Hace
 60 años, el 20 de octubre de 1965, comenzaron arrestos masivos y las 
represiones contra los comunistas en Indonesia. Los campos de 
concentración donde se encerraba a los líderes, miembros y simpatizantes
 del Partido Comunista de Indonesia (PKI) existieron hasta los años 90, y
 por ellos pasaron millones de personas.
Con
 frecuencia se escuchan historias de "demócratas y liberales" sobre el 
número de muertos durante el "terror rojo". Pero, ¿con qué frecuencia se
 dice que durante la contrarrevolución en Indonesia fueron asesinados, 
según diferentes estimaciones, entre medio millón y 3 millones de 
comunistas y simpatizantes? Probablemente nunca. Y esto no ocurrió en 
los ya lejanos años 20 o 30, sino relativamente recientemente, en los 
60. ¿Pero por qué no se habla de esto en todos lados, como en el caso de
 las terribles represiones comunistas? Muy simple: porque sucedió con el
 apoyo y consentimiento de los "países democráticos civilizados de 
Occidente", principalmente Estados Unidos, Reino Unido y Australia.
La
 masacre de comunistas en Indonesia es uno de los asesinatos masivos más
 sangrientos en la historia de la humanidad, ocurrido durante la llegada
 al poder del dictador proamericano Suharto en 1965-1966, tras un 
fallido golpe militar supuestamente organizado por comunistas. De hecho,
 existe la opinión de que este golpe comunista fue preparado de antemano
 por los mismos derechistas como pretexto para destituir al entonces 
presidente Ahmed Sukarno.
Estados
 Unidos, junto con el Reino Unido y Australia, jugaron un papel activo 
financiando, suministrando armas y realizando operaciones de propaganda 
negra durante los asesinatos, que incluían transmisiones radiales 
secretas al país, que repetían la propaganda del ejército indonesio como
 parte de una campaña de guerra psicológica destinada a fomentar el 
apoyo a los asesinatos y desacreditar al PKI.
Documentos
 desclasificados en 2017 mostraron que el gobierno de EE.UU. desde el 
principio tuvo información detallada sobre los asesinatos masivos y 
apoyó las acciones del ejército indonesio. La complicidad de EE.UU. en 
los asesinatos, que incluyó proporcionar extensas listas de funcionarios
 del PKI a los escuadrones de la muerte indonesios, ha sido establecida 
por historiadores y periodistas.
