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dimanche 1 décembre 2024

‘El 47’: el éxito sorpresa de la temporada oculta que su protagonista era comunista

Fuente: https://www.diario.red/articulo/cultura/47-exito-sorpresa-temporada-oculta-que-protagonista-era-comunista/20240930152912036119.html

El filme, que recrea la desobediencia civil liderada por un conductor de autobús y es la única película en catalán que ha alcanzado el número uno de taquilla en más de quince años, esconde la importancia del PSUC en la lucha vecinal

Acostumbrados a las comedias de cuarta y a las agotadoras franquicias de superhéroes, no dejan de sorprender los milagros, porque lo que ha sucedido con El 47 es un pequeño milagro: una película que habla de una lucha vecinal, y obrera, para lograr una línea de autobús que pare en su barrio ha sido un éxito que ningún de sus artífices esperaba.
La película, dirigida por Marcel Barrena, se ha mantenido entre las más vistas durante semanas y es el único filme en catalán que ha alcanzado el número uno de taquilla en más de quince años  el segundo mejor estreno de una película en catalán en la última década.

Este éxito de El 47, que no se ha doblado al castellano, ha demostrado tres cosas. La primera es que el cine en catalán gusta a espectadores catalanes y de cualquier lugar. Otra película del cine catalán, Casa en llamas, también ha entrado con éxito en el top 10 de taquilla y va camino de superar el éxito de Pa negre y convertirse en la película en versión original catalana más taquillera de los últimos 25 años.

La segunda es que sigue habiendo espectadores para las historias de gente buena y causas dignas. Y que en las salas hay cabida para otros espectadores además de los que van a ver los bodrios familiares de Santiago Segura o los adictos a las sagas comiqueras o galácticas. Hay muchísimos espectadores de 40 a 80 años que buscan un cine adulto, con buenas historias y buenos personajes.

Y la tercera, y aunque esto a muchos ejecutivos de cadenas les incomode, es que se puede hacer cine político y tener éxito en taquilla, que en esta ocasión se ha comportado de manera parecida a la del éxito de El maestro que prometió el mar y que ya comentamos en Diario Red. La película de Patricia Font, que recaudó 1,7 millones de euros y atrajo a casi 300.000 espectadores, también contaba con un claro contenido político, estaba basada en un caso real y tenía un protagonista de gran personalidad y abiertamente izquierdista.  

Manolo se estableció en la zona chabolista de Torre Baró huyendo de un pasado aterrador: su padre fue apresado por falangistas, lo asesinaron y arrojaron su cadáver a una fosa común

Quizás este tipo de películas animen a futuros cineastas a hacer un cine que huya de la fórmula facilona y apueste por algo tan cinematográfico como la desobediencia, que es el tema principal de El 47. Hay mucho cine en la ocupación masiva de viviendas vacías, en los encarcelados injustamente (por criticar al emérito o boicotear un mitin fascista, por ejemplo) o en la lucha contra los desahucios, como demostró Juan Diego Botto con En los márgenes, una película que fue machacada por la crítica pero que dentro de unas décadas recordará lo que sucedía en este país en 2022 igual que un buen filme de José Antonio Nieves Conde o Ladislao Vajda lo que sucedía en la feroz España de los 50.

Pero centrémonos en El 47, dirigida por Marcel Barrena, responsable de películas como 100 metros o Mediterráneo y que firma también el guion junto a Alberto Marini. El origen del texto es curioso: encontró por casualidad la historia del conductor de autobús Manolo Vital en un blog sobre transporte metropolitano. Natural de Valencia de Alcántara, Cáceres, Manolo se estableció en la zona chabolista de Torre Baró huyendo de un pasado aterrador: su padre fue apresado por falangistas, lo asesinaron y arrojaron su cadáver a una fosa común (mismo destino que el protagonista de El maestro que prometió el mar).

“Expulsado”, como repite Manolo en la película, de su Extremadura natal, acabó en Torre Baró en busca de pan, trabajo, dignidad y futuro, igual que miles de los llamados “charnegos”. O lo que es lo mismo: catalanes de adopción a los que durante décadas se les consideró como ciudadanos de segunda clase. En Euskadi se les llamaba, de forma igual de despectiva y racista, maketos. Manolo fue solo uno de los cientos de miles (en concreto 800.000, nada menos) que abandonaron Extremadura durante dos décadas.

El 47 empieza con la creación de las ínfimas casas que no se podían considerar chabolas, con Manolo y sus gentes construyendo hogares con sus propias manos y siempre pendientes de un vacío legal: la ley estipulaba que no se podía derruir una construcción que tuviera el techo puesto. Por eso techaban rápidamente los chamizos, antes de que llegasen los cuerpos represivos fascistas para demolerlos.

Con astucia y coraje, Manolo y sus amigos y vecinos levantaron el barrio (incluida la luz y el agua), pero pasados los años llegó la gran brecha generacional: la conciencia de clase dio paso la vergüenza de clase. Los hijos se avergonzaban de sus padres, de sus casas, de su pobreza. Esta brecha queda muy marcada en el guion de El 47 con el personaje de Joana, la hija, que primero duda de la lucha de su padre, pero finalmente lo admira y cierra la película de forma preciosa. Nada menos que con Gallo Rojo, Gallo Negro, de Chicho Sánchez Ferlosio: “El gallo rojo es valiente, pero el negro es traicionero. No se rinde un gallo rojo más que cuando está ya muerto”.  

La acción que recrea la película fue organizada con los vecinos del barrio, acordada en el PSUC

Manolo, eso sí, es la columna vertebral y razón de toda la película. Y Eduard Fernández ha nacido para el personaje, un currante y superviviente bueno y terco que no soporta la vergüenza que provoca la pobreza y menos que las nuevas generaciones no valoren la lucha de la suya. La caracterización de Fernández (con su pipa, su mostacho y su camisa abierta) es otro peldaño en una carrera en la que brillan sus grandes trabajos en Los lobos de Washington, Smoking Room, El método o El hombre de las mil caras.      

Por desgracia, quizás esa rabia que tan bien administra siempre Fernández (“Voy a reventar todo, la voy a liar”) no haya sido del todo aprovechada en El 47. La película de Barrena, financiada por el Institut Català de les Empreses Culturals, RTVE y Movistar Plus+, cuenta con un discurso combativo solo a medias y omite verdades ideológicas. Me explico: el secuestro del 47 no fue un arrebato de un hombre harto de funcionarios. Vital contó con la connivencia de CCOO y el PSUC (Partido Socialista Unificado de Cataluña, comunistas). El PSUC tenía más de mil afiliados en Nou Barris y gran presencia en cada una de las asociaciones de vecinos. Además, Manuel tenía un hijo (en el filme una hija) que, como él, militaba en el PSUC  y CCOO.

Y como guinda, un joven y cándido Pasqual Maragall al que El 47 le dan más protagonismo del que tuvo. Además, la acción que recrea la película fue organizada con los vecinos del barrio, acordada en el PSUC y el 47 no fue el único autobús secuestrado.
Como se preguntó Ricard Aje en su reseña en Mundo Obrero, “¿Por qué hay que ocultar la organización política, sindical y popular en las que militaba Vital y que jugó un papel trascendental en las luchas sociales y contra el franquismo? (…) ¿Había que convertir una lucha social en un producto comercial? ¿Acaso se puede entender la Catalunya actual, los servicios e instalaciones públicas de los barrios obreros o las condiciones de trabajo en las empresas sin el trabajo y el papel del PSUC, CC.OO. y las asociaciones vecinales? Despreciar u ocultar el papel de la militancia y del PSUC en la historia de Catalunya y dejarlo como si fueran acciones espontáneas e individuales es injusto y le hace flaco favor a la memoria histórica”.

Hay proyecciones de El 47 que han acabado con aplausos en la sala, algo muy poco común. El tramo final, el del secuestro del 47 con sus pasajeros dentro, muy eficaz, vale por toda la película. Y cuando acaba, se apodera de ti una reflexión inevitable: si la película hubiese sido más corta (dura casi dos horas), estaríamos ante una obra mucho más escueta y contundente. También ante una obra mucho más honesta si hubiesen dado el verdadero protagonismo que tuvo en PSUC. 


Lo mejor: Eduard Fernández.  
Lo peor: la película acaba con un happy end, pero no es tan happy lo que vino después. La línea 47 se prolongó y llegaron otras líneas a la zona, pero hoy sigue siendo muy pobre y desatendida, con cortes de luz y peligrosos desprendimientos cuando diluvia.

Villes d'Olga Rozanova (1914)

                                                                       City on fire


                                                                            The City

 

Roman Cieslewicz Visualiste

 En Espagne il y eut Alberto Corazón, en France R. Cieslewicz...

Source: https://slash-paris.com/fr/evenements/roman-ceslewicz-visualiste

Roman Cieslewicz - Galerie Semiose
Roman Cieslewicz, Collage centré (Alain Bernardin, directeur du Crazy Horse), 1969 20,5 × 13 cm Courtesy Semiose galerie, Paris 
 
Roman Cieslewicz est en nous. S’il est encore possible de ne pas savoir son nom, il est en revanche impossible de ne pas connaître ses images. Artiste majeur de la scène graphique de la seconde moitié du XXe siècle, Roman Cieslewicz (1930-1996) a façonné l’imaginaire collectif et imprimé son style au plus profond de la rétine de tout spectateur promenant ses yeux en France à partir des années soixante et après.

Artisan du succès de la revue de mode polonaise Ty i ja, il est engagé à son arrivée en France en 1963 par Peter Knapp pour moderniser la maquette de Elle, puis enchaine les commandes pour Vogue, les éditions 10/18, plus tard pour Libération, Le Monde, etc. En 1967, il accompagne la naissance d’une nouvelle revue d’art contemporain, Opus International, dont les couvertures, devenues des icônes, sont toujours en circulation aujourd’hui. Il a dessiné les formules graphiques des expositions « Paris/… » (Berlin en 1978, Moscou en 1979, Paris en 1981) du Centre Pompidou, et a publié un livre sur Che Guevara qui continue à faire date.1

Roman Cieslewicz n’est pas seulement l’incarnation de la modernité des années soixante et soixante-dix, il est de ceux qui l’ont créée et dessinée, réussissant la synthèse de l’époque grâce à sa perception affûtée. Son goût pour la forme élémentaire et le traitement accusé des contrastes, le rapport mot-image érigé comme valeur cardinale et son extrême attention à la typographie, ont forgé son style, reconnaissable, novateur et iconique. Si le noir et blanc soulignés d’une touche de rouge sont reconnus comme sa signature, le hiatus ou la rupture forment aussi un trait distinctif de son style.

Surtout, Roman Cieslewicz est connu pour sa boulimie d’images. Collectionneur de tout support, il fut dans le même temps, gazettophile, Jocondophile, pictopublicéphile, phlogophile, glycophile,2 comme nous le rapporte son ami François Barré. Cette ardeur se retrouve par exemple dans les collages tels que Harem, où d’un seul coup d’œil, il est possible d’embrasser une grande collection. À l’origine, le photomontage Harem a été réalisé en 1969 pour la campagne de promotion de Prisunic, confiée à l’agence M.A.F.I.A., à laquelle Cieslewicz était associé. D’abord imprimé sur des objets de communication, Harem, avec la versatilité habituelle des images de Cieslewicz, a rapidement contaminé d’autres supports. Cette porosité naturelle entre travaux de commande et pratique d’atelier, achève de confirmer la position d’auteur de Cieslewicz ; graphiste-artiste, il préférait se désigner comme « visualiste » ou membre de la « confrérie des artisans de l’image ».

Pour autant, à ce bombardement, à ce trop-plein d’images succède au début des années 1970 sa tendance plus frugale d’« aiguilleur de la rétine », avec son célèbre visuel « Zoom contre la pollution de l’œil ». C’est le début des collages centrés auxquels appartiennent Arturo, Acupuncture, Arrabal, Cérès Franco ou Bobby Fischer, monstres cyclopéens dont l’œil, trop unique, dérange. Œillade au manifeste « ciné-œil » de Dziga Vertov, l’œil est le motif central, absent ou au contraire appuyé, comme dans la si célèbre affiche du Che, où il est remplacé par « CHE SI ». « Cieslewicz fut avant tout un œil, écrivait Amélie Gastaut, cet œil qui s’efforce de regarder la réalité en face. »3 Irréductible artisan — même après l’apparition des outils numériques —, Roman Cieslewicz œuvrait avec les moyens les plus simples, ciseau, pinceau et colle, et un certain bonheur de l’accident et des imperfections, provoquées par l’impatience ; « le geste, le crayon répondent plus vite à mes idées que n’importe quel outil mécanique. » Effet miroir, symétrie, parallèle, répétitions, rognage de l’image en son centre, agrandissement ou réduction, aplatissement, découpage, juxtaposition ou multiplication, dans un sens ou dans l’autre, nivellement des gris, forçage des contrastes, détramage et retramage, accentuation, stylisation, travail au trait, aplats. Toutes les opérations y passent, toute la suite graphique est démontée puis remontée.

Si la réitération de l’image est une constante de l’œuvre, les photomontages, à l’instar de Party ou Gâteux aux bas Dim constituent aussi un pan important, plus intime, plus personnel, plus engagé aussi. Héritier des collages des maîtres, tels Max Ernst et Kurt Schwitters, ou des photomontages constructivistes d’Alexander Rodchenko, Roman Cieslewicz renouvelle le genre en utilisant notamment les moyens de reproduction et l’iconographie populaire de son époque. On l’associe souvent à son aîné Bruno Schulz — avec qui il partage une certaine poésie mélancolique et dont il a défendu l’œuvre —, mais aussi dans un tout autre esprit à ses comparses Roland Topor, Fernando Arrabal et Alessandro Jodorowski, réunis au sein du groupe Panique, fondé en 1960. Dans son prolongement, Roman Cieslewicz crée en 1976 Kamikaze, la revue d’information Panique4.

L’humour noir et la causticité acerbe infuse chaque œuvre, à l’instar de B.B. Phoques. Tenant d’une grivoiserie très hexagonale, plus fétichiste que véritablement active, Dorothée, Garçon I, Party et Pied Panique en remontrent au voyeur. « Je suis un pirate, dit Roman Cieslewicz, mais un pirate qui participe à un nouvel alphabet des médias […] Une image qui ne choque pas, ça ne vaut pas la peine . » À l’instar de sa production globale, cette exposition est foisonnante, les signes circulent, rebondissent d’une image à une autre, les désirs et les peurs jaillissent et parfois explosent au visage. De ces « attentats visuels », Jean-Christophe Bailly dit : « Ce qu’on voit n’est pas fait pour plaire, ni pour passer, mais pour rester, et les images prises au piège qui les met en page et à nu tombent ou retombent sous le sens . »5 Attention, Panique !

Laetitia Chauvin

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1 Roman Cieslewicz, CHE, Paris, Éditions Jeune Afrique, 1968, 48 pages

2 Le pictopublicéphile collectionne les images publicitaires, le phlogophile les flammes postales, le glycophile les emballage de sucres individuels.

3 Amélie Gastaut, “L’itinéraire de Roman Cieslewicz”, dans l’ouvrage collectif publié à l’occasion de l’exposition au musée de Grenoble en 2001 (éditions Réunion des Musées Nationaux

4 Trois numéros publiés en 1976, 1991 et 1994.

5 Jean-Christophe Bailly, cahier publié par Edition Magik, Paris, 1987, à l’occasion de l’exposition “Pas de nouvelles, bonnes nouvelles” de Roman Cieslewicz à la galerie Jean Briance (Paris)

 

Netflix a effacé l’essentiel de ses « Histoires palestiniennes » – la collection est désormais introuvable en Israël

 Source secondaire : https://www.les-crises.fr/netflix-a-efface-l-essentiel-de-ses-histoires-palestiniennes-la-collection-est-desormais-introuvable-en-israel/

Suite à la purge d’au moins 24 films, Netflix fait face à des appels pour réintégrer les films.

Source : The Intercept, Nikita Mazurov
Traduit par les lecteurs du site Les-Crises

Les bureaux de Netflix à Los Angeles, le 19 avril 2021. Photo : Bing Guan/Bloomberg via Getty Images

En 2021, Netflix a décidé de créer une nouvelle collection de films pour ses utilisateurs.

« Netflix va lancer la collection « Histoires palestiniennes », qui offrira un choix de films réalisés par certains des meilleurs cinéastes du monde arabe, a annoncé le nouveau groupe. « Cette collection est un hommage à la créativité et à la passion de l’industrie cinématographique arabe, alors que Netflix continue d’investir dans des histoires en provenance du monde arabe. »

Trente-deux films ont été retenus et il est prévu d’en ajouter d’autres.

Cependant, à la suite d’une purge d’au moins 24 films de la plateforme de Netflix, la page d’accueil de la collection ne contient plus qu’un seul film accessible aux streamers des États-Unis : le documentaire de 2019 de Lina Al Abed « Ibrahim » [Ibrahim : A Fate to Define] – et ce, uniquement à partir des États-Unis.

« Cet effacement des voix palestiniennes par Netflix fait suite à plusieurs décennies de suppression des points de vue palestiniens. »

En accédant à la page à partir d’une adresse IP israélienne, non seulement les 24 films ont disparu, mais la collection « Histoires palestiniennes » n’existe pas du tout : l’URL de la page du portail renvoie à une page d’erreur 404 indiquant que le site est introuvable. La page israélienne contenait auparavant 28 films.

La disparition des films, dont l’absence imminente avait été signalée par Sunjeev Bery, est intervenue un an après l’assaut implacable d’Israël contre la bande de Gaza et l’escalade en Cisjordanie – une guerre qui va s’intensifiant contre ces mêmes Palestiniens que Netflix cherchait à promouvoir grâce à sa collection d’histoires.

« Cet effacement des voix palestiniennes par Netflix fait suite à plusieurs décennies peu glorieuses de suppression des points de vue et des récits palestiniens par les médias d’information et de divertissement occidentaux », indique une lettre demandant le rétablissement des films, émanant de 30 organisations pro-palestiniennes, dont Freedom Forward, dont Bery, un collaborateur d’Intercept, est le directeur exécutif.

https://x.com/Sunjeev_Bery/status/1845516953089352190

Le géant du divertissement a donné peu de détails quant aux raisons pour lesquelles exactement deux douzaines de films palestiniens ont été supprimés en l’espace de quelques semaines. En réponse à une demande de The Intercept, Rachel Racusen, porte-parole de Netflix, a déclaré : « Dans le cadre de la licence pour ces films, le contrat se terminera en octobre 2024, c’est pourquoi ces films ne seront plus disponibles pour les utilisateurs. »

Racusen a ajouté : « Il s’agit d’une pratique courante en matière d’octroi de licences de contenu. Des exemples similaires incluent Friends qui n’est plus disponible aux États-Unis ou Mr. Robot qui n’est plus disponible dans les pays arabes » – une déclaration qui a été reprise, sans toutefois être attribuée, dans un article de Variety sur la disparition des films.

Purge planétaire

Sur ses pages d’aide, Netflix indique que les émissions et les films sont retirés de la plateforme en fonction des accords de licence. Lorsque ceux-ci arrivent à expiration pour un film donné, Netflix indique qu’il évalue si les droits sont encore disponibles, le degré de popularité du film dans la région concernée et le coût correspondant au renouvellement de la licence.

L’annonce initiale de Netflix indiquait que les titres seraient disponibles en streaming dans le monde entier. Après que les films ont été rayés de la plateforme aux États-Unis, The Intercept a tenté de les visionner en Israël et dans d’autres pays. Dans un échantillon de pays dont les adresses IP ont été utilisées par The Intercept pour accéder à Netflix, au moins une partie des titres, si ce n’est la totalité, avaient été effacés dans le monde entier.

En Corée, comme en Israël, la page d’accueil des Histoires palestiniennes n’existait pas du tout, donnant lieu à un message d’erreur. Dans d’autres pays, comme le Royaume-Uni et l’Ukraine, la page propose « Ibrahim » – le film disponible pour les spectateurs américains – ainsi qu’un second film, « 200 Mètres » d’Ameen Nayfeh.

La collection Histoires palestiniennes n’est plus affichée dans les résultats de recherche sur Netflix.

Lors du lancement de la collection « Histoires palestiniennes », Netflix avait subi le feu des critiques de l’organisation sioniste de droite Im Tirtzu. À l’époque, Netflix avait répondu qu’elle « croyait en la liberté artistique et investissait régulièrement dans des récits authentiques en provenance du monde entier », laissant les films à l’appréciation des spectateurs.

Dans un article sur le site web de Netflix indiquant aux téléspectateurs les titres qui quitteront le service ce mois-ci, aucun des films palestiniens n’est mentionné.

Au lieu de cela, la liste met en avant des titres tels que « Le chat chapeauté » du Dr. Seuss [célèbre auteur pour enfants, NdT] et « Magic Mike » [Comédie dramatique américaine réalisée par Steven Soderbergh et sortie en 2012. Le film se déroule dans le milieu du striptease masculin en Floride, NdT], qui devraient également être retirés de la plateforme ce mois-ci.