizorar y monetizar ese porvenir. Así, la ciencia ficción capitalista es la violencia que restringe el monopolio de imaginar nuestro futuro a las corporaciones», afirma de manera tajante y, a mi juicio, poco discutible. El argumento de Nieva camina en la misma línea de diversos trabajos publicados en Estados Unidos para explicar la famosa afirmación de por qué es más fácil pensar en el fin del mundo que en el del capitalismo. Cómo la imaginería de la cf, consolidada en la opinión pública, es utilizada por las nuevas elites económicas para ofrecer un sueño de futuro en medio de un presente sin esperanza (también para ti, amigo proletario, empieza a lamer botas, porque el ascensor social existe en nuestro sistema, ja, ja). Todo parte de un proceso que no menciona pero está implícito en su argumentación: algunos frikis pasaron de ser los desheredados de la Tierra a los dueños del mundo, de que se les rieran en el instituto a mandar cohetes quizá hasta Marte para crear ahí su nueva utopía. Admito el uso de este término aquí en su acepción chestertoniana: la utopía de los señores que mandan en ella probablemente es la pesadilla de los subordinados.

Nieva acierta al denunciar la aporía del razonamiento dominante según el cual el mismo sistema y las mismas tecnologías que han destruido el planeta pueden ser los que salven a la humanidad y colonicen ordenadamente otros mundos. Y también al mencionar precedentes no del todo obvios: la idea germinal de Hugo Gernsback de que «el destinatario natural» de la ciencia ficción fuera el empresario, el emprendedor; la mitología ciberpunk del llanero solitario triunfante en un entorno incomprensible para los demás; incluso la participación de Arthur C. Clarke en el desarrollo de los satélites, «el punto nodal entre ciencia ficción y capitalismo (…) la primera tecnología que privatizó Estados Unidos y liberó al usufructo corporativo». También se permite bromear sobre la posibilidad de que el «componente especulativo» de la ciencia ficción hiciera referencia a la especulación financiera, y concluye: «¿Será la ciencia ficción una fase superior del capitalismo, la asociación más virtuosa entre empresariado, tecnología y literatura?».

Guau. Nosotros pensando en nuestras cositas y resulta que esos autores que no puedes comprar en las librerías, los que nuestros propios lectores más jóvenes no conocen, son el faro que guía el sendero del futuro para los tipos que aparentemente lo diseñan. Y todo suena verosímil, cuadra, está justificado en las declaraciones de interesados como el granujilla de Elon Musk, etc. Mis dieses hasta aquí, en resumen.

El problema del librito de Nieva es que las setenta páginas posteriores, más de la mitad del libro, no son tan efectivas. Mientras en las primeras abundan los datos, se cita a autores del género de forma acertada, se hila un discurso, en las siguientes, interesantes por lo demás, tengo la impresión de que ha pegado cuatro textos escritos sobre temas tenuemente asociados que no tienen la misma relevancia y solidez, aunque estén vagamente relacionados y completen la extensión de librito. Y si no es así, entonces en cualquier caso no sigue a la misma altura.

El primero de los capítulos posteriores, «Cambio climático. El gran orgullo del hombre blanco», es el más interesante, a partir de la idea de que la narrativa apocalíptica es una fantasía blanca masculina cisheterosexual, ya que sólo el macho empresario se ve capaz (ja, ja de nuevo) de ponerle remedio. A partir de algunas tendencias como la de hacer barbacoas para quemar todo el carbón posible porque así somos los machotes (es cierto, existe), Nieva desarrolla esa ideal central sin argumentarla mucho más allá de algunas publicaciones entorno a la idea del «ecopragmatismo», realmente asquerosa, pero el texto no pasa de describir del tema.

Muchos más problemas me plantea «Ciencia ficción comunista o socialismo interplanetario», que es un articulito con muy importantes carencias. Si en las páginas anteriores Nieva mostraba conocimiento del género y apenas cometía nada más que un error significativo (al calificar a Judith Merrill como autora de ciencia ficción «dura»), aquí el autor ignora por completo la existencia de una escuela «izquierdista» de cf estadounidense, por desconocimiento o por no encajar con el discurso global que quiere transmitir con el volumen.

El capítulo se centra en explicar la (por otro lado, absolutamente memorable) historia de la Cuarta Internacional Posadista, un movimiento argentino que pretendía fusionar comunismo con ufología. Por lo que relata Nieva, la historia daría para uno de esos libritos de historia y ascopena de Eric Vuillard, y no la destripo porque es extremadamente curiosa. Pero el hecho de que cite a los Posadistas y derivados como única alternativa «al monopolio de la imaginación cósmica de la ciencia ficción capitalista» demuestra que no conoce o no quiere dar valor porque contradicen su argumentario a Frederick Pohl, Robert Sheckley, Iain Banks, Ken McLeod y tantos otros si nos limitamos estrictamente a la cf anglosajona.

En particular, se echa de menos que Nieva dé cancha sin cuestionarlos a algunos razonamientos totalmente contrarios a un concepto tan en vigor en la cf como el de «el bosque oscuro», popularizado sobre todo por el chino Cixin Liu, porque de hecho no menciona ni una sola vez a ningún escritor de cf no anglosajón, lo que parece un tanto contradictorio con sus planteamientos (si bien es cierto que el fundamento de la cf capitalista está donde está, es decir, en la tradición estadounidense).

Luego, tanto «Ciencia ficción capitalista, fase superior del colonialismo» como el Epílogo (una suerte de relato metaficticio en que se aplica lo anterior) me resultan bastante ajenos. El razonamiento de fondo del capítulo es que los pueblos indígenas, «los sobrevivientes del fin del mundo que trajeron el capitalismo y el colonialismo son los únicos portadores de la sabiduría que ilustra formas diferentes de habilitar este y otros planetas de cara a un final irreversible».

A mí como lector de ciencia ficción el que se remita a la Pachamama (literalmente, no es un decir) como referente para el futuro desarrollo de la humanidad se me hace bastante cuesta arriba, quizá en mi condición de blanco (o no, según quien lo diga en USA), cisheterosexual miembro del grupo dominante etc. También porque, pese a todo, mantengo cierta fe en la ciencia en sí, más allá de su uso comercial.

Pero sobre todo me molesta que Nieva desconozca o prefiera ignorar lo muy interesada que ha estado la cf por otras formas de desarrollo social alternativas al capitalismo occidental, incluso en novelas tan conocidas como Dune o en la práctica totalidad de la obra de Jack Vance y buena parte de lo mejor de Robert Silverberg, sin olvidar tendencias actuales como el afrofuturismo, la obra de su paisana Angélica Gorodischer etc. Como en el capítulo anterior, Nieva no ha hecho los deberes y su tratamiento superficial, como de ocurrencia a la que pega sus propios intereses sin buscar más, contrasta con el de las primeras páginas, recordándonos otros lamentables acercamientos a la literatura de cf tomando el rábano por las hojas que hemos sufrido a lo largo de los años.

Ciencia ficción capitalista, en suma, abre puertas y es sin duda una aportación interesante, pero se cierra sólo como peldaño esperemos que a obras mayores. Para un lector ajeno al género probablemente despertará su interés por el fenómeno anómalo que supone la ciencia ficción, para el encallecido sólo aporta un desarrollo de una única idea interesante, para la que quizá habrían bastado treinta páginas.

Ciencia ficción capitalista. Cómo los multimillonarios nos salvarán del fin del mundo, de Michel Nieva (Anagrama, Nuevos cuadernos Anagrama 79, 2024)
144 pp. Bolsillo. 12,90€

 

vendredi 7 mars 2025

Quarante ans à dénoncer la NED et Elon Musk vient persuadé qu’il a un nid de « communistes »

 SOURCE: https://histoireetsociete.com/2025/02/08/quarante-ans-a-denoncer-la-ned-et-elon-musk-vient-persuade-quil-a-un-nid-de-communistes/

7 février 2025

Vu l’ignorance dans laquelle se complaisent nos élites, les Français ne sont pas en état d’apprécier les « révélations » qui se succèdent aux USA. Le site internet de la Maison Blanche par exemple a publié 12 exemples des dépenses d’agences financés par les bonnes œuvres de la CIA, UNSAID et NED, tous citant des rapports des médias. La liste comprenait notamment : – livraison de « centaines de milliers de repas » aux militants d’Al-Qaïda ;- 1,5 million de dollars pour « promouvoir l’égalité et l’inclusion dans les milieux d’affaires et sur le marché du travail en Serbie » ; – 70 000 $ pour la mise en scène d’une comédie musicale en Irlande ;- 47 000 $ pour un « opéra transgenre » en Colombie ;- 32 000 $ pour une « bande dessinée transgenre » au Pérou ;- financer la production de contraceptifs et de dispositifs de contrôle des naissances « personnalisés » dans les pays en développement ; – « Des centaines de millions de dollars » pour financer « des canaux d’irrigation, du matériel agricole et des engrais utilisés pour cultiver du pavot et produire de l’héroïne en Afghanistan ».

Aussitôt Elon Musk et tous les réactionnaires de son espèce en ont déduit que seuls des marxistes, communistes pervers pouvaient produire de telles âneries et soutiens aux fanatismes terroristes, mais il n’en est rien. Un des purs produits des investissements en France – c’est lui-même qui a reconnu être appointé par la NED – est Robert Menard qui s’est longtemps présenté comme trotskiste et responsable autoproclamé de reporters sans frontière au nom d’une gauche vertueuse, comme Gluksmann et BHL, Cohn Bendit et d’autres stipendiés. Mais en fait leur seul problème est le socialisme réel, celui qu’ils disent stalinien, comme le choix souverain de certains bourgeois nationalistes qui font cause commune avec les communistes. Si vous regardez les plateaux de LCI, vous saurez que les gens qui interviennent sont en général financés par ces circuits. Donc cet moment particulièrement savoureux pour qui a vécu comme moi, malgré moi d’ailleurs, dans ce monde parallèle où l’on sait très bien qui est payé par qui y compris dans la presse communiste où il existe comme au secteur international quelques stipendiés qui se cachent à peine. En attendant, suivons ce militant anti-impérialiste des Etats-Unis qui a passé quarante ans à dénoncer la NED et qui voit ce néo-nazi d’Elon Musk faire pour un temps le boulot (ça va se calmer c’est sûr!).

Quarante ans de dénigrement du National Endowment for Democracy

James Bovard

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Logo du National Endowment for the Arts – Domaine public

Dimanche, Elon Musk a posté sur X : « Ceux qui savent, s’il vous plaît, répondez à ce post énumérant toutes les mauvaises choses que NED [National Endowment for Democracy] a faites. C’est une longue liste ».

Après cette impitoyable torsion de bras, je n’ai pas d’autre choix que de récapituler mes coups de la NED remontant à peu de temps après son lancement en 1983. Dès le début, cette agence a semblé être l’opération de blanchiment d’argent la plus effrontée de l’histoire fédérale récente – siphonnant des masses d’argent des contribuables du Trésor et les livrant directement à des pirates des partis démocrate et républicain. La législation originale interdisait de telles orgies de « se remplir les poches avec l’argent des contribuables », mais personne à Washington n’a choisi d’appliquer la loi. Ajoutez à cela un pieux hokum sur le sauvetage de la démocratie dans le monde et c’est devenu une arnaque quatre étoiles de Washington.

Dans un article paru le 29 novembre 1985 dans l’Oakland Tribune, j’ai salué la NED comme « l’un des gâchis les plus récents et les plus prestigieux du Potomac ». Mais il y a eu beaucoup de moqueurs au début : « La NED a été appelée de beaucoup de choses – un Comité d’action politique international, le Programme de financement par les contribuables des élections à l’étranger, et une caisse noire pour les politiciens qui aiment voyager dans des climats chauds par temps froid. En moins de deux ans, la NED a été à la hauteur de toutes ces épithètes. Mon éditorial concluait : « Plus tôt la NED sera abolie, plus notre politique étrangère sera propre. »

Hélas, mon article n’a pas amené Washington à se repentir.

L’année suivante, après de nouveaux scandales de la NED, le sénateur Ernest Hollings (D-S.C.) a hurlé : « Cette chose n’est pas le National Endowment for Democracy, mais le National Endowment for Embarrassment. » Le représentant John Conyers (D-Michigan) s’est plaint : « Depuis sa création, le National Endowment for Democracy a été criblé de scandales et d’irrégularités. »

Mais il s’agissait d’un programme de « jobs for the boys » qui permettait aux politiciens de blanchir de l’argent à beaucoup de leurs assistants et donateurs, de sorte qu’il a survécu à une chute après l’autre. La législation originale interdisait à la NED d’interférer dans les élections étrangères, mais tout le monde à Washington a rapidement oublié cet astérisque.

En 2006, dans un article intitulé « Définir la démocratie vers le bas » dans l’American Conservative, j’ai écrit :

En 2001, la NED a quadruplé son aide aux opposants vénézuéliens au président élu Hugo Chavez, et la NED a lourdement financé certaines organisations impliquées dans un coup d’État militaire sanglant qui a temporairement chassé Chavez du pouvoir en avril 2002. Après que Chavez ait repris le contrôle, la NED et le département d’État ont réagi en versant encore plus d’argent dans des groupes cherchant à l’évincer.

L’International Republican Institute, l’un des plus grands bénéficiaires de subventions de la NED, a joué un rôle clé à la fois dans le coup d’État de Chavez et dans le renversement du président élu d’Haïti, Jean-Bertrand Aristide. En février 2004, un éventail de groupes et d’individus aidés par la NED ont contribué à déclencher un soulèvement qui a fait 100 morts et renversé Aristide. Brian Dean Curran, l’ambassadeur des États-Unis en Haïti, a averti Washington que les actions de l’International Republican Institute « risquaient de nous accuser de tenter de déstabiliser le gouvernement ».

Les États-Unis ont tout mis en œuvre pour aider notre candidat favori à remporter des élections « libres et équitables » en 2004 en Ukraine. Au cours des deux années précédant les élections, les États-Unis ont dépensé plus de 65 millions de dollars « pour aider les organisations politiques en Ukraine, en payant pour faire venir le chef de l’opposition Viktor Iouchtchenko à rencontrer les dirigeants américains et en aidant à financer les sondages de sortie des urnes indiquant qu’il a remporté un second tour contesté », selon l’Associated Press. Le membre du Congrès Ron Paul (R-Texas) s’est plaint qu’« une grande partie de cet argent était destinée à aider un candidat particulier, et… des millions de dollars ont fini par soutenir le candidat à la présidence, Viktor Iouchtchenko. Pourtant, avec une hypocrisie sans bornes, Bush avait proclamé que « toute élection [ukrainienne] … devraient être libres de toute influence étrangère ».

Dans un article de 2009 pour la Future of Freedom Foundation, j’ai écrit : « La NED est basée sur l’idée que son ingérence dans les élections étrangères est automatiquement pro-démocratie parce que le gouvernement américain est l’incarnation de la démocratie. La NED a toujours fonctionné sur le principe que « ce qui est bon pour le gouvernement américain est bon pour la démocratie ».

En 2017, l’administration Trump a retiré la « promotion de la démocratie » de la liste des objectifs officiels de la politique étrangère américaine. Dans un éditorial de USA Today intitulé « End Democracy Promotion Balderdash », j’ai écrit que la réforme « pourrait réduire considérablement les exportations de piété de l’Amérique… Il est temps de reconnaître le carnage que les États-Unis ont semé à l’étranger au nom de la démocratie. J’ai prévenu :

La promotion de la démocratie donne aux décideurs politiques américains le droit de s’immiscer presque partout sur Terre. Le National Endowment for Democracy, créé en 1983, a été pris en flagrant délit d’ingérence dans les élections en France, au Panamaau Costa Rica, en Ukraine, au Venezuela, au Nicaragua, en Russie, en Tchécoslovaquieen Pologne, en Haïti et dans de nombreux autres pays…. Plutôt que d’apporter un salut politique, les interventions américaines à l’étranger produisent plus souvent un « carnage sans faute » (personne à Washington n’est jamais tenu responsable).

Dans un éditorial de 2018 intitulé « Il est temps pour les États-Unis de mettre fin aux flim-flams de promotion de la démocratie » dans The Hill, j’ai écrit :

La promotion de la démocratie a longtemps été l’une des mascarades étrangères préférées du gouvernement américain. La proposition de l’administration Trump de réduire le financement de l’évangélisation démocratique est dénoncée comme si c’était l’aube d’un nouvel âge des ténèbres. Mais c’est une étape bienvenue pour drainer une bande nocive du marais de Washington.

Malheureusement, de nombreux Washingtoniens sont aveuglés par la moralité égoïste. Le président du National Democratic Institute, Kenneth Wollack, affirme que mettre sur un pied d’égalité les interventions américaines et russes dans les élections étrangères revient à « comparer quelqu’un qui fournit des médicaments vitaux à quelqu’un qui apporte un poison mortel ». Mais la crise des opiacés illustre avec quelle facilité les concoctions thérapeutiques peuvent produire un vaste carnage.

La démocratie apporte souvent une grande amélioration à la gouvernance dans les pays étrangers, mais la corruption et les bombardements sont de mauvais moyens d’exporter la liberté. Les politiciens et les mordus de la politique de Washington peuvent-ils expliquer pourquoi le gouvernement américain mérite un droit de veto sur les élections partout ailleurs sur Terre ?

Depuis cet éditorial de 2018, la NED est devenue l’un des principaux bailleurs de fonds du complexe industriel de la censure dans le pays et à l’étranger. Il a également continué d’essayer de truquer les élections étrangères. La NED se justifie tacitement parce que « Dieu veut que la démocratie gagne ». Le gouvernement des États-Unis fait simplement l’œuvre de Dieu – ou fait ce que Dieu ferait s’il en savait autant que les agences gouvernementales américaines. Mais son ingérence étrangère est régulièrement protégée des demandes de la loi sur la liberté de l’information. Afin de sauver la démocratie à l’étranger, le gouvernement américain bande les yeux des Américains sur la connivence et la corruption de la NED dans le monde entier.

En 1984, le membre du Congrès Hank Brown (R-CO) a habilement résumé pourquoi la NED n’avait pas le droit d’exister : « C’est une contradiction d’essayer de promouvoir des élections libres en s’immisçant dans celles-ci. » Mais les contradictions n’ont jamais arrêté la croissance du Léviathan. L’existence continue de la NED témoigne de la perfidie perpétuelle de la politique étrangère américaine. Les Américains verront-ils bientôt la saleté sur bien d’autres scandales de la NED ?

Une version antérieure de cet article a été publiée par le Libertarian Institute.

James Bovard est l’auteur de Attention Deficit DemocracyThe Bush Betrayal et Terrorism and TyrannySon dernier livre s’intitule Last Rights : the Death of American Liberty. Bovard est membre du conseil des contributeurs de USA Today. Il est sur Twitter à @jimbovard. Son site web se trouve à www.jimbovard.com

lundi 3 mars 2025

Chris Hedges : La route vers la dictature

 SOURCE: https://consortiumnews.com/2025/02/19/chris-hedges-the-road-to-dictatorship/?eType=EmailBlastContent&eId=e8347ca9-125e-4933-b794-6d94019c7c2f 

e bien pire.

Un esprit – par M. Fish.

Par Chris Hedges
ScheerPost

La guerre de l’administration Trump contre l’ État profond  n’est pas une solution. Elle ne vise pas à nous libérer de la tyrannie des agences de renseignement, de la police militarisée, du  plus grand  système pénitentiaire du monde, des entreprises prédatrices ou de la fin de la surveillance de masse. Elle ne rétablira pas l’État de droit pour demander des comptes aux puissants et aux riches. Elle ne réduira pas les  dépenses exorbitantes et irresponsables  du Pentagone – quelque 1 000 milliards de dollars.

Tous les mouvements révolutionnaires, de gauche comme de droite, démantèlent les vieilles structures bureaucratiques. Les fascistes en Allemagne et les bolcheviks en Union soviétique, une fois au pouvoir, ont procédé à une purge agressive de la fonction publique. Ils voient dans ces structures, à juste titre, un ennemi qui pourrait contrecarrer leur emprise absolue sur le pouvoir. C'est un coup d'État de peu de force. Maintenant, nous avons notre propre coup d'État.

Des batailles d’arrière-garde – comme aux premières années de l’Union soviétique et de l’Allemagne nazie – se déroulent devant les tribunaux et les médias ouvertement hostiles à Trump. Il y aura, au début, des victoires à la Pyrrhus – les bolcheviks et les nazis ont été freinés par leur propre système judiciaire et une presse hostile – mais peu à peu, les purges, aidées par un libéralisme en faillite qui ne défend plus rien, assurent le triomphe des nouveaux maîtres.

L’administration Trump a expulsé ou renvoyé des fonctionnaires qui enquêtent sur des malversations au sein du gouvernement fédéral,  dont 17 inspecteurs généraux. Les agences fédérales de maintien de l’ordre et de renseignement, comme le FBI et le département de la Sécurité intérieure, sont en train d’être purgées de ceux jugés hostiles à Trump. Les tribunaux, remplis de juges complaisants, seront des mécanismes de persécution des « ennemis » de l’État et de racket pour les puissants et les riches. La Cour suprême, qui a accordé  l’immunité juridique à Trump, a déjà atteint ce stade.

« La première purge qui a suivi la chute du Shah avait pour but de débarrasser les ministères des hauts fonctionnaires de l’ancien régime et de fournir des emplois aux fidèles révolutionnaires », peut  -on lire dans une note déclassifiée de la CIA datée du 28 août 1980, sur la République islamique d’Iran alors nouvellement créée. « La deuxième vague de purges a commencé le mois dernier après une série de discours de Khomeini. Les personnes de rang inférieur qui avaient fait partie de la bureaucratie du Shah, celles qui avaient reçu une formation occidentale ou celles qui étaient considérées comme manquant de ferveur révolutionnaire ont été mises à la retraite ou renvoyées à une échelle de plus en plus grande. »

Les États-Unis répètent les étapes qui ont conduit à la consolidation du pouvoir des dictatures passées, bien qu’avec leur propre idiome et leurs propres idiosyncrasies. Ceux qui louent naïvement l’hostilité de Trump envers l’État profond – qui, je le reconnais, a causé d’énormes dommages aux institutions démocratiques, éviscéré nos libertés les plus chères, est un État dans l’État qui n’a pas de comptes à rendre et a orchestré une série d’interventions mondiales désastreuses, y compris les récents fiascos militaires au Moyen-Orient et en Ukraine  – devraient examiner de près ce qui est proposé pour le remplacer.

La cible ultime de l’administration Trump n’est pas l’État profond. Ce sont les lois, les règlements, les protocoles et les règles, ainsi que les fonctionnaires qui les appliquent, qui entravent le contrôle dictatorial. Les compromis, les pouvoirs limités, les freins et contrepoids et la responsabilité sont voués à être abolis. Ceux qui croient que le gouvernement est conçu pour servir le bien commun, plutôt que les diktats du dirigeant, seront chassés. L’État profond sera reconstitué pour servir le culte du leadership. Les lois et les droits inscrits dans la Constitution n’auront plus aucune importance.

« Celui qui sauve son pays ne viole aucune loi »,  s’est vanté Trump  sur Truth Social et X.

Pouvoir exécutif

Trump répond aux questions mardi après avoir signé des décrets dans sa station balnéaire 
de Mar-a-Lago à Palm Beach, en Floride. (Maison Blanche, Daniel Torok)

Le chaos de la première administration Trump a été remplacé par un plan rigoureux visant à étouffer ce qui reste de la démocratie anémique américaine.  Project 2025 , le  Center for Renewing America  et l'  America First Policy Institute  ont compilé à l'avance des plans détaillés, des documents de position, des propositions législatives, des propositions de décrets et de politiques.

La pierre angulaire juridique de cette déconstruction de l’État est la théorie de l’exécutif unitaire,  formulée  par le juge de la Cour suprême Antonin Scalia dans son  opinion dissidente  dans l’affaire  Morrison c. Olson . Selon Scalia, l’article II de la Constitution signifie que tout ce qui n’est pas désigné comme pouvoir législatif ou judiciaire doit être un pouvoir exécutif. Le pouvoir exécutif, écrit-il, peut exécuter toutes les lois des États-Unis en dehors de tout ce qui n’est pas explicitement attribué au Congrès ou au pouvoir judiciaire dans la Constitution. C’est une justification juridique de la dictature.

Bien que le projet 2025 de la Heritage Foundation n’utilise pas le terme « théorie exécutive unitaire », il  préconise  des politiques conformes aux  principes de cette théorie . Le projet 2025 recommande de licencier des dizaines de milliers d’employés du gouvernement et de les remplacer par des personnes loyalistes. La clé de ce projet est l’affaiblissement des protections et des droits du travail des employés du gouvernement, ce qui facilite leur licenciement  sur  ordre du pouvoir exécutif. Russell Vought, fondateur du Center for Renewing America et l’un des principaux architectes du projet 2025, est  revenu  au poste de directeur du Bureau de la gestion et du budget, un poste qu’il occupait également lors du premier mandat de Trump.

L’un des derniers actes de Trump au cours de son premier mandat a été  de signer  le décret « Création de l’annexe F dans le service excepté ». Ce décret a supprimé les protections d’emploi des fonctionnaires de carrière. Joe Biden l’a annulé. Il a été ressuscité avec vengeance. Il fait lui aussi écho au passé. La « Loi pour la restauration de la fonction publique professionnelle » de 1933 des nazis a vu les opposants politiques et les non-aryens, y compris les Allemands d’origine juive,  renvoyés de la fonction publique. Les bolcheviks ont également purgé  l’armée et la fonction publique des « contre-révolutionnaires ».

Saisie de données et listes d'ennemis 

Le  licenciement  de plus de 9 500 fonctionnaires fédéraux — et 75 000 autres  qui ont accepté un accord de départ différé  peu sûr  dans le cadre de projets de réduction de 70 % du personnel de diverses agences gouvernementales —, le gel de milliards de dollars de financement et  la saisie continue  de données confidentielles par  le soi-disant  Département de l'efficacité gouvernementale (DOGE) d'Elon Musk ne sont pas une question de réduction des effectifs et d'efficacité.

Les coupes budgétaires dans les agences fédérales ne contribueront pas à freiner les dépenses effrénées du gouvernement fédéral si le budget militaire (les républicains au Congrès réclament au  moins 100 milliards de dollars de dépenses militaires supplémentaires au cours de la prochaine décennie) reste sacrosaint.

Alors que Trump veut mettre fin à la guerre en Ukraine, dans le cadre de ses efforts pour construire une alliance avec l’autocrate de Moscou qu’il admire, il soutient le génocide à  Gaza. La purge vise à réduire les mécanismes de surveillance et de protection. Elle vise à contourner des milliers de lois qui fixent les règles du fonctionnement du gouvernement. Elle vise à pourvoir les postes fédéraux avec des « loyalistes » issus d’une base de données  compilée par  le Conservative Partnership Institute. Elle vise à  enrichir  des sociétés privées – dont plusieurs appartiennent à Elon Musk – qui se verront attribuer des contrats gouvernementaux lucratifs.

Cette déconstruction vise aussi, je le soupçonne, à accroître le capital cloud d’Elon Musk , son infrastructure algorithmique et numérique. Musk prévoit de  faire de X  l’« application universelle ». Il lance « X Money », un module complémentaire à l’application de médias sociaux, qui offre aux utilisateurs un portefeuille numérique « pour stocker de l’argent et effectuer des transferts entre pairs ».

Quelques semaines après l'annonce du partenariat entre X Money et Visa, DOGE a demandé  l'accès à des données confidentielles de l'Internal Revenue Service, notamment des millions de déclarations fiscales. Ces données comprennent les numéros de sécurité sociale et les adresses, des informations sur le revenu des personnes, le montant de leurs dettes, les propriétés qu'elles possèdent et les accords de garde d'enfants. Entre de mauvaises mains, ces informations peuvent être commercialisées et utilisées comme armes.

Manifestation anti-Musk au showroom Tesla de Berkeley, en Californie, samedi. 
 (Revel8er, Wikimedia Commons, CC0)

Elon Musk poursuit un programme « IA-first » pour accroître le rôle de l’intelligence artificielle (IA) dans les agences gouvernementales. Il construit « un référentiel de données centralisé » pour le gouvernement fédéral, selon Wired. Le fondateur d’Oracle,  associé d’affaires  d’Elon Musk et  donateur de longue date de Trump ,  Larry Ellison, qui a récemment  annoncé  un plan d’infrastructure d’IA de 500 milliards de dollars aux côtés de Trump,  a exhorté  les nations à déplacer toutes leurs données vers « une plate-forme de données unique et unifiée » afin qu’elles puissent être « consommées et utilisées » par les modèles d’IA. Ellison a  déjà déclaré  qu’un système de surveillance basé sur l’IA garantirait que

« Les citoyens se comporteront de manière optimale car nous enregistrons et signalons en permanence tout ce qui se passe. »

Comme tous les despotes, Trump a une longue liste d’ennemis. Il a retiré les informations de sécurité d’anciens responsables de son administration précédente, notamment  le général à la retraite Mark Milley, qui était l’officier le plus haut gradé de l’armée pendant le premier mandat de Trump, et Mike  Pompeo , qui était le directeur de la CIA et secrétaire d’État de Trump. Il a révoqué ou menacé de révoquer les habilitations de sécurité du président Joe Biden et d’anciens membres de son administration, dont Antony Blinken, l’ancien secrétaire d’État, et Jake Sullivan, l’ancien conseiller à la sécurité nationale. Il cible les médias  qu’il juge hostiles, empêchant leurs journalistes de couvrir les événements d’actualité dans le Bureau ovale et les expulsant de leurs espaces de travail au Pentagone.

Ces listes d’ennemis s’allongeront à mesure que des segments de plus en plus larges de la population se rendront compte qu’ils ont été trahis, que le mécontentement général deviendra palpable et que la Maison Blanche de Trump se sentira menacée.

Vestiges  

Une fois le nouveau système en place, les lois et réglementations deviendront ce que la Maison Blanche a décidé de faire. Les agences indépendantes comme la Commission électorale fédérale, le Bureau de protection financière des consommateurs et la Réserve fédérale perdront leur autonomie.

Les déportations massives, l’enseignement des valeurs « chrétiennes » et « patriotiques » dans les écoles – Trump a  promis  de « se débarrasser des radicaux, des fanatiques et des marxistes qui ont infiltré le ministère fédéral de l’Éducation » – ainsi que la suppression des programmes sociaux, notamment  Medicaid , les logements sociaux, la formation professionnelle et l’aide aux enfants, créeront une société de serfs et de maîtres. Les entreprises prédatrices, comme les industries de la santé et pharmaceutiques, seront autorisées à exploiter et à piller un public démuni. Le totalitarisme exige une conformité totale. Le résultat, pour citer Rosa Luxemburg, est la « brutalisation de la vie publique ».

Les vestiges vidés de leur substance de l’ancien système – les médias, le Parti démocrate, le monde universitaire, les coquilles vides de syndicats – ne nous sauveront pas. Ils débitent des platitudes creuses, se recroquevillent dans la peur, recherchent des réformes progressives et des compromis inutiles, et diabolisent les partisans de Trump quelles que soient les raisons qui les ont poussés à voter pour lui. Ils sont en train de disparaître. Cet ennui est le dénominateur commun de la montée des régimes autoritaires et totalitaires. Il engendre l’apathie et le défaitisme.

La loi sur l'anniversaire de Trump et le Jour du drapeau, présentée par la députée Claudia Tenny, est un signe avant-coureur de ce qui nous attend. Cette loi désignerait le 14 juin comme jour férié fédéral pour commémorer « l'anniversaire de Donald J. Trump et le Jour du drapeau ». La prochaine étape consistera en des défilés chorégraphiés dans les États avec des portraits surdimensionnés du grand leader.

Joseph Roth  fut l’un des rares écrivains allemands à comprendre l’attrait et la montée inévitable du fascisme. Dans son essai « L’autodafé de l’esprit », qui traite du premier brûlage de livres en masse par les nazis, il conseilla à ses confrères juifs d’accepter qu’ils avaient été vaincus :

« Nous qui combattons en première ligne, sous la bannière de l’esprit européen, accomplissons le plus noble devoir du guerrier vaincu : reconnaissons notre défaite. »

Roth, mis sur la liste noire des nazis, contraint à l’exil et réduit à la pauvreté, ne s’est pas fait d’illusions.

« À quoi servent mes paroles », demanda Roth,

« Contre les armes, les haut-parleurs, les meurtriers, les ministres dérangés, les intervieweurs et les journalistes stupides qui interprètent la voix de ce monde de Babel, brouillée de toute façon, à travers les tambours de Nuremberg ? »

Il savait ce qui allait arriver.

« Vous comprenez maintenant que nous allons vers une grande catastrophe »,  écrivait Roth  à  Stefan Zweig après son exil en France en 1933,  à propos de la prise du pouvoir par les nazis. « Les barbares ont pris le pouvoir. Ne vous y trompez pas. L’enfer règne. »

Mais Roth a également soutenu que même si la défaite était certaine, la résistance était un impératif moral, une manière de défendre sa dignité et le caractère sacré de la vérité.

« Il faut écrire, même quand on se rend compte que la parole imprimée ne peut plus rien améliorer », insistait-il.

Je suis aussi pessimiste que Roth. La censure et la répression étatique vont s’étendre. Ceux qui ont une conscience deviendront des ennemis de l’État. La résistance, lorsqu’elle se produira, s’exprimera par des éruptions spontanées qui se rassembleront en dehors des centres de pouvoir établis. Ces actes de défiance seront réprimés par la répression brutale de l’État. Mais si nous ne résistons pas, nous succombons moralement et physiquement à l’obscurité. Nous devenons complices d’un mal radical. Cela, nous ne devons jamais le permettre.

Chris Hedges est un journaliste lauréat du prix Pulitzer qui a été correspondant à l’étranger pendant 15 ans pour  le New York Times,  où il a été chef du bureau du Moyen-Orient et chef du bureau des Balkans. Il a auparavant travaillé à l’étranger pour  le Dallas Morning News, le Christian Science Monitor et NPR. Il est l’animateur de l’émission « The Chris Hedges Report ».

samedi 1 mars 2025

PATRICK LAWRENCE : Elon Musk et le mythe de l'USAID

SOURCE: https://consortiumnews.com/2025/02/12/patrick-lawrence-musk-the-myth-of-usaid/

Parmi les missions de l'agence, celle de promouvoir la démocratie a fait d'elle une histoire bien triste.

L'USAID fermée à Washington, DC, dimanche. (Ted Eytan, Flickr, CC BY-SA 2.0)

Par Patrick Lawrence
Spécial pour Consortium News

Qu'a apporté le mouvement MAGA ? Je doute que le pire des ennemis jurés de Donald Trump ait jamais imaginé qu'au cours de son second mandat, il pousserait les choses aussi loin dans la direction du dangereux ou de la stupidité, ou les deux. 

Soyons clairs d’emblée : l’attaque frontale de Trump contre l’État profond et les autoritaires libéraux qui ont collaboré pour subvertir ses quatre premières années à la Maison Blanche est tout à fait justifiée.

En particulier, purger le ministère de la Justice et le Federal Bureau of Investigation tout en exerçant une certaine mesure de contrôle civil sur l’appareil de renseignement ne sont pas seulement des entreprises bien fondées : elles sont nécessaires si l’on veut restaurer les fondements de la république décadente après l’utilisation abusive et gratuite de ces institutions pendant les années Biden.

Mais soyons clairs dans tous les sens : une grande partie de ce que Trump fait cette fois-ci mérite une objection de principe au nom de la raison, de la décence, de la démocratie et d’un véritable ordre mondial – mais pas, j’ajoute immédiatement, pour défendre l’idéologie libérale et (son proche cousin) un imperium qui mène ses affaires d’une manière plus acceptable sur le plan cosmétique.  

La propriété de la bande de Gaza ? Le contrôle du canal de Panama arraché à la République souveraine du Panama ? J’ai lu vendredi dernier que Trump avait émis un nouveau décret, celui-ci visant à suspendre l’aide à l’Afrique du Sud et à offrir aux agriculteurs afrikaners notoirement racistes du pays le statut de réfugiés en tant que victimes d’une « VIOLATION massive des droits de l’homme », comme il l’a déclaré dans un message sur les réseaux sociaux, ajoutant qu’il les considérait comme des « propriétaires fonciers défavorisés sur le plan racial ». 

Alors que vous pensez avoir tout entendu, Donald Trump dit autre chose. Comme tous les jours à ce stade de la procédure. 

Lundi, Trump a déclaré dans une interview à Fox News que les Palestiniens qui vivent dans la bande de Gaza ne pourront pas rentrer chez eux après qu'il aura transformé la bande en une sorte de version asiatique de Palm Beach. « Je parle de construire un endroit permanent pour eux », a-t-il déclaré à Bret Baier de Fox. 

« Un endroit permanent » : Trump vient de confirmer qu’il est prêt à procéder au nettoyage ethnique de Gaza qu’il avait déjà proposé sans le mentionner. La force nécessaire pour y parvenir et le rôle direct qu’il entend jouer dans la mise en œuvre du projet rendront le président des États-Unis coupable, selon toutes les définitions internationalement acceptées, de crimes contre l’humanité et très probablement de crimes de guerre. 

Comme Joe Lauria, rédacteur en chef de Consortium News  , l'a judicieusement souligné lors d'une conversation l'autre jour, pendant le premier mandat de Trump, les médias indépendants les plus réfléchis étaient tellement occupés à le défendre contre les fabrications antidémocratiques du canular du Russiagate qu'ils n'avaient ni le temps ni les colonnes nécessaires pour s'occuper de tout ce qui était répréhensible ou condamnable chez Trump de 2017 à 2021.

Écrire hors du mur 

Le président de la Chambre des représentants des États-Unis, Mike Johnson, 

Elon Musk et Trump le 16 novembre 2024. (Bureau du président Mike Johnson, 

Wikimedia Commons, domaine public)

Aujourd’hui, alors que Trump et ses partisans s’attaquent avec férocité aux autoritaires libéraux et à leurs divers totems, icônes et programmes de promotion de la vertu, il y a du travail à faire. Rien ne le montre mieux que la bataille qui se déroule à Washington pour la vie ou la mort de l’Agence américaine pour le développement international.

Le cas de l’USAID mérite d’être pris en considération. On y retrouve… la brutalité de Trump et Musk, l’aveuglement des libéraux. 

Le sort de l'USAID est devenu une affaire célèbre depuis qu'Elon Musk, qui dirige le programme d'efficacité gouvernementale de Trump, a déclaré publiquement au début du mois qu'il avait l'accord du président pour « fermer cette agence ». Depuis, ce ne sont que larmes et grincements de dents.

Musk, que je considère comme la figure la plus dangereusement antidémocratique de la cabale du Trump, pour la plupart mal intentionné, rassemblée autour de lui, a envoyé une équipe de subordonnés de son Département de l'efficacité gouvernementale dans le bâtiment de l'USAID, à quelques pâtés de maisons de la Maison Blanche, peu de temps après avoir déclaré l'accord du président pour commencer à fermer l'agence.  

Les employés ont été exclus de leurs bureaux et de leurs comptes de messagerie électronique et ont été priés de rester chez eux ; les sites Web de l'USAID ont été bloqués ou fermés. Tous les employés permanents de l'USAID ont été mis en congé et des ordres ont été donnés pour rappeler les milliers de personnes que l'USAID a sur le terrain dans le monde entier. Le New York Times a rapporté jeudi dernier que l'intention de la Maison Blanche était de réduire le personnel de l'USAID de plus de 10 000 à moins de 300. 

L’affaire USAID semble désormais devoir être portée devant les tribunaux. Un juge fédéral, Carl Nichols, du tribunal de district de Washington, a émis à la fin de la semaine dernière une ordonnance de restriction bloquant temporairement certaines parties du plan Trump-Musk. Cette mesure a été prise en réponse à une plainte déposée par deux syndicats, l’un représentant des employés fédéraux et l’autre des agents du service extérieur. 

Mais il y a ici un détail révélateur à ne pas manquer : le week-end dernier, plusieurs médias grand public — NBC News , The New York Times et d’autres — ont publié une photographie d’un ouvrier de maintenance du gouvernement fédéral perché sur une échelle tandis qu’il gravait le nom de l’USAID au-dessus de l’entrée de son bâtiment au 1300 Pennsylvania Avenue.

Le scénario est, disons, complètement aberrant. Je ne vois pas le principal dispensateur d'aide étrangère et d'assistance humanitaire des États-Unis survivre à l'opération Storm Trooper d'Elon Musk — du moins pas comme on l'appelle depuis longtemps. 

Et comment l’USAID est-elle connue ? C’est là notre question. C’est ce qui rend cette affaire digne d’un examen approfondi. 

L'idée de Kennedy

C’est John F. Kennedy qui a créé l’Agence pour le développement international en 1961, sa première année à la Maison Blanche. Il a confié l’autorité au Département d’État, a doté l’USAID d’un budget généreux et l’a envoyée dans le monde pour résoudre les innombrables problèmes des autres pays que nous pouvons classer sous la rubrique « sous-développement ».

Kennedy n’était pas étranger à l’intérêt personnel, mais ce projet, comme le Peace Corps, était dans une certaine mesure une expression de l’altruisme que l’on retrouve dans nombre de ses discours et de ses politiques. 

L'intérêt personnel et l'altruisme peuvent-ils coexister dans le même esprit, le même cœur, la même institution ? Cela semble contradictoire, étant donné que l'altruisme est défini comme une préoccupation désintéressée pour les autres, mais je donne à Kennedy une certaine marge de manœuvre sur cette question :

L'évolution de sa vision et de sa compréhension au cours de ses mille jours allait résolument dans le sens d'une Amérique qui pourrait enfin rejeter l'idée qu'elle se faisait d'un empire. Il a payé cette évolution de sa vie, rappelons-le.) 

Programmes de développement social et économique, programmes de santé et de nutrition, projets d’irrigation et de drainage, éradication des maladies, remèdes environnementaux : Kennedy voulait que l’USAID améliore la vie des autres de toutes ces manières et de bien d’autres encore. Mais notez bien : parmi ses missions figurait la promotion de la démocratie.

C'est cette dernière mission qui a fait de l'USAID une histoire très triste. Au moment où l'agence a parrainé la fondation de l'

Au cours du premier mandat de Ronald Reagan, le National Endowment for Democracy (NDT : Fondation nationale pour la démocratie), « l'altruisme » était un terme utilisé par les Boy Scouts pour désigner une grande partie des activités menées par l'USAID.

Graffiti sur un panneau de l'USAID en Cisjordanie occupée, 2007.  

(David Lisbona, Wikimedia Commons, domaine public)

Les programmes d'aide et d'aide humanitaire sont toujours en place et des millions de personnes défavorisées dans plus de 100 pays en dépendent. Mais l'USAID ne se préoccupe plus que de l'intérêt personnel des États-Unis : elle agit comme un instrument de la politique étrangère de l'Empire, sans exception.

En collaboration avec le National Endowment for Democracy , il a repris la fonction de coup d'État de la CIA lorsque cela était possible — ce qui est tristement célèbre dans le cas du NED.

Promouvoir la gouvernance démocratique, lutter contre la corruption, aider les journaux et les radiodiffuseurs à faire du bon travail, financer toutes sortes de groupes de la « société civile » : la question que vous êtes censé poser est la suivante : « Qu'est-ce que vous n'aimez pas ? » Comment ça, pas altruiste ?

Vous avez des cas tristement célèbres. Les « révolutions de couleur » dans les anciennes républiques soviétiques, au Venezuela, en Ukraine pendant de nombreuses années avant (et depuis, en fait) le coup d’État fomenté par les États-Unis en 2014 : l’USAID a été l’homme de toutes les époques, si je puis m’exprimer ainsi. 

La Russie est un cas notable. Reflétant les regrets de Washington de voir Vladimir Poutine ne pas s’être montré un nouvel instrument de complaisance lorsqu’il a succédé à Boris Eltsine, ivre, au pouvoir en 2000, le subterfuge de l’USAID est devenu si incontrôlable dans les années qui ont suivi que Poutine a expulsé tous ses agents en 2012. 

Le Premier ministre ukrainien Denys Shmyhal avec l'administratrice de l'USAID, 

Samantha Power, à Kiev, le 2 octobre 2024. (Kmu.gov.ua, Wikimedia Commons,(CC BY 4.0)

La Géorgie est un autre exemple de ce type de situation. L’USAID a crié au scandale en août dernier, lorsque le Parlement de Tbilissi a adopté une loi obligeant les ONG recevant un cinquième ou plus de leur financement de l’étranger à s’enregistrer comme agents étrangers. Quelque 95 millions de dollars de financement américain, dont une bonne partie est destinée aux « opérations de la société civile » via l’USAID, sont depuis suspendus.

Quoi ? Nous sommes ici pour manipuler votre processus politique afin de faire pencher la Géorgie vers l'Ouest, et vous, le gouvernement élu de Tbilissi, vous y opposez ? Quelle attitude antidémocratique de votre part. Quelle attitude autoritaire. Quelle attitude... « pro-russe ». Voilà la position de l'USAID sur cette question. 

Préserver l'imagerie

D’autres aspects de l’action de l’USAID méritent d’être mentionnés. Son budget a atteint en moyenne un peu plus de 20 milliards de dollars au cours de ce siècle. Le Washington Post a rapporté la semaine dernière qu’en 2020 (les derniers chiffres disponibles, vraisemblablement), 2,1 milliards de dollars de ce montant ont été consacrés à des activités agricoles industrielles.

L'USAID envoie de l'aide alimentaire aux pays pauvres. L'USAID subventionne ce que l'on appelle la Big Ag. Ces deux affirmations sont vraies. C'est de l'altruisme aux caractéristiques américaines, disons. 

Il est instructif d’entendre les protestations de ceux qui se lèvent aujourd’hui pour défendre l’USAID. Ils se plaignent constamment du bien que fait l’agence à travers ses opérations à l’étranger, et cette réalité doit être respectée. Il ne fait aucun doute que d’innombrables personnes en Afrique, en Asie et en Amérique latine souffriront si Trump et Musk ferment cette institution.

Il existe une autre photographie qui raconte une histoire intéressante. Elle apparaît au-dessus d’ un article du Times intitulé « Les mensonges alimentent la croisade de la droite contre l’USAID ». On y voit un groupe de personnes manifestant contre le plan Trump au Capitole la semaine dernière. 

Les manifestants brandissent un mur de pancartes. L'une d'elles, portée par un jeune garçon, porte l'inscription : « Mes deux parents ont perdu leur emploi à cause du président Musk. » OK L'intérêt personnel est bel et bien vivant à Washington. Une autre, tenue au-dessus, porte l'inscription : « USAID : investissement dans la sécurité nationale. » Il faut être honnête, mais la journée a été longue pour l'altruisme américain. 

Je regarde les gens sur la photo, leur tenue, leur comportement. Ils me font penser à un rassemblement de contre-cultures d’aujourd’hui, déterminés à faire le bien et à garder les mains propres. Il est bon de savoir que de telles personnes sont encore parmi nous.

Mais soit ils sont perdus, soit ils sont des menteurs. Dans le premier cas, leurs références renvoient à une agence d’aide qui a succombé depuis longtemps à l’idéologie et à la corruption. Leur USAID n’est plus qu’un objet mythologique, une pièce de musée. 

En un mot, ils ne font pas face à ce qu’est devenue l’USAID depuis, si je pense à son déclin, les années Reagan et la naissance de la NED, une opération de la CIA ouvertement malveillante sous un déguisement très léger. C’est-à-dire qu’ils ne semblent pas faire face à ce qu’est devenue l’Amérique depuis l’époque altruiste de Kennedy.

Et y faire face, y faire face, fait partie des grandes responsabilités de ma génération et de toutes celles qui la suivront. 

Les médias grand public et toutes sortes de personnalités politiques et publiques se sont rués aux côtés des manifestants du Capitole la semaine dernière. C'est un spectacle amusant que de tenter de préserver l'ancienne image de l'USAID et de prétendre, comme le fait le Times dans l'article cité ci-dessus, que tous les discours sur les promotions peu démocratiques de l'USAID à l'étranger sont des théories du complot et — que ferions-nous sans cela ? — de la désinformation russe. 

C’est pitoyable. Le fait est que toute l’agitation provoquée par Trump et Musk a pris l’USAID par surprise.

On ne peut pas prédire l’issue de la croisade évangélique de Trump et Musk contre l’USAID. On ne peut même pas dire quelles sont leurs motivations, ce qu’ils recherchent. Il y a quelque chose de plus que de l’efficacité à l’œuvre dans ce qui ressemble à une vendetta par sa sévérité, me semble-t-il.  

Trump et Musk choisiront-ils de renoncer à tous les subterfuges étrangers grâce auxquels ils peuvent projeter la puissance américaine via la pléthore de programmes pernicieux de l'agence ? J'en doute, sans grande base pour justifier mes doutes. 

L'intention est-elle d'attaquer Samantha Power, directrice de l'USAID et agente du Deep State s'il en est ? J'en doute également, car il s'agit d'une possibilité très mince. 

Je doute totalement que Trump et Musk aient lancé leur campagne contre l’USAID pour les bonnes raisons, quelles qu’elles soient. 

Le reste du personnel de l’USAID qui restera après la purge, d’après ce que j’ai lu, sera composé de personnes dédiées à l’aide humanitaire. C’est certainement curieux. 

Mais c’est toujours ainsi avec Trump. On se demande ce qu’il essaie de faire et pourquoi il essaie de le faire.

Patrick Lawrence, correspondant à l'étranger depuis de nombreuses années, principalement pour l' International Herald Tribune , est chroniqueur, essayiste, conférencier et auteur. Il a récemment publié Journalists and Their Shadows , disponible chez Clarity Press ou via Amazon . Parmi ses autres livres, citons Time No Longer: Americans After the American Century . Son compte Twitter, @thefloutist, a été censuré de manière permanente. 

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