Article épinglé

vendredi 7 mars 2025

Les aventures extraordinaires des artistes russes dans le territoire de Dada. Iliazd, Serge Charchoune, Jean Pougny et Paris

 


Ombres vers le Sud/The Cabin In The Cotton (Michael Curtiz, 1932)

 Tout le film:

https://m.ok.ru/video/3838854367924https://m.ok.ru/video/3838854367924

ou 

https://m.ok.ru/video/259925150371

Extraits:





Je suis un fugitif / I Am A Fugitive From A Chain Gang (Mervyn LeRoy, 1932)


 

Hell's Highway/Au Seuil de l'Enfer (Rowland Brown, John Cromwell, 1932). Film de futures victimes du maccartysme

 


‘El 47’ y el borrado del partido

 FUENTE: https://www.lamarea.com/2024/09/21/cine-psuc-el-47-y-el-borrado-del-partido/?fbclid=IwY2xjawIWlXBleHRuA2FlbQIxMQABHSMb8_isrn3BOxLqRI32_81VG2w5bJKenQ-u7ZoyAQHjVm1K_gb9fn89GQ_aem__-jlmJDvrSJGm6smtwltnA&sfnsn=scwspmo


La invisibilización del PSUC en la película es «preocupante», según Arantxa Tirado: «La militancia comunista de Vital es esencial para entender su decisión de secuestrar el autobús».
el 47 arantxa tirado
Eduard Fernández en la piel de Manuel Vital, que fue militante en la clandestinidad del PSUC 
y de CC OO. LUCIA FARAIG / THE MEDIAPRO STUDIO

Hace un par de semanas acudí a un pase especial de la película El 47, inspirada en la historia de Manuel Vital, vecino del barrio de Torre Baró de Barcelona, migrante extremeño, conductor de autobús, líder vecinal, militante en la clandestinidad del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC) y del sindicato CC OO. En 1978, Vital decidió demostrar que el autobús podía subir la montaña, sortear las estrechas calles semiasfaltadas y llegar hasta el barrio que él construyó, junto a sus vecinos y vecinas, con sus propias manos. Para ello secuestró la línea 47 y condujo el vehículo hasta arriba de la colina sobre la que se asienta Torre Baró.

Después de visionar la película, asistimos a una pequeña charla, con preguntas y respuestas, con su director, Marcel Barrena, y la actriz Zoe Bonafonte. En el intercambio intervinieron vecinos de Torre Baró, compañeras de partido de Vital, familiares y otras personas. Se puso de manifiesto que, aunque Manolo fuera un líder vecinal indiscutible, representaba una lucha colectiva, muchos de cuyos protagonistas se encontraban en la sala, agradecidos por poder ver reconocida en la pantalla una lucha frecuentemente silenciada en el cine.

Pese a que el director dejó claro, desde el inicio, que la película estaba inspirada en la vida de Vital pero “no era un documental”, algunas personas salieron de la sala con una sensación agridulce. La película era hermosa, conmovedora, un ejercicio de justicia y de memoria de la lucha de la clase obrera. No obstante, había un problema. Una amiga, militante durante muchos años del PSUC y, posteriormente, de su heredero, el PSUC-Viu, lo resumió certeramente: “Estamos ante el borrado del partido”.

Cuando, durante el intercambio, le planteé al director lo paradójico de contar una historia de lucha colectiva, de integración de los migrantes en la sociedad de acogida y de denuncia del fascismo sin mostrar ninguna referencia explícita a la ideología que motivó la acción de Vital, se defendió alegando que la película dejaba claro de qué lado estaba el protagonista, que no hacía falta que verbalizara la palabra “comunista” para que se entendiera su militancia. Creo que el director no entendió que algunas personas no esperábamos que el soberbio Eduard Fernández, encarnando a Vital, mirara a cámara y dijera que es comunista guiñando el ojo, cantara la Internacional o levantara el puño. Simplemente queríamos apuntar que difícilmente alguien que no conozca su figura o no esté familiarizado con la lucha vecinal barcelonesa durante el final del franquismo y la Transición puede deducir que estamos viendo en la pantalla la acción de un comunista.

El problema no es que Barrena no muestre a un comunista, es que ni siquiera muestra a un militante y, con eso, su enfoque colectivo de la lucha no es tal, por mucho que añada a los vecinos de Torre Baró al final del secuestro del bus. El enfoque de la película presenta una acción individual aislada de una práctica política y de su organización. Pero también hace una elipsis del mismo contexto de lucha política en que se dan los hechos narrados. Puede que El 47 sea cine social pero, desde luego, no es cine militante.

Por supuesto, está dentro de la libertad artística de cada autor elegir qué quiere mostrar con su obra. Estas reflexiones tampoco invalidan la importancia de una película protagonizada por un trabajador migrante de un barrio periférico, algo poco habitual. Pero es evidente que, para quienes provienen de esa tradición política y conocen cómo ha sido la lucha en esos barrios, la historia tiene vacíos considerables.

El borrado del partido que se hace en El 47 no es preocupante porque se ignoren u oculten unas siglas determinadas, sino por lo que tiene de invisibilización de la lucha colectiva y la organización política necesaria que está detrás de ella. Un borrado que afecta al sindicato y a la misma organización vecinal, inseparable en aquellos años de la organización política. Las coordenadas ideológicas que explican la acción directa de Vital, comunistas, que sirvieron para luchar contra la dictadura ayer y contra el fascismo hoy, están ausentes, no sabemos si de manera consciente o inconsciente por parte del director. La película ignora esta realidad.

Opta, además, por presentar la dictadura a través de referencias a un franquismo etéreo, que sólo asoma en la figura del policía o del monolito en el barrio, pero con un contexto político claramente difuminado. El antifranquismo es, también, abstracto y simbólico, emblematizado en una canción, pero sin contenido ideológico ni praxis política distinguible. La militancia de Vital tampoco existe, es más, se presenta como un personaje errático en su actuación, sin claridad ideológica, que se conecta con un antifranquismo sin etiqueta, y que actúa movido por un interés conectado con lo inmediato, más familiar que social. Algo muy distante del impulso que lleva a una persona a militar, desde su juventud y hasta el fin de sus días, en un partido comunista.

El compromiso comunista

Esta elusión es tanto más grave cuanto, precisamente, la militancia comunista de Vital es esencial para entender su decisión de secuestrar el autobús, que no fue aislada, sino que se repitió en otros barrios de Barcelona, también protagonizada por otras militantes comunistas. Por tanto, su decisión no puede entenderse sin acercarse a su compromiso, el de un comunista en el sentido íntegro de la palabra. Uno de tantos héroes anónimos de la clase obrera que, en tiempos de dictadura y precariedad, decidieron arriesgar su integridad personal y económica incorporándose a organizaciones clandestinas, como eran el PSUC o CC OO, con el objetivo de mejorar sus condiciones materiales de vida y las de todas. Luchar, en definitiva, por el socialismo como realización de sus ideales y hacerlo desde lo concreto.

Los comunistas como Vital combatían en muchos frentes, de manera incansable: luchaban por el barrio desde las asociaciones de vecinos, daban la batalla en el centro de trabajo integrados en el sindicato y aspiraban a la transformación social colectiva organizados en el partido. Un ejemplo de lucha que no se ve en ningún momento en la pantalla.

La película, en definitiva, deja pasar la oportunidad de rendir homenaje a todas esas generaciones de militantes que se están extinguiendo sin que haya un relevo que las sustituya. Más allá del borrado de unas siglas que implica ocultar una tradición de lucha que merecería estar en lugar destacado, hay otra parte más dramática desde una perspectiva política conectada con el presente. Ésta es no hacer pedagogía a las actuales generaciones de que el fascismo que representaba la dictadura franquista sólo pudo caer por la acción colectiva organizada desde unas premisas ideológicas antitéticas a sus principios y valores. Fueron los comunistas, socialistas y anarquistas, antes que demócratas en abstracto, quienes combatieron ayer, y se siguen enfrentando ahora al fascismo y la extrema derecha. Ésta hubiera sido la mejor manera de honrar la heroica lucha del pasado y dar claves para la necesaria lucha del presente.

Quarante ans à dénoncer la NED et Elon Musk vient persuadé qu’il a un nid de « communistes »

 SOURCE: https://histoireetsociete.com/2025/02/08/quarante-ans-a-denoncer-la-ned-et-elon-musk-vient-persuade-quil-a-un-nid-de-communistes/

7 février 2025

Vu l’ignorance dans laquelle se complaisent nos élites, les Français ne sont pas en état d’apprécier les « révélations » qui se succèdent aux USA. Le site internet de la Maison Blanche par exemple a publié 12 exemples des dépenses d’agences financés par les bonnes œuvres de la CIA, UNSAID et NED, tous citant des rapports des médias. La liste comprenait notamment : – livraison de « centaines de milliers de repas » aux militants d’Al-Qaïda ;- 1,5 million de dollars pour « promouvoir l’égalité et l’inclusion dans les milieux d’affaires et sur le marché du travail en Serbie » ; – 70 000 $ pour la mise en scène d’une comédie musicale en Irlande ;- 47 000 $ pour un « opéra transgenre » en Colombie ;- 32 000 $ pour une « bande dessinée transgenre » au Pérou ;- financer la production de contraceptifs et de dispositifs de contrôle des naissances « personnalisés » dans les pays en développement ; – « Des centaines de millions de dollars » pour financer « des canaux d’irrigation, du matériel agricole et des engrais utilisés pour cultiver du pavot et produire de l’héroïne en Afghanistan ».

Aussitôt Elon Musk et tous les réactionnaires de son espèce en ont déduit que seuls des marxistes, communistes pervers pouvaient produire de telles âneries et soutiens aux fanatismes terroristes, mais il n’en est rien. Un des purs produits des investissements en France – c’est lui-même qui a reconnu être appointé par la NED – est Robert Menard qui s’est longtemps présenté comme trotskiste et responsable autoproclamé de reporters sans frontière au nom d’une gauche vertueuse, comme Gluksmann et BHL, Cohn Bendit et d’autres stipendiés. Mais en fait leur seul problème est le socialisme réel, celui qu’ils disent stalinien, comme le choix souverain de certains bourgeois nationalistes qui font cause commune avec les communistes. Si vous regardez les plateaux de LCI, vous saurez que les gens qui interviennent sont en général financés par ces circuits. Donc cet moment particulièrement savoureux pour qui a vécu comme moi, malgré moi d’ailleurs, dans ce monde parallèle où l’on sait très bien qui est payé par qui y compris dans la presse communiste où il existe comme au secteur international quelques stipendiés qui se cachent à peine. En attendant, suivons ce militant anti-impérialiste des Etats-Unis qui a passé quarante ans à dénoncer la NED et qui voit ce néo-nazi d’Elon Musk faire pour un temps le boulot (ça va se calmer c’est sûr!).

Quarante ans de dénigrement du National Endowment for Democracy

James Bovard

Sur FacebookGazouillerRedditCiel bleuMessagerie électronique

Logo du National Endowment for the Arts – Domaine public

Dimanche, Elon Musk a posté sur X : « Ceux qui savent, s’il vous plaît, répondez à ce post énumérant toutes les mauvaises choses que NED [National Endowment for Democracy] a faites. C’est une longue liste ».

Après cette impitoyable torsion de bras, je n’ai pas d’autre choix que de récapituler mes coups de la NED remontant à peu de temps après son lancement en 1983. Dès le début, cette agence a semblé être l’opération de blanchiment d’argent la plus effrontée de l’histoire fédérale récente – siphonnant des masses d’argent des contribuables du Trésor et les livrant directement à des pirates des partis démocrate et républicain. La législation originale interdisait de telles orgies de « se remplir les poches avec l’argent des contribuables », mais personne à Washington n’a choisi d’appliquer la loi. Ajoutez à cela un pieux hokum sur le sauvetage de la démocratie dans le monde et c’est devenu une arnaque quatre étoiles de Washington.

Dans un article paru le 29 novembre 1985 dans l’Oakland Tribune, j’ai salué la NED comme « l’un des gâchis les plus récents et les plus prestigieux du Potomac ». Mais il y a eu beaucoup de moqueurs au début : « La NED a été appelée de beaucoup de choses – un Comité d’action politique international, le Programme de financement par les contribuables des élections à l’étranger, et une caisse noire pour les politiciens qui aiment voyager dans des climats chauds par temps froid. En moins de deux ans, la NED a été à la hauteur de toutes ces épithètes. Mon éditorial concluait : « Plus tôt la NED sera abolie, plus notre politique étrangère sera propre. »

Hélas, mon article n’a pas amené Washington à se repentir.

L’année suivante, après de nouveaux scandales de la NED, le sénateur Ernest Hollings (D-S.C.) a hurlé : « Cette chose n’est pas le National Endowment for Democracy, mais le National Endowment for Embarrassment. » Le représentant John Conyers (D-Michigan) s’est plaint : « Depuis sa création, le National Endowment for Democracy a été criblé de scandales et d’irrégularités. »

Mais il s’agissait d’un programme de « jobs for the boys » qui permettait aux politiciens de blanchir de l’argent à beaucoup de leurs assistants et donateurs, de sorte qu’il a survécu à une chute après l’autre. La législation originale interdisait à la NED d’interférer dans les élections étrangères, mais tout le monde à Washington a rapidement oublié cet astérisque.

En 2006, dans un article intitulé « Définir la démocratie vers le bas » dans l’American Conservative, j’ai écrit :

En 2001, la NED a quadruplé son aide aux opposants vénézuéliens au président élu Hugo Chavez, et la NED a lourdement financé certaines organisations impliquées dans un coup d’État militaire sanglant qui a temporairement chassé Chavez du pouvoir en avril 2002. Après que Chavez ait repris le contrôle, la NED et le département d’État ont réagi en versant encore plus d’argent dans des groupes cherchant à l’évincer.

L’International Republican Institute, l’un des plus grands bénéficiaires de subventions de la NED, a joué un rôle clé à la fois dans le coup d’État de Chavez et dans le renversement du président élu d’Haïti, Jean-Bertrand Aristide. En février 2004, un éventail de groupes et d’individus aidés par la NED ont contribué à déclencher un soulèvement qui a fait 100 morts et renversé Aristide. Brian Dean Curran, l’ambassadeur des États-Unis en Haïti, a averti Washington que les actions de l’International Republican Institute « risquaient de nous accuser de tenter de déstabiliser le gouvernement ».

Les États-Unis ont tout mis en œuvre pour aider notre candidat favori à remporter des élections « libres et équitables » en 2004 en Ukraine. Au cours des deux années précédant les élections, les États-Unis ont dépensé plus de 65 millions de dollars « pour aider les organisations politiques en Ukraine, en payant pour faire venir le chef de l’opposition Viktor Iouchtchenko à rencontrer les dirigeants américains et en aidant à financer les sondages de sortie des urnes indiquant qu’il a remporté un second tour contesté », selon l’Associated Press. Le membre du Congrès Ron Paul (R-Texas) s’est plaint qu’« une grande partie de cet argent était destinée à aider un candidat particulier, et… des millions de dollars ont fini par soutenir le candidat à la présidence, Viktor Iouchtchenko. Pourtant, avec une hypocrisie sans bornes, Bush avait proclamé que « toute élection [ukrainienne] … devraient être libres de toute influence étrangère ».

Dans un article de 2009 pour la Future of Freedom Foundation, j’ai écrit : « La NED est basée sur l’idée que son ingérence dans les élections étrangères est automatiquement pro-démocratie parce que le gouvernement américain est l’incarnation de la démocratie. La NED a toujours fonctionné sur le principe que « ce qui est bon pour le gouvernement américain est bon pour la démocratie ».

En 2017, l’administration Trump a retiré la « promotion de la démocratie » de la liste des objectifs officiels de la politique étrangère américaine. Dans un éditorial de USA Today intitulé « End Democracy Promotion Balderdash », j’ai écrit que la réforme « pourrait réduire considérablement les exportations de piété de l’Amérique… Il est temps de reconnaître le carnage que les États-Unis ont semé à l’étranger au nom de la démocratie. J’ai prévenu :

La promotion de la démocratie donne aux décideurs politiques américains le droit de s’immiscer presque partout sur Terre. Le National Endowment for Democracy, créé en 1983, a été pris en flagrant délit d’ingérence dans les élections en France, au Panamaau Costa Rica, en Ukraine, au Venezuela, au Nicaragua, en Russie, en Tchécoslovaquieen Pologne, en Haïti et dans de nombreux autres pays…. Plutôt que d’apporter un salut politique, les interventions américaines à l’étranger produisent plus souvent un « carnage sans faute » (personne à Washington n’est jamais tenu responsable).

Dans un éditorial de 2018 intitulé « Il est temps pour les États-Unis de mettre fin aux flim-flams de promotion de la démocratie » dans The Hill, j’ai écrit :

La promotion de la démocratie a longtemps été l’une des mascarades étrangères préférées du gouvernement américain. La proposition de l’administration Trump de réduire le financement de l’évangélisation démocratique est dénoncée comme si c’était l’aube d’un nouvel âge des ténèbres. Mais c’est une étape bienvenue pour drainer une bande nocive du marais de Washington.

Malheureusement, de nombreux Washingtoniens sont aveuglés par la moralité égoïste. Le président du National Democratic Institute, Kenneth Wollack, affirme que mettre sur un pied d’égalité les interventions américaines et russes dans les élections étrangères revient à « comparer quelqu’un qui fournit des médicaments vitaux à quelqu’un qui apporte un poison mortel ». Mais la crise des opiacés illustre avec quelle facilité les concoctions thérapeutiques peuvent produire un vaste carnage.

La démocratie apporte souvent une grande amélioration à la gouvernance dans les pays étrangers, mais la corruption et les bombardements sont de mauvais moyens d’exporter la liberté. Les politiciens et les mordus de la politique de Washington peuvent-ils expliquer pourquoi le gouvernement américain mérite un droit de veto sur les élections partout ailleurs sur Terre ?

Depuis cet éditorial de 2018, la NED est devenue l’un des principaux bailleurs de fonds du complexe industriel de la censure dans le pays et à l’étranger. Il a également continué d’essayer de truquer les élections étrangères. La NED se justifie tacitement parce que « Dieu veut que la démocratie gagne ». Le gouvernement des États-Unis fait simplement l’œuvre de Dieu – ou fait ce que Dieu ferait s’il en savait autant que les agences gouvernementales américaines. Mais son ingérence étrangère est régulièrement protégée des demandes de la loi sur la liberté de l’information. Afin de sauver la démocratie à l’étranger, le gouvernement américain bande les yeux des Américains sur la connivence et la corruption de la NED dans le monde entier.

En 1984, le membre du Congrès Hank Brown (R-CO) a habilement résumé pourquoi la NED n’avait pas le droit d’exister : « C’est une contradiction d’essayer de promouvoir des élections libres en s’immisçant dans celles-ci. » Mais les contradictions n’ont jamais arrêté la croissance du Léviathan. L’existence continue de la NED témoigne de la perfidie perpétuelle de la politique étrangère américaine. Les Américains verront-ils bientôt la saleté sur bien d’autres scandales de la NED ?

Une version antérieure de cet article a été publiée par le Libertarian Institute.

James Bovard est l’auteur de Attention Deficit DemocracyThe Bush Betrayal et Terrorism and TyrannySon dernier livre s’intitule Last Rights : the Death of American Liberty. Bovard est membre du conseil des contributeurs de USA Today. Il est sur Twitter à @jimbovard. Son site web se trouve à www.jimbovard.com

Raúl Antonio Capote, "La guerra cultural" contra Cuba y el mundo