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vendredi 10 janvier 2025
mercredi 8 janvier 2025
El funeral de Togliatti (Renato Guttuso, 1972)
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Renato Guttuso: I Funerali di Togliatti, pintado en 1972 |
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Renato Guttuso: I Funerali di Togliatti. Bolonia, Galleria d'Arte Moderna (Museo del MAMbo) |
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Enrico Berlinguer delante de El funeral de Togliatti |
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Angela Davis delante de El funeral de Togliatti. |
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64 enigmas a resolver. ¿Cuántos eres capaz de identificar? |
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Palmiro Togliatti, Secretario General del PCI |
Togliatti fue el Secretario General del PCI desde 1927 hasta que murió en 1964. Bajo su liderazgo, el PCI llegó a tener, en los años 50, la cifra de 2.300.000 militantes (¡se dice pronto!), siendo el principal partido comunista de Europa occidental. En 1948 estuvo a punto de ganar las elecciones (en alianza con el PS), lo cual no se produjo a causa de la activísima campaña de la CIA (fue el primer operativo montado por la CIA en el mundo) y de la movilización del Vaticano (véase en este blog la triple entrada dedicada al tema: "La campaña de EEUU y del Vaticano contra el PCI en las decisivas elecciones de 1948"; también "Italia, 1947-1948: elecciones libres al estilo Hollywood", cap. 2 del libro Asesinando la esperanza, de William Blum).
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Togliatti, Sello de correos soviético. |
Guttuso quiso hacer de la obra un manifiesto comunista y antifascista en plena guerra fría. En el cuadro aparecen varias docenas de personajes representativos tanto del movimiento comunista italiano como internacional, pero también unas cuantas figuras anónimas sacadas de las fotografías que más circularon sobre el funeral, obtenidas por el fotógrafo Mario Carnicelli, militante del PCI igual que Guttuso (por ejemplo, los jóvenes colgados del balcón, saludando puño en alto el paso del cortejo fúnebre). Estas figuras no identificadas, anónimas, vienen a representar metonímicamente a la clase obrera.
La obra supone todo un juego de "inclusiones" y "exclusiones", lógicamente intencionadas por parte de Guttuso. No hay detalle dejado al azar. De los personajes conocidos, algunos estaban vivos cuando tuvo lugar el funeral (y de hecho la mayoría acudió al mismo), pero otros muchos ya estaban muertos. Esto nos facilita la clave principal para interpretar el cuadro, a través de su trasfondo simbólico. El propio Guttuso nos dio una pista al explicar que no pretendía hacer una crónica, sino una alegoría. El simbolismo permite trascender el propio hecho físico de la muerte de Togliatti, al brindarnos una oda pictórica al internacionalismo comunista, al internacionalismo de la lucha de la clase obrera. Pero, por otra parte, el hecho de que vivos y muertos estén juntos, representados, viene a significar la trascendencia del ideal socialista más allá de la vida física de las personas. Diría que hasta hay una metafísica heterodoxa (y que me disculpen los puristas), en tanto que la lucha nos hace trascender en cierta manera nuestra condición mortal al entrar a formar parte de la construcción del Socialismo. La épica y la ética del sacrificio del militante comunista tiene sentido en función de un tiempo que está por llegar (futuro) y que posiblemente no llegue a ver y lo sabe. Al estar representados vivos y muertos en el cuadro, se nos está hablando de esta trascendencia del ideal socialista.
Un último elemento simbólico radica en que el único personaje que aparece varias veces es Lenin, una clara reivindicación del leninismo y de la figura de Lenin.
Y, por supuesto, la omnipresencia de la bandera roja ("los símbolos no importan", nos dicen aquellos que quieren destruirnos).
Roma, 25 agosto 1964, via delle Botteghe Oscure. Funeral de Palmiro Togliatti. |
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l'Unità, órgano oficial del PCI |
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Renato Guttuso. Galería Flickr de Galliano Castore Passerini |
Como artista, durante su formación académica recibió las influencias de pintores muy distintos como Courbet, Van Gogh, Picasso y otros; también del movimiento expresionista. Posteriormente se fue liberando de cualquier canon académico, aunque los detalles expresionistas y cubistas aparecerán con cierta insistencia en sus obras. Quizás su estética no se ajuste formalmente a lo que conocemos como realismo socialista, pero la temática y significados de muchas de sus obras sí enlazan con dicha tradición, mostrando un énfasis en la denuncia social y en el mensaje político. En cualquier caso, Gutusso fue un exponente de la pintura neorrealista italiana del movimiento de post-guerra Fronte Nuovo delle Arti, a cuya formación contribuyó de manera notoria.
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Guttuso: "Fucilazione in Campagna" de 1938, dedicada a Federico García Lorca |
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Guttuso, Fuga dell'Etna (1938-1939), una alegoría de la amenaza que supone el Fascismo y la lucha desesperada por huir del terror que provoca. |
Una de sus obras más conocidas fue "Crucifixión" (1940-1941), sobre la que Guttuso escribiría: "Este es un tiempo de guerra. Quiero pintar el tormento de Cristo como una escena contemporánea, como símbolo de todos aquellos que a causa de sus ideas sufren ultraje, el encarcelamiento y la tortura". Guttuso pretendía con esta obra denunciar el horror y la barbarie de la guerra, la tortura y represión llevada a cabo por el Fascismo, recurriendo alegóricamente a la figura de Cristo. La obra desató la polémica con el Vaticano, que la consideró irreverente; de hecho el Vaticano prohibió contemplarla a los religiosos:
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Guttuso: "Crucifixión" (1940-1941). Una alegoría sobre el horror de la guerra y la barbarie del Fasismo. |
Durante la guerra también sacó una colección de dibujos con la que pretendía dar a conocer y denunciar las matanzas de los nazis y de los fascistas italianos. Dichas obras, inicialmente anónimas, fueron impresas clandestinamente. El conjunto de dibujos compone la colección conocida como "Massacri". Uno de los dibujos alude a la matanza que los nazis llevaron a cabo en las Fosas Ardeatinas. Sobre este último suceso (ver en este blog "Historia política de la República Italiana, parte 1"), después de la guerra, en 1950, realizó la obra "Fosse Ardeatine":
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Guttuso. "Fosse Ardeatine" (1950). Representa la matanza llevada a cabo por los nazis en las Fosas Ardeatinas. |
"El funeral de Togliatti" (1972), al que dedicamos esta entrada, sin duda fue una de las obras más emblemáticas del arte social de Renato Guttuso.
Años más tarde, en 1980, dedicó una acuarela a lo que conocemos como "la matanza de Bolonia" (ver en este blog "Historia política de la República Italiana parte 3"). Esta masacre, llevada a cabo por la organización terrorista Gladio, creada por la OTAN, inspiró una obra a la que Guttuso le dio el mismo nombre que Goya había dado a su célebre aguafuerte de la serie "Caprichos": "El sueño de la razón produce monstruos". La acuarela fue utilizada como portada por la revista semanal L'Espresso, en su número especial del 17 de agosto 1980, dedicado a la masacre de Bolonia. En "Il sonno della ragione genera mostri (Guttuso)" (Wikipedia en italiano), leemos: "Representa a un monstruo, como los de la pesadilla de Goya, con aspecto de pájaro y el cuerpo del hombre, dientes afilados, con los ojos bien abiertos y fuego, con la cabeza vuelta hacia la izquierda del observador, los músculos y la cabeza pequeña, serpientes en el torso; el monstruo tiene una daga en la mano derecha y una granada en la izquierda, y golpea a algunos cuerpos muertos o moribundos; a su alrededor hay manos y puños cerrados, todo en guttusiano estilo, convulsiva y abstracta que recuerda vagamente el Guernica de Picasso.":
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Guttuso:"El sueño de la razón produce monstruos" (1980), acuarela que alude a la matana de Bolonia. |
5. Premio Lenin de la Paz
Guttuso fue galardonado con el Premio Lenin de la Paz en 1970-71 (en la misma convocatoria en que lo recibió el cantante y actor alemán Ernst Busch). Recibió el premio en 1972, durante la organización de una gran muestra de su obra en la Academia de las Artes de Moscú, una exposición que luego recorrió una parte de Europa oriental.
Militó en el PCI desde 1940 hasta su fallecimiento el 18 de enero de 1987, siendo siempre un estrecho colaborador del mismo en multitud de facetas y llegando a ser miembro del Comité Central. En las elecciones de 1976 y 1979, fue candidato al Senado por el PCI, resultando elegido como senador en ambas citas electorales.
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Guttuso entró a militar en el PCI en 1940, en la clandestinidad. Llegó a formar parte del Comité Central del PCI. En las elecciones de 1976 y 1979, fue elegido como senador. Fotografía: Guttuso durante uno un mitin en campaña electoral. Galería Flickr de EnzoBriganti. El retoque es nuestro. |
Como anécdota cabe destacar que Guttuso es el autor del logo del PCI. Aunque muchos estaréis familiarizados con el que fue el logo oficial del Partido Comunista de Italia, pocos conocen que fue una obra diseñada por Renato Guttuso:
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Logo oficial del PCI, diseñado por Guttuso. |
Guttuso perteneció a esa generación de artistas e intelectuales italianos que integraron el Frente Cultural del PCI, contribuyendo a engrandecer el Partido a través de su compromiso con el mismo. Quienes lo integraron nos mostraron algo a tener muy en cuenta: la construcción de una cultura socialista es algo que debe comenzar aquí y ahora, siendo un frente de lucha estratégico en la guerra ideológica contra el capitalismo.
Encontrareis una biografía en la web "oficial" dedicada a Guttuso:
www.guttuso.com/en/main_old.htm
En Internet se pueden encontrar docenas y docenas de páginas dedicadas a Guttuso, la mayoría en italiano.
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Renato Guttuso en 1960. Fotografía de Walter Mori |
El realismo socialista y el Pop Art en el campo de batalla (Équipo Crónica, 1969)
El realismo socialista y el Pop Art en el campo de batalla
Equipo Crónica
Serie La recuperación
1969
Acrílico sobre lienzo
200 x 200 cm
Museo Reina Sofía, Madrid
Equipo Crónica se mueve en un territorio difuso entre la época del pop y el arte netamente pop. Por ejemplo, se reflejan, atinadamente, algunas de las reticencias que, tanto el Equipo Crónica como los críticos que siguieron de cerca a estos artistas, han mantenido en algunas ocasiones; así María García Yelo escribe lo siguiente: "aunque generalmente se adscribe el colectivo a la corriente de Arte Pop, los recursos habituales de esta tendencia fueron para ellos meros instrumentos que, combinados con otros elementos, dieron lugar a una obra de estilo propio y de evidentes connotaciones políticas. De hecho, su relación con diversos movimientos artísticos de implicaciones políticas fue más fuerte que su relación con el Pop Art americano, hacia el que incluso experimentaron una cierta hostilidad".
El cuadro de Equipo Crónica El realismo socialista y el Pop art en el campo de batalla (1969), parece subrayar la idea de un Equipo que se distancia prudentemente del pop, pero también del realismo socialista, para situarse en una suerte de ¿tercera vía?, que algún autor, en aquellos años, consideró que podía ser eficaz al combinar el compromiso político diáfano del realismo socialista con la utilización del lenguaje de masas que lleva a cabo el pop; en la España de los años 60, estas propuestas estéticas debieron verse como un pop comprometido desde la certeza (cuestionada en fechas recientes) de que el americano carecía de compromiso.
Fuente: Julián Díaz Sánchez
Un coin tranquille à la campagne/Un tranquillo posto di campagna (Elio Petri, 1968)
Avec Franco Nero, Vanessa Redgrave, Georges Géret.
Parti se ressourcer dans une demeure hantée par une comtesse nymphomane, un peintre milanais à la mode sombre peu à peu dans la folie. Petri utilise les thèmes familiers du giallo pour sonder le versant décadent du monde de l'art et de sa marchandisation. Sa mise en scène à la limite de l'expérimental et son couple d'interprètes enfiévrés lui valent un Ours d'argent au Festival de Berlin.
Un Homme Marche Dans La Ville (Marcello Pagliero, 1949)
FILM COMPLET:
https://m.ok.ru/video/1682563598958
Mr GILI, sur PAGLIERO, "l'italien de Saint-Germain-des-Prés":
SYNOPSIS ET COMMENTAIRE:
Rédigé par alexandre clement et publié depuis Overblog
C’est un film assez particulier. Une sorte de produit hybride entre le film noir et le drame social. Il a été réalisé par Marcello Pagliero qui n’est pas très connu en tant que réalisateur, si ce n’est pour son adaptation de la pièce de Jean-Paul Sartre, La p… respectueuse. Il a été aussi acteur et son nom se retrouve au générique d’un film malheureusement invisible aujourd’hui, de Jacques Deray, Symphonie pour un massacre. Franco-italien, il a fait carrière des deux côtés des Alpes.
On ne connait pas grand-chose de Jean Jausion[1] qui est à l’origine du roman. On sait que ce fut un jeune homme de bonne famille, plutôt porté vers la poésie et la littérature, il participa à des groupes littéraires plutôt proche des tendances surréalistes. Il était amoureux d’une jeune femme juive, Annette Zelman, avec qui il devait se marier, mais ce mariage n’eut pas lieu car le propre père de Jean Jausion la dénonça aux Allemands et elle fut déportée et mourut en juin 1942 à Auschwitz. Jean Jausion s’engagea dans la Résistance, participa à la Libération de Paris, puis fut tué en Allemagne alors qu’il s’y trouvait comme reporter de guerre. Son livre, son seul roman, sera publié de manière posthume en 1945 par Gallimard[2].
L’embauche sur les docks
Sur les docks du Havre, la vie est dure, l’embauche irrégulière et la paye maigre. Les dockers ont du mal à joindre les deux bouts et plus encore à se loger dans une ville ravagée par la guerre. Laurent est un de ceux-là, ouvrier mal embouché, il a un petit garçon avec Madeleine que son patron drague ostensiblement. Jean qui est chef d’équipe est son copain. Mais quand Laurent lui demande d’intercéder auprès du patron pour avoir une meilleure place, Jean va se heurter à une fin de non-recevoir, Ambilares « n’aime pas sa gueule ». Laurent lui en veut, comme il en veut à sa propre femme. Un jour qu’il travaille avec un noir un peu malade, ce dernier tombe de fatigue, le patron en profite pour virer Laurent. Ce dernier est d’autant plus en colère que sa femme est partie draguer Jean dans la ville. De fil en aiguille, et avec plusieurs verres dans le nez, Laurent va chercher à frapper Jean dans une partie déserte du port. Mais il s’est trompé de personne et a engagé une bataille avec un autre docker ivre qui le rosse et le projette dans la fosse où on répare les bateaux. Laurent meurt. Péniblement le lendemain on remontera son corps. La police évidemment mène l’enquête. Madeleine veut croire que c’est Jean qui, par amour, a tué Laurent. Celui-ci essaie de lui dire qu’elle fait fausse route, mais elle ne veut rien comprendre. La sœur de Madeleine est venue la soutenir dans l’épreuve, et Jean revient le lendemain pour porter une collecte que les ouvriers ont faite pour soutenir Madeleine et son gosse. Madeleine s’entête. Elle n’ira même pas à l’enterrement. D’abord elle relance Jean jusqu’au bistrot où il se noircit proprement, il l’envoie promener sans trop de ménagement, ensuite elle va le dénoncer à la police comme le meurtrier de son mari. Mais le commissaire qui a déjà enquêté sur Jean, ne semble pas trop la croire. Bientôt Jean est innocenté. Il s’en va voir Madeleine pour lui pardonner son attitude, mais c’est trop tard, elle s’est suicidée de désespoir.
Entre Laurent et Madeleine rien ne va plus
Le film comporte deux parties distinctes : il y a d’abord la misère ouvrière et les dégâts qu’elle engendre dans les familles. C’est raconté avec beaucoup de minutie, avec un sens du décor très réaliste. Les conditions de travail sont dures, et les intérieurs des maisons, misérables. Cela mène au drame, c’est-à-dire à la rupture de l’amitié entre Jean et Laurent, et la mort de celui-ci puis l’enquête policière qui forme la seconde partie. Ces deux parties sont très équilibrées, mais elles sont filmées de manière assez différente. La première partie met en scène le jour et le travail, la foule et les bateaux qu’on répare où qu’on décharge. La seconde se passe plutôt la nuit, les individus sont détachés de leurs fonctions, isolés par des ombres menaçantes. Si la première partie ressort de la littérature prolétarienne ou du néo-réalisme italien, la seconde se rapproche du film noir par l’utilisation des codes visuels. Mais il y a en plus quelque chose de poétique dans cette errance de Jean, ou même dans la manière des ouvriers de lever le coude. On boit en effet beaucoup, tellement même que le patron du bistrot cherche à freiner les consommations.
Dans une bagarre, Laurent fait une chute mortelle
L’atmosphère du film rappelle par moment L’Atalante, le chef d’œuvre de Jean Vigo. La ville du Havre est un personnage à part entière. Mais à l’époque c’est encore une ville en ruine, à l’image de ces vies prolétaires qui n’ont pas d’avenir. Elle a été en effet douloureusement touchée par les bombardements alliés, notamment britanniques, elle en a subi 132, et sa plus grande partie est rasée ! C’est la ville de Raymond Queneau qui disait ne plus la reconnaître, même si après la Libération on a mis des moyens importants pour la reconstruire. Le film se passe donc pendant cette reconstruction. La ville est marquée par son passé ouvrier, mais aussi par l’attrait du grand large. C’est bien ces lieux qui sont représentés dans le cinéma d’avant-guerre, Quai des brumes par exemple. L’attrait du grand-large, c’est forcément une ouverture sur le rêve. C’est à partir du Havre qu’on s’embarquait sur des grands paquebots pour aller en Amérique. Frédéric Dard dans les années cinquante célèbrera cette possibilité dans plusieurs San-Antonio, mais aussi dans des films comme L’étrange Monsieur Steve ou Trois jours à vivre. Evidemment la démocratisation de l’aviation a tué ce rêve de navigation au grand-large. Dans quelques scènes, Pagliero filmera des bateaux qui s’en vont au loin, comme s’ils avaient de la chance de pouvoir fuir cette ville en ruine. Et de fait cette mer si vaste et si calme dans le film s’oppose aussi bien à la fureur des hommes qu’au délabrement de la ville. Mais il reste encore quelques rues sombres autour du port, des rues où il peut se passer beaucoup de drames.
C’est l’occasion aussi de célébrer des figures centrales de l’imagerie populaire de ces temps-là. Le bistrotier, ancien boxeur, un peu traficoteur, notamment avec un Allemand un peu simple qui lui procure de l’alcool. La pute plutôt sympathique qui de temps à autre reçoit aussi un peu des gnons, et le gosse mélancolique et solitaire de Laurent et Madeleine qui ne dit jamais rien, subissant déjà les aléas de la vie et les moqueries de ses camarades. Le commissaire n’est pas tout à fait bon-enfant, mais enfin il fait son métier sans être trop pointilleux, comme s’il comprenait la misère dans laquelle baigne cette population qu’il est chargé de surveiller. Le patron, Ambilares, un rien concupiscant, pas très loyal avec ses employés, a aussi des réflexes humains, il aimerait bien que Madeleine le regarde un peu. Ça n’arrivera pas, elle est bien trop accrochée à son idéal ouvrier. Question de classe si on veut. Elle n’est pas très loyale pourtant avec son propre mari, mais de là à trahir sa classe, il y a un pas qu’elle ne franchira pas. Il y a aussi quelque chose de très juste dans les habits usés et mal foutus que portent les différents protagonistes, ça ne fait pas déguisement. Les prolos portent la casquette avec laquelle ils jouent parfois.
La sœur de Madeleine est venue lui apporter son soutien
La distribution est adéquate à son sujet. Comme le film se passe dans un milieu pauvre et prolétarien, on ne pouvait pas prendre des acteurs trop glamour. Le film est construit autour de Jean-Pierre Kervien qui était né au Havre. C’est lui qui incarne le prolo Jean Sauviot à la morale rectiligne qui ne veut même pas regarder la femme d’un copain, malgré les relances incessantes de Madeleine. Il faut dire que Saviot est un homme que les femmes regardent, sur lequel elles se retournent. Kervien ne retrouvera plus jamais un tel rôle, il sera abonné aux seconds rôles et aux séries télévisées. Ginette Leclerc est Madeleine. C’est une garce, et Ginette Leclerc en a joué des tonnes. Dans l’imaginaire populaire elle était d’ailleurs associée à la femme de mauvaise vie, sans doute est-ce cela qui lui a procuré des ennuis sérieux à la Libération. Après tout elle s’était moins compromise qu’Arletty. Ici c’est bien une garce, mais elle a des excuses, elle est une victime de la misère et de la fatalité. Robert Dalban incarne Laurent. Il est vraiment excellent, sans doute un de ses meilleurs rôles à l’écran. Il est encore jeune, et ses traits ne sont pas déformés encore par l’alcool. C’est lui la véritable révélation du film. Il a l’air moins figé que les autres acteurs, plus naturel. Il faudrait citer aussi André Valmy dans le rôle du commissaire et Dora Doll dans celui de la pute au grand cœur. Et puis bien sûr Yves Deniau qui joue Albert, le patron du bistrot un peu neurasthénique. C’est un acteur assez fin, peu théâtral, bien qu’il soit par ailleurs chansonniers, et qu’on a vu un peu partout dans le cinéma français des années trente jusqu’à la fin des années cinquante. En 1951, il retrouvera Marcello Pagliero pour La rose rouge, un film à la gloire du célèbre cabaret de Saint-Germain des Prés. Il n’avait cependant qu’un physique de bistrotier qui lui limitait l’accès à des rôles importants. Grégoire Aslan est Ambilares, le patron des dockers, cauteleux et méchant, il est aussi très bien. On verra également Fréhel, la grande chanteuse réaliste, dans le rôle d’une sorte de maman qui couve toute une tripotée de noirs qui se font exploiter honteusement sans oser rien dire.
Madeleine a donné rendez-vous à Jean
Sur le plan cinématographique, il y a dans ce film quelques scènes vraiment magnifiques, la remontée du corps de Laurent depuis le fond de la fosse de réparation des navires, l’attente de madeleine qui a donné un rendez-vous aléatoire à Jean. Ou encore lorsque le commissaire raccompagne Madeleine après le départ du train qui emporte son fils qu’elle a confié à sa sœur. Il y a une composition des plans qui est tout à fait étonnante. Les scènes de bistrot sont peut-être plus banales, quoique très justes sur le plan poétique et réaliste. On peut citer encore la scène finale qui voit Jean s’éloigner de la maison de Madeleine parmi les décombres de la ville, tandis que celle-ci a mis fin à sa vie misérable.
C’est une très bonne surprise que de retrouver ce film un peu trop négligé par la critique, sans doute à l’époque on devait trouver qu’il sentait un peu trop la transpiration. En tous les cas il offre une sorte de témoignage, non pas documentaire, mais sur les rêveries d’une époque révolue, il cerne peut-être mieux que beaucoup de livres savants la mentalité prolétaire et ses désenchantements.
Par dépit Madeleine dénonce Jean comme meurtrier
Jean repart après avoir laissé une lettre à Madeleine