N. entró por primera vez a un bingo a los 16. “Yo conocí ese mundo con mi mamá, en lugares físicos. A ella le gusta jugar. No es de las personas obsesionadas que van todos los días al casino, pero le gusta”. Imaginaba que las sillas tapizadas de rojo y negro eran una ruleta humana. La alfombra verde, vieja, y las luces de neón azul eléctrico, del futuro.
N. empezó a ver cada vez más publicidades de apuestas online durante los partidos de su club, Independiente, y también en Tik Tok, donde muchos promocionan casinos. Pero la primera vez que apostó fue bastante antes, en el colegio. En sexto año las mesas eran de ocho personas. El único varón del grupo llegó con la propuesta, porque sus padres eran cajeros de un casino online. “Nosotras le pasábamos toda la plata, él la mandaba y nos cargaban, sin DNI. Era plata que nos daban nuestros viejos. Me enganché. Aunque también perdía, yo miraba sólo cuando ganaba. Y así gastábamos las horas de colegio”. El tiempo se gastaba, como el dinero.
Una vez ganaron 100 mil pesos. Los repartieron. Ella se anotó en el gimnasio: “Es plata fácil, entonces como que la querés disfrutar, no sé, celebrar que te vino de arriba. Imaginate en el colegio y todos en esa, era divertido. Casi siempre jugábamos Blackjack o ruleta, que te dan más adrenalina, son las que te aceleran el corazón”.
Cuando terminó el colegio, N. empezó a trabajar para un banco como promotora en la calle: “Llegaba a casa quemada y me tiraba en la cama a jugar, y ahí ponía 5 mil, 10 mil. Y ganaba. Me llevaba 60 mil, 80 mil. Mi sueldo más los 80 mil en el mes era un montón de plata”.
El 82,3 por ciento de lxs jóvenes de entre 12 y 19 años que en 2024 apostaba frecuentemente, según la Encuesta de Bienestar Digital de la Provincia de Buenos Aires, buscaba ganar dinero para uso personal. El 51,1 por ciento lo hacía para divertirse y el 20 por ciento por la adrenalina/emoción. “Así como te digo que yo juego, te digo que no banco que exista el casino online —dice N. — En los casinos berretas, no te piden identificación, y por eso mismo yo podía jugar”.
En el sitio BET365, líder del rubro de apuestas online, el 70 por ciento de los usuarios son hombres y el 30 por ciento mujeres. A pesar de la notable diferencia en la participación, para Ezequiel Passeron, director de Educomunicación de la Ong Faro Digital, que realizó un relevamiento sobre ludopatía juvenil en 2024: “Esto viene a desmitificar que la práctica de las apuestas sea algo exclusivo de los varones”.
En el mundo digital parece haber lugar para todxs. Pero los riesgos y costos de entrada y permanencia ¿son los mismos para varones y mujeres? .
Trini tiene 26 años y desde los 21 trabaja como “modelo vivo” digital: en las fotos que sube a Patreon, una plataforma que funciona a base de suscripciones escalonadas, posa con flores en la boca; a veces desnuda, de espaldas sobre una chimenea, o bajo una escalera en una contorsión imposible. Alimentar las suscripciones mensuales de fotos requiere tiempo y marketing autogestivo. Tuvo que aprender sobre herramientas de promoción, manejo de redes, y gestión frente al baneo de cuentas: “Perdí muchos seguidores. Instagram, por ejemplo, es muy puritano. Da mucha bronca porque es material artístico y la vara es distinta para medir el material que suben diferentes tipos de perfiles”. Valora la autonomía, pero se le dificulta poner un límite al tiempo de trabajo: “De repente son las doce de la noche y estoy contestando un mensaje. Si hago un cálculo, yo creo que estoy mínimo tres horas trabajando con el celular, seis días de la semana”. Eso sin contar el sacarse las fotos, hablar con los fotógrafos y las horas de posar. “Quizás tengo sesiones online también, son dos horas la sesión, más una hora de armar y desarmar vestuario y decorado”, agrega.
